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Domingo

Atletismo, carrera con obstáculos

Con 40 competidores, el atletismo será la delegación más numerosa en Lima 2019. Es más, según las predicciones de sus directivos, tenemos casi aseguradas seis medallas. Eso no maquilla, sin embargo, sus carencias administrativas. Como la falta de un plan nacional y un jefe de Unidad Técnica.

“Hemos comprometido seis medallas. Si las sacamos será histórico. Tienen nombre y apellido”, se apura en decir Marita Letts, tesorera de la Federación Peruana de Atletismo, en un pasillo del tercer piso del Comité Olímpico en la Villa Deportiva Nacional.

Parece una predicción temeraria. Pero no. A diferencia de otros deportes gitanos, el atletismo es exacto. Se sostiene en las marcas de los deportistas en el último tiempo. Que tengamos cuarenta deportistas en Lima 2019, en las casi 17 modalidades que conforman el atletismo, ya es significativo. De hecho es histórico. Hasta ahora la delegación más numerosa en unos Panamericanos habían sido los 25 atletas de Guadalajara 2011.

Hace una semana se oficializó la lista.

No es la única buena noticia.

Ahora, además, se vislumbran seis posibilidades de medalla, según Letts. Cuatro en maratón, y dos en marcha atlética. En maratón masculina: Willy Canchanya y Christian Pacheco. En maratón femenina: Inés Melchor y Gladys Tejeda.Y en marcha atlética: Kimberly García y Evelyn Inga.

No es un dato menor que todos provengan de Junín, exactamente de Huancayo, la cuna del fondismo peruano. Allá, a más de 3 mil metros sobre el nivel del mar, donde los pulmones se exigen al ritmo de las zancadas.

Una zona donde, a pesar de las carencias, siempre se contó con una pista atlética de entrenamiento. A diferencia de Lima, claro. Y es que desde que la Comisión Organizadora de los XVIII Juegos Deportivos Panamericanos Lima 2019 (Copal) inició las construcciones del nuevo estadio de atletismo, en el vértice de San Luis y Canadá, allá por el 2016, el común de atletas capitalinos se quedó sin dónde entrenar.

Se les presentaron dos caminos: el Chipoco de Barranco o el Centro Naval. Cada cual con sus dificultades. Por ejemplo: los lanzadores solo tenían un par de horas en la tarde para practicar en el Chipoco, mientras que en la Naval ni siquiera existía una jaula acondicionada.

Encima, el Chipoco al pertenecer a la Municipalidad de Barranco le cobraba entrada a los deportistas. Claro, se trata de un monto mínimo de dos soles. Pero que multiplicado por días de entrenamiento puede resultar incómodo por decir lo menos.

“A mí no me cobraron porque yo pertenezco a la Liga de Barranco, pero entiendo el fastidio de mis colegas”, dice Andy Martínez, nuestro crédito en 100 metros, quien en este 2019 no pudo realizar ninguna base de entrenamiento en el extranjero.

Martínez, quien además correrá en la prueba de 4x100, viene de superar una pubalgia que lo alejó de las pistas durante un año entre junio de 2017 y mayo de 2018.

"Tuve una lesión complicada. Pero ya es cosa del pasado. Deseo brillar en mis primeros Panamericanos", asegura.

Hay que recordar que Andy hizo la marca para clasificar a Toronto 2015, pero una reducción de cupos lo excluyó al final.

Pero volvamos a la falta de planificación y el diálogo en muchos casos nulo entre la federaciones y la Copal.

Federación arrimada

Con las obras, no solo los deportistas se quedaron en el aire. La Federación de Atletismo tuvo que mudar sus oficinas hasta en cuatro ocasiones. En algún momento se instalaron muy cerca de la playa de estacionamiento de la Selección Peruana de Fútbol, y luego en containers de madera prefabricada.

A pesar de que el presupuesto se incrementó notablemente (5 millones y medio al año, desde 2018, frente al millón y medio que acostumbraban recibir), terminaron arrimados.

Hoy la Federación Peruana de Atletismo cabe en tres oficinas del Comité Olímpico. Tres oficinas alquiladas donde sus funcionarios ni siquiera cuentan con un comedor.

La oficina del presidente Gustavo Cárdenas, un exmarino con amplio recorrido dirigencial en el deporte, parece un depósito. Botellas con agua, cajas apiladas, trofeos sin vitrina.

Él asegura que todo se debe a la desconexión que han tenido con la Copal. Una relación tan tirante que ni siquiera les permite ingresar a su remozado estadio, pues no desean que sufra alteraciones.

Y ese ha sido el principal argumento para que —salvo un puñado de semanas entre junio y julio— los atletas no contarán con un escenario apto para prepararse para la máxima competencia de este continente.

Hay cuestiones de fondo que la gestión de Cárdenas no ha podido resolver. Y lo que es peor: rehúye en aceptar.

No existe un plan nacional de atletismo. Es decir, no se ha configurado un documento que establezca las bases de lo que debe hacerse en todo el país. Una guía, como lo es el Currículo Nacional de Educación.

"Es preocupante, pero no imaginamos todas estas carencias", dice Cárdenas.

Otro punto que choca con el optimismo de la tesorera Letts y las seis medallas aseguradas es que no contamos con un jefe de Unidad Técnica. El último renunció en mayo después de un Sudamericano.

Se trata de Alberto Chauca, experimentado entrenador que no llegó ni a los meses en el cargo. Chauca sostiene que le modificaban el equipo.

"Esa federación no camina. Es un desgobierno".

Tras la salida de Chauca, su asistente Juan Carlos Gonzales, un exatleta, quedó a cargo de tres funciones: jefe de Unidad Técnica, asistente técnico y metodólogo.

Es él, precisamente, el encargado de dar el pronóstico más certero respecto a Lima 2019. Gonzales coincide con Letts. Serán los maratonistas de la Sierra Central quienes nos darán la satisfacción de colgarnos medallas.

"Aunque la maratón es una carrera imprevisible, nuestras marcas nos hacen pensar que alcanzaremos el podio, sea en hombres o mujeres".

Ahora bien, su situación tampoco es la más óptima. El mexicano Rodolfo Gómez, entrenador principal del Programa Nacional de Maratonistas en el ciclo olímpico pasado, de 2012 a 2016, ha estado en Huancayo en los últimos tres años apenas por breves temporadas.

Gómez ha sido como un entrenador desde las sombras, que mandaba sus planes de trabajo por WhatsApp a su asistente, el keniano Boaz Lorupe, desde México. Sus atletas, que son los más laureados -entre ellos Gladys Tejeda, Willy Canchanya y Christian Pacheco-, responsabilizan a la federación por no regularizar su situación.

La federación responde, desde luego.

"Esta no es la selección de fondismo. No es que no queramos contratarlo. Es que no queremos pagarle lo que pide", dice la tesorera Marita Letts, quien dice haber soportado todas las puyas de los deportistas.

Lo cierto es que Gómez se integró a sus muchachos a fines de junio, un mes antes de los Panamericanos. Se trata de su tercera visita en lo que va del 2019.

A días de esta fiesta mundial, y a pesar del optimismo producto del esfuerzo de nuestros deportistas, queda claro que hay muchas grietas que subsanar.

Otra meta, sin duda.

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