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Domingo

Lo que Rusia nos dejó

La final ante Brasil en el Maracaná solo ha alargado la buena estrella de un equipo que nos devolvió a los mundiales de fútbol luego de casi cuatro décadas. Identidad es el último documental que se ha detenido a repensar sus efectos en nuestra sociedad.

Clasificar a un Mundial de fútbol luego de 36 años, y disputar una final de Copa América después de 44, además de ponernos sedientos y roncos, ha provocado en nosotros una infinidad de preguntas.

¿Realmente conseguimos unirnos? ¿Somos un mejor país? ¿En qué hemos mejorado? ¿Nos queremos más? ¿Para qué ha servido todo esto?

Seguro que para mucho más que cobrar apuestas.

El fútbol, tan subestimado por los intelectualoides, nos ha mantenido expectantes hasta hace una semana, nada más. Perú en una final ante Brasil, en el Maracaná. Repítetelo las veces que quieras porque suena irrepetible. Como este martes en el que se cumplirá un año del Perú-Dinamarca, en Rusia 2018.

Después de un sueño, lo común es despertar dice Urpi Gibbons, con un suspenso que nos eriza la piel, en el tráiler de Identidad, el documental que reflexiona sobre aquellos días, de hace tantito nomás, en Saransk, Ekaterimburgo y Sochi. Ciudades desconocidas y ahora entrañables, alojadas para siempre en nuestra memoria sentimental.

No es un documental de fútbol, se apuran en decir los directores José Carlos García y Carlos Granda. Y qué bueno que lo sea.Estamos atestados de datos, estrategias y jardines del gol.

Como el nombre de su productora (Kinray: al otro lado en quechua), este par se planteó poner los ojos detrás de la montaña. Con un pie en la euforia y otro en el diván.

Pedido de pata

Es probable que esta película se hubiera quedado como un sueño trunco si no fuera por una tragedia.

El 19 de febrero de 2018, tres meses después del sísmico gol de Jefferson Farfán, y la arácnida celebración de Christian Ramos, cuando nos alistábamos para los amistosos premundialistas, Daniel Peredo, la voz que narró la clasificación y los años más oscuros de la selección peruana, murió de un infarto luego de jugar una 'pichanguita' con sus amigos.

La noticia era demasiado cruel para ser cierta. "Si alguien merecía estar en el Mundial era él", repetía la multitud. Los bautizos de losas deportivas con su nombre, una cabina de radio, un minuto de aplausos antes de todos los partidos de la liga nacional, y un paseo fúnebre sobre la pista de tartán del estadio Nacional fueron los homenajes más inmediatos y significativos.

“Me dolió tanto su partida que dije: 'hay que hacerlo'”, cuenta José Carlos García esta tarde sombría, en un departamento miraflorino, con ventanales que traslucen la avenida.

José Carlos conoció a Peredo antes de terminar la primaria. No solo a través de las pantallas sino en casa, debido a la gran amistad que lo unió por décadas con su hermano mayor, Pedro García.

Sí, Pedro Eloy García Corcuera, ese reportero chiquiviejo que piensa tanto sus preguntas como sus respuestas, olvidándose de la velocidad de la televisión en vivo.

En ese entonces, la productora de José Carlos existía apenas como razón social. Casi de inmediato se asoció con Carlos Granda. Ambos tenían experiencia como asistentes de dirección en comerciales y cortos de humor. Pero no más que eso.

Treintañeros nacidos en los convulsos ochentas, pesimistas con residuos de esperanza cedieron, como tantos otros, a la tentación de producir piezas memorables a partir del regreso de Perú a los mundiales. Se publicaron libros. Se produjeron documentales.

Identidad es el último en asomar.

Peruanidad

Gustavo Gorriti, Gastón Acurio, Nicolás Yerovi, Daniel F, Carlos Alcántara, Patricia del Río, Merian (Eme), Augusto Sánchez, Umberto Jara, Julio César Uribe, Franco Cabrera.

¿Qué puede salir de allí?

Dicen García y Granda que acudieron a ellos para intentar explicar lo que ha sucedido en el último tiempo. Ellos están convencidos de que hay mucho que rescatar del equipo de Ricardo Gareca, ese argentino perfil bajo e imperturbable, y de este proceso en general.

Acurio en lo suyo, apela al orgullo de una mesa peruana diversa, con ingredientes de varios continentes, que nos recuerda a los sabores (y olores) de nuestra infancia.

“Si en cada plato pudimos unirnos a pesar de nuestras diferencias y crear algo hermoso que el mundo ama, ¿por qué todavía nos cuesta en otros territorios?”.

Patricia del Río, por su parte, da un salto a los ochenta. La hiperinflación, las colas, el terrorismo.“Nos dolía ser peruanos”, dice y dice bien. Todos tenemos algún familiar que se fue en esa época. Un país en desgracia y en fuga.

Pero Identidad no solo se sienta a repensar el Perú que fuimos, el que somos y el que seremos. También cuenta con testimonios de los futbolistas que nos exorcizaron. Charlas que trascienden a sus habituales declaraciones al vuelo.

Raúl Ruidíaz, por ejemplo, evoca sus primeros pasos en Villa El Salvador, cuando vivía en una invasión, y cada tanto era desalojado. Días en los que afinaba sus tiros en las columnas de una casa derrumbada frente al vendedor de papas de su barrio. Ya le tocaría luego engañar al mundo con su antebrazo para eliminar a Brasil en una Copa América.

En tanto, Luis Advíncula, ese velocista quimboso que se dedica al fútbol, narra las múltiples ofensas que ha sufrido por el color de su piel, como tantos otros afroperuanos.

“Advíncula ha sufrido racismo casi toda su vida. ¿Por qué recién los respetamos cuando nos representan? Si no fuera por sus logros, él seguiría siendo una víctima del racismo”, anota José Carlos García.

Grietas de nuestra sociedad que se tocarán en el documental tangencialmente. Si no aprovechamos el fútbol para cuestionarnos algunas cosas. ¿Entonces qué sentido tiene prestarle tanta atención?

Mientras García se fue con un camarógrafo a seguir a la selección a Rusia, Carlos Granda se quedó en Lima registrando este fenómeno en la capital y en otros puntos del país, como Cajamarca, Iquitos y Cusco. La locura fue muy parecida, y hubo una sensación de unidad. Sin embargo, son cautelosos en ese sentido.

“No nos corresponde decir si estos logros nos unieron como nación. Pero hay algo que se ha ido gestando. Un orgullo creciente. Eso es innegable”, sostiene Carlos Granda.

“Llorar cantando Contigo Perú, con la camiseta peruana, en un estadio, no te hace más peruano ¿Cuánto hay de patriotismo real y cuánto de triunfalismo?”, interpela García.

Entre el 5-0 de Brasil, la resurrección ante Uruguay, la goleada a Chile, y la final ante Brasil pasaron dos semanas apenas.

Acaso eso sea aún esta peruanidad en construcción. Un inestable subibaja. El 25 de julio lo sabremos. Identidad.

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