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Diego Zúñiga: “Los diarios de Ribeyro no son de alguien que va a terminar ganándose el premio Nobel”

El escritor chileno Diego Zúñiga vino a la Feria del Libro Ricardo Palma y conversó con La República sobre uno de sus autores favoritos, de quien ha escrito y editado “La caza sutil”.

Diego Zúñiga.
Diego Zúñiga.

Diego Zúñiga, escritor chileno, estuvo de paso por Lima para presentar su última novela, Tierra de campeones. Zúñiga, en su trayectoria, ostenta varios reconocimientos importantes. A saber, en el 2017 fue seleccionado por el Hay Festival como uno de los escritores latinoamericanos menores de 39 años con mayor proyección y en el 2021 la revista británica Granta lo incluyó entre los 25 mejores escritores en lengua española menores de 35 años. Zuñiga ha venido varias veces a Perú y quien escribe tuvo la oportunidad de presentar su celebrada novela Camanchaca en la FIL de Lima del 2014. Zúñiga es un amigo de la literatura, por decirlo de alguna manera, y esta relación se inició en el 2011, a raíz de la edición de Milla Batres de 1976 de La caza sutil de Julio Ramón Ribeyro, de la que partió para armar la edición de este homónimo libro de ensayos que fue publicado por Ediciones UDP de Chile en el 2012.

Sirva esta introducción para definir el tópico de la presente nota: Julio Ramón Ribeyro, autor que dejó, y sigue dejando, una profunda marca en Zúñiga.

“A inicios del 2011 estaba haciendo mis prácticas en El Mercurio y en un momento decido escribir sobre los diarios de Ribeyro. No sé cómo convencí a mis editores, no había ningún motivo, ninguna efeméride. Yo venía leyendo sus cuentos y sus diarios desde hace mucho tiempo. Por esa época, me entero también de que Ribeyro había escrito más diarios posteriores a los que alcanzó a publicar en La Tentación del fracaso. Hice una nota a página entera sobre los diarios y entrevisté a muchas personas, como Jorge Coaguila y la viuda de Ribeyro, Alida Cordero. Ella me dijo que no tenía intención de que se publiquen esos diarios tras plantearle que la UDP estaba interesada en publicarlos, pero tras un par de semanas me pregunta si no estábamos interesados en publicar La caza sutil, su libro de ensayos que no había vuelto a circular”, señala Zúñiga

Sobre los diarios de Ribeyro se ha forjado una leyenda más que atractiva. Que Ribeyro los trajo a Lima, que Alida Cordero los puso en una caja fuerte de París y que existe una fotocopia hecha por su hermano, entre otros trascendidos. Lo cierto es que siempre estuvieron en unas cajas en París y el posible destino editorial de ese material está en evaluación: Penguin Random House y Planeta son las casas editoriales en competencia. Aunque la inquietud parezca sencilla, es válida: ¿por qué gustan estos diarios?

Al respecto, Zúñiga dice:

“Como escritor, en términos de influencia, me siento más cercano al Ribeyro de los cuentos. Pero luego leí La tentación del fracaso y Prosas apátridas. No he vuelto a leer unos diarios así de extraordinarios y creo que si se publican los diarios que faltan, tendrían que publicarse igual. El diario es un género muy especial. Hace unos años, Ricardo Piglia publicó sus diarios y hace una operación muy peculiar, le cede la voz a su alter ego Emilio Renzi, lo cual hace del diario un género muy artificial. Ribeyro usó el artificio del diario, vemos en él varios registros que leídos hoy lo hacen un escritor muy contemporáneo pese a haberlos publicado hace 40 años”, precisa Zúñiga, quien destaca la horizontalidad de Ribeyro con el lector. En ningún momento, los lectores de Ribeyro sienten una voz superior.

“Esa horizontalidad y ese amor por la duda y ese rechazo por la certeza, me parece que tienen que ver con cómo era él. Pero también creo que uno no puede dejar de pensar en el contexto en el que escribe Ribeyro, que es el contexto del boom latinoamericano. Ribeyro intentó hacer esas novelas totales para poder entrar en esa discusión, pero sus novelas no entraron en esa discusión del boom latinoamericano, pero él siguió escribiendo y evidentemente desde un lugar lateral. Esa lateralidad ha hecho que en el presente le vaya muy bien”.

Lo que subraya Zúñiga tiene el aval de la verdad. En sus diarios y en los registros que Ribeyro experimentó, el híbrido era la pauta. Algo similar, pero con evidentes distancias, a lo que vemos en la producción literaria hispanoamericana del presente siglo y que se intenta vender como nuevo.

Además, a Ribeyro la crítica y la lectoría lo han tratado muy bien. Pero en estos últimos años, su figura ha adquirido los ribetes de leyenda, a lo Roberto Bolaño, y en ello mucho tiene que ver lo que Ribeyro dijo o dejó de decir en su producción diarística. Fuera de pugnas editoriales y valorización académica, el Ribeyro de los diarios no define una vocación, pero sí contribuye a sustentar más la fe en la escritura.

“Es que hay algo hermoso en eso y que tiene que ver con que no son los diarios de alguien que va a terminar ganándose el premio Nobel. Es el diario de alguien que se maravilló con la escritura, que discutió con la escritura, que se tropezó, que siguió, que avanzó. Por supuesto, no podemos dejar de pensar también, obviamente, que en La tentación del fracaso hay una construcción autorial de Ribeyro, o sea, él sabe que está armando una figura de cómo se lo va a leer. Es su imagen de escritor”.

Este es el momento de Julio Ramón Ribeyro. Más allá de qué grupo editorial haga historia publicando estos diarios, la pregunta que queda flotando es quién los editará.

Diego Zuñiga apunta: “No veo a otro editor de Ribeyro que no sea Jorge Coaguila”.