Discerpo: la novela pandémica que explora una humanidad sin sentimientos
ENTREVISTA. El escritor Victor M. Lozada acaba de publicar su nueva novela Discerpo, una obra ambientada en un futuro distópico, donde un virus le quita a las personas la capacidad de tener emociones y sentimientos.
¿Puede una persona vivir sin sentimientos o mejor dicho continuar existiendo? La más reciente novela del escritor arequipeño Victor M. Lozada Andrade explora esta situación, pero bajo un contexto que, paradójicamente, no nos parece tan irreal: una pandemia. Discerpo, nombre del libro y también del virus que desata la vorágine que ambienta la obra, nos relata un mundo donde un mal endémico ataca a la parte del cerebro encargada de los sentimientos.
La premisa permite explorar los distintos comportamientos y actitudes que tomarían las personas ante un virus con esta capacidad y, a su vez, nos pone de cara a nuestro presente. El autor se basa en esta situación para hablarnos de la relación que tienen los sentimientos en la toma de decisiones y los propósitos de vida.
Nos encontramos con personajes que son incapaces de reír o llorar a causa de esta enfermedad y que se encuentran en un limbo donde no comprenden cómo conceptos que antes les daban felicidad o tristeza, ahora les transmiten indiferencia. Este panorama conspira para que se cometan actos impensados con el solo fin de sentir algo; sin embargo, también salta a la luz que en momentos así actitudes igual de despreciables no son ajenas a las personas “sanas”.
El personaje principal es un periodista que relata los hechos a modo de crónica y va describiendo el avance de este virus, su expansión, síntomas y consecuencias. Esta voz permite que el lector sienta en primera persona el efecto que tiene la enfermedad en las relaciones a nivel social, familiar y personal.
Sin duda, Discerpo es una obra que invita a repensar nuestra situación actual, cuestionándonos sobre qué tipo de persona seríamos si mañana nos quedáramos sin sentimientos y nuestras decisiones dependieran únicamente de nuestro raciocinio. Sobre la novela conversamos con su autor en la siguiente entrevista.
¿Cómo nació la idea de este libro y en qué momento de tu vida?
Esta novela la escribí en el 2017. La relaciono con la situación en que me encontraba en esos años cuando vivía en Malasia y debía decidir si cumplía la promesa que le hice a mi padre de regresar a Perú para ayudarlo. Yo estaba muy cómodo allá y cada vez que prendía la computadora para buscar pasajes a Lima me congelaba. Ni siquiera podía poner el destino. Así estuve como tres meses.
Era una sensación de estrés y angustia que me impedía cumplir esa promesa. Entonces me dije: “Qué fácil sería si yo no tuviera sentimientos y emociones”. Simplemente mi mente me diría que lo lógico es cumplir una promesa. Ahí comencé a pensar si las emociones te hacen tomar mejores o peores decisiones.
Si nos vamos al ejemplo más básico: estar en una relación que no te conviene y enamorarte de la persona equivocada, por qué si tus sentimientos son parte de ti, te empujan hacia algo que no te conviene. Eso me pareció muy interesante. Qué pasaría si yo comienzo a hablar conmigo mismo, pero esa versión mía no tiene sentimientos y emociones, qué clase de conversación podría tener.
Ahí entendí que era una buena semilla para una historia, pero pensé en por qué no expandirla, hacer que todo el mundo pierda la capacidad de tener sentimientos y emociones. Lo siguiente era ver cómo se podría llegar a este escenario. No quería que fuera por algo sobrenatural, que de la noche a la mañana todos pierdan esta capacidad, sino que tenga un sustento científico y la única opción para llegar a ese escenario era a través de una pandemia. De un virus que atacaba específicamente a la parte del cerebro que nos ayuda a tener sentimientos y emociones.
Y desde que comenzaste la obra hasta este 2021 que se publicó, ¿cambió en algo la percepción que tenías de la historia e influyó el contexto en que vivimos?
Sí, claro. Fue algo muy interesante porque comencé a revisarla con la editorial (Animal de Invierno) y comenzamos a incluir el tema de las mascarillas, cuarentena y lo demás; pero más que otra cosa me pareció muy interesante la coincidencia.
Comencé a pensar que en este tipo de pandemia las emociones juegan un papel importantísimo, obviamente no como Discerpo que nos quita las emociones, pero ocurre todo lo contrario, nos hace tomar muchas decisiones simplemente por el hígado.
Incluso me pregunté si es que viviríamos en un mundo como el de la novela, la gente se vacunaría o no. Y ahí comencé a expandir mi novela al mundo actual y llegué a una conclusión similar a la de la obra, que depende del tipo de ego que tiene cada persona.
Precisamente, sobre el ego es un punto que te enfocas casi al final de la historia, ¿cómo te planteaste el darle un papel tan importante para entender la novela?
Desde que estoy en la universidad me ha interesando mucho la filosofía del oriente como el taoísmo y budismo. Una de las lecciones más importantes de este último es que no te tienes que apegar al ego, a esta idea de que tú puedes controlar tu vida y tu exterior. Es una especie de cristalización de tu ser y los budistas dicen que para alejarte de tu ego tienes que pasar por varios ejercicios que incluyen la meditación.
Desde ahí comencé a pensar, te habló de muchos años antes de que comience la novela y todo desde mi percepción, que la creación de este ego, de esta cristalización de la persona que tú crees que eres, es a través de los sentimientos. Desde pequeño comienzas a seguir cosas que te hacen feliz y te alejas de cosas que te ponen triste; entonces, esta toma de decisiones está basada enteramente de emociones.
Cuando ya eres adulto, se invierten los papeles. Ahora es el ego que te dice que tú eres de cierta forma, entonces te tienen que gustar ciertas cosas y comienza a modificar los sentimientos. Por eso planteé que cuando una persona tiene Discerpo el ego toma control completo de la conciencia de una persona.
Es interesante que una novela así haya sido escrita años antes de que vivamos una pandemia. ¿Qué símiles encontraste en tu obra que hayan coincidido con la realidad?
El símil para mí más claro es que en pandemias como en cualquier otras crisis global, se saca lo peor y mejor de las personas. Alguien que ya tenía rabia dentro, en estas situaciones se exacerba, mientras que personas que tienen una actitud buena buscan ser más caritativas. En esos momentos nos volvemos más blanco o negro, se nos dificulta ver los grises. Mientras que en Discerpo, las personas por el virus se dividen entre los tipos de egos, acá (en nuestra situación) es simplemente entre el bien y el mal.
Uno de los temas principales de la novela y que quisiera que los lectores se quedaran es sobre cuál es la relación que una persona tiene que tener con las emociones. Qué tipo de personas alguien quiere ser antes de que los sentimientos jueguen un papel. Es importante que definan qué tipo de vida, sociedades y relaciones quieren tener, pero en una situación donde los sentimientos no le estén obligando a tomar ese tipo de decisiones.
Si entráramos en el supuesto de caer en una pandemia donde nos atacara el Discerpo, ¿crees que nuestra sociedad actuaría igual a como relatas en el libro?
Sí. Y de eso estoy seguro, porque lo he pensado tanto mientras escribía Discerpo. Porque de alguna forma quería hacerlo realista, esto último entre comillas porque es una combinación de filosofía oriental con una pandemia científica. Pero sí tengo claro que toda la gente no actuaría igual y definitivamente existirían personas destructivas u otras intentando de todas formas volver a tener sentimientos de nuevo, como es el caso del joven de la novela que mata a sus mejores amigos solo para volver a sentir algo.
E igual, en una situación como la de Discerpo, ¿crees que el ser humano podría sobrevivir sin sentimientos o buscaría una forma de adaptarse?
Hay casos particulares de personas que no pueden tener sentimientos porque les destruyen el sistema límbico, que es la parte del cerebro que origina las emociones. La literatura médica dice que en esos casos no pueden tomar decisiones, ni siquiera las básicas como tomar desayuno. Esto porque los sentimientos se crearon evolutivamente para que podamos tomar decisiones.
Por ejemplo, nuestra capacidad de sentir miedo está para que apenas veamos un tigre salgamos corriendo o cuando veamos a una potencial pareja nos queramos acercar a esa persona. Los sentimientos evolutivamente están para ayudarnos a tomar decisiones y todo con el objetivo de sobrevivir.
La publicación de tu novela coincidió con la pandemia, pero consideras que ya estamos en una etapa en la que se pueda escribir desde la ficción temas relacionados a lo que acabamos de vivir.
Yo creo que depende del objetivo. Por ejemplo, la decisión de publicar Discerpo se llevó a cabo en febrero del 2020, antes de que empiece la pandemia. Pero si es que uno simplemente quiere agarrar algo coyuntural, por el hecho de que está en la mente de todos, le preguntaría si realmente eso es lo que quiere.
En cambio, si alguien escribe sobre la pandemia con un objetivo aparte, como darse cuenta que esta situación ha mostrado cierta parte de la sociedad o que quiera explicar una dinámica familiar, por supuesto que sí.
Sobre el autor:
Victor M. Lozada Andrade nació en Arequipa. Tiene licenciaturas en Economía Política y Psicología de la Universidad de Georgetown en Washington D.C., Estados Unidos y un Master en Administración de Negocios del Instituto de Empresa (IE Business School) en Madrid, España. Ha trabajado en comunicación empresarial, manejo estratégico de medios digitales, emprendimientos tecnológicos y publicidad en México, España y Malasia.
Sobre la obra:
Discerpo ha sido publicada por la editorial Animal de Invierno. Puedes las primeras páginas del libro a continuación: