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Cultural

Las otras disquisiciones de Víctor Hurtado Oviedo

Online. El periodista y escritor peruano ha publicado Otras disquisiciones, ahora en edición virtual, libro en el que reúne sus textos corregidos y aumentados.

Víctor Hurtado Oviedo
Víctor Hurtado Oviedo

Por: Fernando Carrasco Núñez

Víctor Hurtado Oviedo (Lima, 1951) ha publicado, al margen de sus polémicas por el tema de género, Otras disquisiciones, ahora en edición virtual, en el que reúne textos periodísticos que ha venido publicando desde 1996 en revistas y diarios del Perú y Costa Rica, donde reside desde 1989. Estamos frente a un extenso libro -ahora aumentado- compuesto de siete capítulos integrados por artículos, crónicas y ensayos. El volumen conjuga didactismo, inteligencia y experiencia de vida. Fluye también un aire de cuestionamiento y burla contra los grupos de poder. Leer en http://www.otrasdisquisiciones.com/.

En el capítulo primero, “Todos los mundos”, desarrolla temas contemporáneos. Pone énfasis en el comportamiento humano. Toma como referencias citas propicias de clásicos griegos y latinos. En el segundo capítulo titulado “A ciencia incierta” aparecen artículos donde se entrecruzan los descubrimientos científicos con asuntos literarios y filosóficos. Verbigracia, Historia natural de los sentidos, de la bióloga Diane Ackerman, es un buen pretexto para evocar a Marcel Proust.

El tercer capítulo, “Oficio de la palabra”, es todo un elogio a escritores como Cervantes, Uslar Pietri, Alfonso Reyes, Francisco Umbral —uno de los referentes de nuestro autor—, a quien designa como “un barroco que nunca se hunde en las sombras”. A Borges y Ramón del Valle Inclán, maestros del estilo literario. Y entre los nuestros, rinde tributo al periodista ejemplar César Lévano y a Julio Ramón Ribeyro. También aborda otros temas como la nostalgia por el arte de dictar cartas o el trabajo de los escritores estilistas de quienes sostiene que “visten de elegancia las ideas y convierten un diccionario en un poema o en un cuento”.

El capítulo cuarto titula “Estante quieto”. Aquí hallamos reseñas de libros y semblanzas a escritores. Resalta el aporte de Dashiell Hammett. Celebra el humor y la brevedad de Monterroso, así como la fina ironía de Valdelomar como cronista periodístico: “Cuando Valdelomar escribe a máquina, sus dedos picotean, con letras de hierro, el prestigio del militarismo”.

Destaca la épica con el lenguaje de César Vallejo. Entre otros asuntos, nos presenta a un Julio Cortázar ensayista. Y no pierde la ocasión para deleitarnos con expresiones incisivas y chispeantes: “El artista peruano Juan Acevedo dibuja a los políticos con un amor que no merecen”, “Cierto día, Laura Esquivel dejó volar su imaginación: nunca volvió”.

“La esquina del poema” es el título del capítulo quinto. Aquí Víctor Hurtado traza breves y acertados apuntes sobre múltiples poetas como Góngora, Quevedo, Miguel Hernández, Martí, Darío, Lezama Lima, José Hierro, Eguren y César Vallejo, a quien nos presenta en sus días grises y tristes en Lima.

El capítulo seis, “El doctor Solecismo es respondón”, está escrito con un tono zumbón y disopilante. A través de misivas, se absuelven dudas de orden gramatical. Los interesados en la corrección del idioma tienen aquí la oportunidad de seguir aprendiendo de un modo didáctico y risueño.

Y puesto que don Víctor piensa que los libros deben ir alegrándose como la vida, en el capítulo final titulado “Música, maestro” rinde homenaje a la buena música y a los músicos inmortales: Pérez Prado, la Sonora Matancera, Los Panchos y Los Tres Diamantes. Rinde tributo a boleristas como Toña la Negra, José Cheo Feliciano, Daniel Santos y al rey del bolero ranchero Javier Solís, a quien le dedica una crónica espléndida.

No se olvida de los compositores como Agustín Lara. Y vapulea con fina ironía o con sarcasmo lapidario a cantantes como Luis Miguel, “quien ‘canta’ con voz muy grave, pero en el sentido médico de la palabra”; a Thalía, quien “debería aprender de la hache de su nombre, que es muda”; a Julio Iglesias, quien al lado de su hijo “prueban que el talento no se hereda, pero la falta de talento sí”.

Otras disquisiciones es un libro de grata lectura por su lenguaje elegante y sus temas variados, una suerte de aleph borgeano que nos permite aproximarnos a diferentes puertas del conocimiento.

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