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Cine y series

La trilogía de la depresión: Lars von Trier, melancolía y su clímax artístico

“La tierra es perversa”, clama el cineasta. El infernal descenso de una pareja, el drama de una ninfómana y el inevitable impacto con otro planeta lo confirman. De eso tratan las películas Anticristo, Nymphomaniac y Melancolía.

Obras maestras del cine moderno. Foto: composición / Coproducción Dinamarca-Alemania-Francia-Polonia-Suecia-Italia
Obras maestras del cine moderno. Foto: composición / Coproducción Dinamarca-Alemania-Francia-Polonia-Suecia-Italia

Lars von Trier es uno de los artistas más originales del panorama cinematográfico. Sus películas nunca dejan indiferente a nadie. Sobre todo su famosa trilogía de la depresión conformada por Anticristo (2009), Melancholia (2011) y Nymphomaniac (2013). Todas cuentan con la protagonista Charlotte Gainsbourg como nexo de estas historias inspiradas en los propios miedos y emociones que el cineasta atravesaba tras sufrir una aguda depresión.

Los largometrajes mencionados constituyen un oscuro ensayo sobre los rincones más profundos y siniestros de la psique humana. Pese a estar divididos en capítulos, no hay tregua al espectador ni se ofrece un solo minuto de esperanza. El objetivo no es el de encontrar consuelo después de todo, sino abrazar ese caos humano.

“Cuando mi terapeuta vio mi película, me envió enseguida una nota diciéndome lo descontenta que estaba. Definitivamente no quiere mostrársela a sus potenciales clientes”, fueron las palabras del director para El País. Una vez vez advertido, te contamos de qué tratan las cintas provocativas como solo Lars podía hacerlas.

Anticristo (2009)

Enmarcado por tres capítulos titulados ‘dolor’, ‘desconsuelo‘ y ‘desesperación’, el cineasta nos muestra cómo la protagonista sufre una crisis depresiva tras la muerte de su hijo. Ante esto, su esposo decida tratarla psicológicamente, con ese afán soberbio y necesidad de querer controlarlo todo. Poco a poco, el mundo racional se ve aplastado por fuerzas más allá incluso de lo natural.

Contrario al cine espiritual de Tarkovsky, el de Lars von Trier lo homenajea como una especie de antítesis. En esta visión, el hombre batalla contra una naturaleza oscura, incontrolable, carnal y mitigante de cualquier luminosidad. En definitiva, una obra maestra que nos golpea con su crudeza, perturba, envuelve en atmósfera sutilmente satánica y recuerda que lo grotesco también puede ser arte.

Melancolía (2011)

Con su estilo inconfundible, Lars se propuso plasmar en pantalla la crisis existencial del ser humano ante su eminente extinción. El planeta Melancolía se dirige hacia la Tierra y solo nos queda ver cómo los protagonistas luchan contra sus miedos. Con imágenes tan oníricas como hipnóticas y una narrativa marcada fatalismo, al público le queda entregarse a la destrucción y al fin absoluto.

No hay suspenso de por medio, búsqueda de culpables ni salvadores que estallen la imparable amenaza. Esta es una versión única del desastre que hará temblar a más de un egocéntrico. No hay un final feliz. Solo es un final que da pie a la resignación, desesperanza, aceptación e incluso compasión durante las últimas horas antes del apocalipsis.

Nymphomaniac (2013)

Como broche de oro, el cineasta nos presenta a una ninfómana llamada Joe y su insólita búsqueda de placer. Como se dará cuenta más tarde, el deseo nunca se satisface del todo y esto la hará adentrarse en una serie de experiencias que la llevarán al límite así como al espectador. Se trata de un retrato individual sin mayores pretensiones que no busca juicios ni resoluciones, sino mostrar el poder de la carne y la crueldad del sexo.

Licenciado en Periodismo en la Universidad San Ignacio de Loyola, crítico de cine y redactor en La República. Mis intereses: el cine, poetas malditos, todo revés proveniente de un buen thriller o fatilismo de una novela negra.