Arequipa: la dama de miel de Chuquibamba

Georgina Alarcón continúa la tradición dulcera de dos generaciones en el apacible pueblo de Chuquibamba (Condesuyos, Arequipa).,Martín Vargas / Revista Rumbos Chuquibamba era entonces un apacible pueblecito con su plaza bien puesta y cuatro tripas de asfalto entrecruzadas que, desde las pequeñas montañas que envuelven al poblado, aparentaban formar un enorme michi dispuesto sobre casitas de techos de calamina y paredes de barro colorado. PUEDES VER: El divino sabor de la lúcuma Ese era el barrio donde nació Georgina Alarcón. El pueblo creció a pasos agigantados, pero que no ha perdido su esencia: tratar al forastero como pariente, rendir tributo a la Inmaculada hasta las últimas consecuencias, y seguir blandiendo como orgullo el tener los mejores dulces de Condesuyos, una de las ocho provincias de la región. Y eso lo tienen claro todos los vecinos de Chuquibamba, a solo 5 horas de la ciudad de Arequipa. Si alguien tiene un antojo sabe que puede aplacar la gula en la pastelería de Doña Patricia. Sí, los chuquibambinos aún llaman de esa manera al búnquer artesanal de alfajores, bizcochuelos, rosquitas y pan. Y es que fue doña Patricia, la madre de Georgina, quien fundó la dinastía dulcera en la familia y quien se encargó de transmitirle todos sus secretos, recetas antidiluvianas y bártulos dulceros a la buena Georgina para asegurarse que la tradición no estire la pata. Chuquibamba, tierra de dulces. Foto: Archivo Rumbos "Mi madre fue la fundadora de una tradición que continuará con mis hijas", cuenta con los labios partidos y la mirada de abuela chocha, la risueña Georgina, mientras despacha 10 soles de colación, una mistura de panes que se vende especialmente durante la fiesta de la virgencita de la Concepción en diciembre. Pero esta tradición dulcera, según los vecinos más añejos y los nietos de Georgina, viene desde antes de la guerra con Chile. Cuenta la leyenda que en 1870 la abuela de Georgina, una madonna llamada Fortunata, salió de misa un día con tanta prisa como alma que lleva el diablo. No paró hasta su cocina. Cogió harina, mezcló huevos con chancaca y pequeñas cantidades de miel y azúcar, y tras dos horas de enclaustramiento silencioso, volvió a la iglesia para dejar el menjunje a los pies de la virgencita. Así nació la estirpe dulcera. "Antes pué no había bolsas de plástico, la gente venía con manteles blancos y decía: deme la colación, esto quería decir me llevó pan de rosquitas torcidas, alfajores, bizcochuelos, maicillos, pan cholo, oquendos", recuerda Georgina sobre su niñez, cuando acompañaba a doña Patricia en el mostrador de la pastelería. Si uno pregunta en Arequipa donde hacen el mejor pan, sin duda uno de los puntos referidos será Chuquibamba, la tierra de los errantes, el pueblo cuyo nombre significa 'tierra dorada' y que, gracias a Dios, aún conserva ese airecito encantador de pueblo libre de contaminación cultural y donde uno puede desconectarse de la ciudad y sus demonios. Aquí en Chuquibamba es dominio de la mamima concepciòn y de los dulces de la Georgina. Así sea.