Cuando dos personas tienen un conflicto que escala suelen optar por un proceso judicial para que, a través de una sentencia, un juez les diga si tienen o no la razón (posiciones competitivas), y así acabe dicho conflicto. Pero, ¿una sentencia judicial realmente finaliza el conflicto? ¿Es el mecanismo más efectivo?
“Un proceso judicial se caracteriza por ser riguroso. En él, las partes deben someterse a plazos y etapas establecidos por ley, con actuaciones y trámites que son llevados a cabo por sus abogados. Por eso, las partes dejan de tener protagonismo y pierden relevancia sus emociones y necesidades reales. La sentencia dará una solución que las partes no han construido (lo que genera riesgos de incumplimiento), se basará en los aspectos legales del expediente (no atenderá sus necesidades psicológicas o de valores), y determinará al vencedor y al vencido”, afirmó Carlos Cadillo Ángeles, asociado de Miranda & Amado.
Además, explica el experto, existen factores asociados que podrían incrementar el conflicto, tales como el tiempo de espera de la sentencia y su ejecución; aumentando el coste económico y emocional para las personas.
En ese sentido, Cadillo recomienda tres mecanismos voluntarios y flexibles para resolver los conflictos, alternativa o complementariamente al proceso judicial:
- Conciliación: donde el conciliador (profesional acreditado por el Ministerio de Justicia) conduce a las partes al arribo de un acuerdo, pudiendo proponer fórmulas de solución sujetas a la adhesión o al rechazo de las partes.
- Mediación: el mediador es un profesional que domina técnicas especiales para gestionar las emociones y establecer una comunicación efectiva entre las partes, de tal forma que estas puedan construir un acuerdo de solución y restablecer su relación.
- Negociación: Solo participan las partes y sus asesores, pudiendo adoptar distintos estilos y estrategias de negociación; sin embargo, se obtienen mejores resultados si las partes adoptan estilos colaborativos (ganar- ganar).
¿Cuál de estos mecanismos conviene? Dependerá del análisis de cada conflicto, así como de lo que las personas necesitan y les interesaría obtener para su situación individual y para su relación interpersonal con la otra parte.