La terapia familiar del autismo

Casos. A un día de celebrarse el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, el esfuerzo de dos familias tiene las mejores respuestas para niños con autismo que requieren apoyo.,La terapia familiar del autismo,La terapia familiar del autismo,Carlos Vásquez. Chiclayo Sebastián tiene cuatro años y presenta algunos fenómenos clínicos del autismo. Juega en una pequeña mesa en el rincón de su casa poblada con extrañas criaturas hechas de Lego, rompecabezas de animales silvestres y muñecos de Toy Story. “¡Sabía que vendrías! Ahora quiere jugar con sus piezas de letras”, me previene su madre Claudia Rivera, mientras cambia su voz por una sonrisa. En ese pequeño espacio convertido en su salón de terapia no es difícil notarlo, pues sus palabras se mezclan con su tímido canto. Su madre intenta seguirle el juego hasta que, al verse acorralado, sonríe con la inocencia de su edad que se ve descubierto e inmediatamente su pensamiento –una característica común de las personas que, como él, tienen el Trastorno del Espectro Autista (TEA)– rechaza el contacto directo visual por no haber ideado quizá un mejor escondite. Sus lazos emocionales son apocados, pero no resiste a que sus tres hermanos le den un abrazo. Sebastián nació con buena salud en el 2013 y a los dos años diez meses comenzó a mostrar los primeros signos de alerta del autismo luego de acudir a un nido de la ciudad de Lambayeque. Tenía dificultades para socializarse con sus compañeros y problemas para desarrollar el lenguaje. “En una de las actividades realizadas en el nido detectamos que Sebastián se aislaba de sus amiguitos y jugaba en solitario”, señala y añade que tras tres días de exámenes de observación conductual, un neuropediatra confirmó el autismo en su hijo. El autismo no es una enfermedad, no es un problema mental. Es una condición neurológica. Gracias a las terapias de su madre, Sebastián va aprendiendo a sistematizar información vinculada a los temas de su interés. “Dejé de ser profesora en un colegio privado para dedicarme a Sebastián. Era necesario involucrarme en su tratamiento”, comenta Claudia. Dice que así pudo estudiar un curso de terapia de lenguaje y usar sus conocimientos para enfrentar las pocas esperanzas de hablar que tenía su pequeño. Y es que recién a los tres años, Sebastián empezó a hablar. Las terapias conductuales para autismo suelen usar pictogramas o llaveros con distintas imágenes. Sin embargo, en el Hospital Almanzor Aguinaga Asenjo las terapias solo se limitaban a armar rompecabezas y tratar de escribir en cuadernos con renglón. “Las terapias no son adecuadas, los especialistas no tienen empatía y no entienden a los niños”, advierte. INICIATIVAS Ida Chumioque Balcázar es presidenta de la primera asociación de padres de niños con autismo. “Autismo Chiclayo” nació en noviembre del 2016 y hasta la fecha agrupa a más de cien padres que buscan sensibilizar con tolerancia a la comunidad sobre las condiciones del autismo y dar a conocer los primeros síntomas de esta condición. La hija de Ida tiene 10 años y tiene oído absoluto. Puede saber en qué nota hablan las personas, reconocer sonidos indeterminados como la caída de un lápiz, recordar la tonalidad de una composición de Vivaldi. Este año culminará el tercer grado de primaria en el Colegio Félix Tello. “Tengo una niña con habilidades para la música y el arte. Quiero encontrar una sociedad donde ella no sienta desigualdad”, dice. Ida señala que los autistas pueden ser hipersensibles al ruido, pero con terapia todo es controlable. “Mi hija fue detectada con autismo a los tres años. El Estado no tienen condiciones para dar terapia a las personas autistas”, arguye.