Con mis otorongos no te metas

"El Legislativo necesita demostrar capacidad de movilización, así sea pequeña, como la de esta raleada marcha". ,Han pasado casi 20 años desde la última vez que una marcha llegó hasta las puertas del Congreso. Aquella vez se protestaba contra la re-reelección de Fujimori. Luego de eso, se enrejó la Plaza Bolívar. Y pasaron dos décadas hasta que, esta semana, se le abrió las puertas a un grupito de angustiados señores cuyas proclamas eran “No a las orgías escolares” (?) y “Género es corrupción” (!!!???). ¿Por qué el Congreso ha decidido jugársela institucionalmente por un grupo de extremistas religiosos? ¿Qué pretende Daniel Salaverry al acoger a los talibanes peruanos? No es novedad ni sorpresa que haya intereses políticos manipulando a sectas de fanáticos radicales. Pero esta vez sí hay algo notable, una diferencia con todas las otras manifestaciones de esta gente obsesionada con la sexualidad ajena: la confluencia e identificación con el Poder Legislativo. Con la clase política sumida en el descrédito generalizado y con el Congreso en sus niveles históricos mínimos de aprobación, cuesta pensar en algún movimiento social que quiera verse identificado con, digamos, Yeni Vilcatoma o (si supieran quién es) Pedro Olaechea. Y sin embargo, #ConMisHijosNoTeMetas los puso a la cabeza de su movilización y los ha convertido en rostros de sus enloquecidos reclamos. Aún más: al ser tratados con prerrogativas insólitas por parte del Legislativo, han evidenciado la profunda identificación entre el movimiento y uno de los poderes del Estado. Ambos tienen razones poderosas para hacerlo. Los líderes de los cultos, para mantener activo a su rebaño. Meterles miedos sobre la “homosexualización” de sus hijos no es suficiente; es difícil sostener las mismas patrañas durante tres años. Tienen que darles la esperanza de que ellos, los curas y pastores, tienen el poder necesario para salvarlos de estas amenazas liberales/marxistas/demoníacas. Y ese poder se representa con el acceso privilegiado al Congreso. Palo y zanahoria. Por otro lado, el Legislativo necesita demostrar capacidad de movilización, así sea pequeña, como la de esta raleada marcha. Si mañana se cumpliera el chiste de demoler el Congreso para poner un Tambo, la absoluta mayoría de peruanos no levantaría ni una ceja en protesta. Por eso súbitamente ahora todos se han vuelto cristianos ejemplares que seguramente tienen sexo solo para procrear, como señaló Tamar Arimborgo. En su irresponsabilidad, están dispuestos en llevar al país de la crispación política al enfrentamiento religioso. Quizás sí es hora de ir poniendo ese Tambo.