Comisarios de recursos humanos

Sobre el reforzamiento de la carrera pública en el Perú.,La designación del diplomático Alejandro Neyra como ministro de Cultura tras el indulto sin vacancia, generó un debate interesante que, en el fondo, tiene que ver con la independencia de la burocracia frente a las decisiones políticas de los presidentes.Neyra se desempeñaba con acierto como director de la Biblioteca Nacional cuando la renuncia de Salvador del Solar al Ministerio de Cultura por la decisión del presidente Pedro Pablo Kuczynski de indultar a Alberto Fujimori, produjo la oportunidad de reemplazarlo, quizá buscando continuidad en las políticas públicas.Esto ocurrió en el contexto de la fuerte y legítima crítica a PPK por parte de diversos sectores, incluyendo una carta firmada por una lista extensa y plural de escritores entre los que destacaba Mario Vargas Llosa.Algunos criticaron entonces con dureza a Neyra, como la catedrática Giancarla Di Laura Morales con una nota en el diario Exitosa aludiendo al “hecho moralmente controvertido de que el nuevo ministro haya aceptado el cargo dentro de un gabinete llamado de la reconciliación sin cuestionar siquiera el contexto en que dicho gabinete de emergencia ha sido formado”.Neyra no fue el único reprochado. Por ejemplo, también hubo alguna crítica a la embajadora en Irlanda, la historiadora Carmen McEvoy, por no renunciar al cargo que recién estaba por asumir, justo tras el indulto.En contra de estas posiciones hubo planeamientos mucho mejor articulados, como el de Jerónimo Pimentel en El Comercio con un ensayo interesante que, antes que defender a Neyra, criticaba a “los dueños de la verdad” que, como curas o comisarios, pontifican y condenan el comportamiento de los que no forman parte de su grey y que, con intolerancia, juzgan las intenciones del otro porque no coinciden con las de uno.El de Pimentel me hizo acordar otro artículo escrito hace más de una década aquí en La República por Antonio Zapata en el que, a propósito de una polémica sobre el mismo tema, defendía con inteligencia su desempeño durante cuatro gobiernos en IRTP.Más allá de que es muy bueno para la cultura y la diplomacia que el Perú cuente con gente como Neyra y McEvoy, quienes los critican tienen, en el fondo, un concepto bastante equivocado de la burocracia pública pues asumen que todos sus integrantes debieran estar absolutamente alineados con la acción política del presidente, en vez de estarlo, como corresponde, con las políticas públicas sectoriales que son materia de su responsabilidad directa y con el reforzamiento de la carrera pública.