John Cale en Lima: Alto vuelo musical

La conjunción de tres hombres en escena que lograron una noche crucial para la música en nuestro país,El poco público que asistió al Gran Teatro Nacional se comportó como un vendaval. Y no era para menos: John Cale, una de las leyendas vivas de la Velvet Underground, realizó un conciertazo acorde con su visión de la música: experimento sonoro, formatos híbridos, estructuras diferentes. Su capacidad para construir y deconstruir diversidad de ambientes sonoros, con capas y texturas de gran capacidad emocional y tripera. Una revisión de su prolífica y consecuente carrera, plasmada por producciones y performances que no presentan altibajos ni condescendencias ni autocomplacencias ni oportunismos para permanecer vigentes. Con un formato de trío en el que cada instrumentista utilizaba elementos poco ortodoxos para construir capas sonoras simultáneas: con Cale manipulando computadoras, teclados y set de guitarras; un baterista-bajista-y-programador-de-secuencias; y un guitarrista atmosférico con pedales, ecos, computadora y membranas electrónicas. Las canciones nunca suenan igual cuando Cale propone un concierto. Su versión del clásico de la Velvet “Waiting for the man” fue un ejemplo de ese vuelo que juega entre anversos y reversos sonoros que propuso el músico galés. Foto: Raúl García Pereira Entre el público pude reconocer a muchos artistas de la movida independiente local, como Pipe Villarán; gente de bandas como GritaLobos, Cocaína, Liquidarlo Celuloide, El Hombre Misterioso, Moldes, El Aire; gente de sellos discográficos como Buh Records y A Tutiplén Records, por mencionar algunos; gente de la prensa especializada de música y melómanos que sabían quién es John Cale. Así, recordé las palabras de Tony Wilson, creador del sello inglés The Factory (Joy Division, Happy Mondays, New Order, Certain Ratio, The Durutti Column, entre otros), quien dijo en 1976, luego del primer toque de los Sex Pistols en Manchester: “habían 40 personas de las cuales un 90% formó luego una banda que cambió la historia. Y así ha sido siempre… ¿Cuántas personas habían en la última cena? 12 nomás”... Lo importante, entonces, siempre será cualitativo. Y el concierto de Cale debe haber sido uno de los mejores que se han perpetrado en nuestro suelo patrio. Y ese pequeño público es el que cuando le toca subir al escenario construye una nueva historia para nuestra música. Por: Lourdes Bleed