Gobierno de EEUU le baja el dedo al fundador de WikiLeaks

El 7 de marzo de este año, WikiLeaks volvió a sacudir al mundo con la exposición de un “arsenal cibernético” de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para infiltrarse y destruir información de los programas de iPhone de Apple, Android de Google y Windows de Microsoft, y convertir los televisores Samsung en micrófonos, entre otros objetivos. Lo peor es que la agencia había perdido el control sobre el programa de “hacker” masivo. Al principio la CIA se negó a desmentir y afirmar la revelación, pero dio a entender que lo publicado por WikiLeaks carecía de relevancia. El 11 de abril el fundador de Julian Assange, quien se encuentra asilado en la embajada de Ecuador en Londres desde casi cinco años, publicó un artículo en el diario The Washington Post en el que justificaba la actuación de WikiLeaks, pero también advertía que la presión para enviarlo a la cárcel había aumentado considerablemente. No le faltó la razón. Después de la difusión del artículo, el fiscal general Jeff Sessions, un ultraconservador republicano racista, homófobo y anti inmigrantes designado por el presidente Donald Trump, anunció el 21 de abril que la detención de Assange era “prioridad” para el gobierno de Estados Unidos. Se trata de una nueva muestra de la hostilidad de la Casa Blanca hacia la libertad de publicar verdades que incomodan al gobierno y a toda forma de poder que pretende que los ciudadanos vivan en la oscuridad de la desinformación y no tengan capacidad de decidir en democracia.,Por: Julian Assange, editor de WikiLeaks. Traducción: Ángel Páez. La última noche que estuvo en su despacho en la Casa Blanca, el presidente Dwight D. Eisenhower dirigió a la nación un rotundo discurso de despedida con unas palabras tan importantes que le costó año y medio prepararlas. En esa ocasión “Ike” hizo la famosa advertencia al país de “protegernos de la influencia de una compra injustificada, deseada o no, de un complejo militar-industrial. La posibilidad de un incremento del poder sin control de consecuencias potencialmente devastadoras, existe y continuará”. Buena parte del discurso de Eisenhower podría ser parte de la declaración de principios de WikiLeaks en la actualidad. Nosotros publicamos verdades sobre los excesos y abusos que cometen en secreto los poderosos. Recientemente revelamos un multimillonario programa de guerra cibernética de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), que incluye la creación de peligroso armamento cibernético dirigido a espiar productos de consumo de compañías privadas, arsenal cibernético sobre el que ha perdido el control. A partir de la publicación, nuestras fuentes afirman tener la esperanza de que se inicie un debate público de principios sobre la “seguridad, creación, uso y proliferación y control democrático de las armas cibernéticas”. Aquí está el destape de WikiLeaks: https://wikileaks.org/ciav7p1/ Las verdades que destapamos resultan inconvenientes para aquellos que pretenden escamotear una de los mejores distintivos de la vida estadounidense: el debate público. Los gobiernos afirman que los reportes de WikiLeaks atentan contra la seguridad nacional. Otros señalan que revelar casos de corrupción en el ámbito de la defensa nacional es gravísimo, incluso más que la corrupción misma. Sin embargo, como Eisenhower resaltó: “Sólo una ciudadanía alerta y bien informada es capaz de movilizar el engranaje de la enorme maquinaria industrial y militar de defensa bajo nuestros métodos y objetivos pacíficos, para que la seguridad y libertad prosperen juntos”. En términos prácticos, nuestra motivación es la misma que alegan los periódicos The New York Times y The Washington Post cuando se trata de publicar información de interés público. Conforme a la Constitución de los Estados Unidos, divulgamos información que somos capaces de verificar su autenticidad, independientemente de si las fuentes llegaron a conseguir los datos con métodos legales o si tienen derecho de filtrarlos a los medios de comunicación. Y nos preocupamos por reducir potenciales peligros, por ejemplo, en los textos protegemos la identidad de los agentes de inteligencia que están en riesgo. El director ejecutivo del periódico The New York Times, Dean Baquet, defendió la publicación de información “robada” que hicimos el año pasado. “Mi argumento es que los estándares deben ser diferentes si el material ha sido robado y eso debe influir en la decisión de publicar. Pero, al final, considero que es nuestra obligación informar todo lo que podamos sobre las personas y los hechos de importancia. El jefe de la oficina en Washington del diario Los Angeles Times, David Lauter, tuvo un pensamiento similar: “Por experiencia mi posición es que la democracia funciona mejor cuando los electores acceden a la mayor cantidad de información posible… Y esa información suele provenir de partidos rivales, viejos enemigos políticos, de todo tipo de personas cuyas motivaciones podrían representar algo “desagradable” para usted”. Los medios de comunicación cuentan con una larga historia de exponer la verdad del poder con material hurtado o filtrado. Jack Anderson informó del reclutamiento de la mafia que hizo la CIA para asesinar a Fidel Castro; el diario Providence Journal-Bulletin descubrió que el presidente Richard Nixon no declaraba la totalidad de sus ingresos para no pagar impuestos; The New York Times publicó los llamados “Papeles del Pentágono”, que era documentos secretos robados; y The Washington Post informó sobre el caso Watergate con filtraciones sobre la investigación federal; por mencionar algunos casos. Confío en que los historiadores le darán a WikiLeaks a el lugar que se merece WikiLeaks en este panteón como reconocimiento por sus publicaciones. Sin embargo, las presiones aumentan para enjuiciarme. El presidente Thomas Jefferson tuvo una modesta propuesta para mejorar la prensa: “Quizás un director de periódico podría comenzar alguna fórmula de reforma de la siguiente manera: Dividir su diario en 4 capítulos: la primera con el encabezado ‘Verdades’; la segunda con ‘Probabilidades’; la tercera con “Posibilidades”; y la cuarta con ‘Mentiras’. El primer capítulo sería muy corto e incluiría además de la información documentos auténticos”. El concepto de Jefferson de publicar “verdades” basadas en “documentos auténticos” fue un presagio de lo que sería WikiLeaks. A la gente que no le gusta una melodía suele culpar al pianista. Amplios sectores del público están agitados por el resultado de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos y por la revelación de la peligrosa incompetencia de la CIA o por la evidencia de los trucos sucios que aplican los líderes de un partido político. Como Jefferson lo advirtió: “La discusión que genera (la prensa libre) debe ser tomada en cuenta. Es necesaria para tener las aguas limpias”. Los intereses creados puestos al descubierto por la información divulgada por WikiLeaks ahora demonizan el trabajo de nuestro valiente equipo y el mio. Somos presentados como odiadores de los Estados Unidos que sirven a los hostiles poderes extranjeros. Pero es un hecho que tengo una gran admiración por Estados Unidos y por la idea de Estados Unidos. WikiLeaks solamente tiene el interés de manifestar verdades constitucionalmente protegidas, las que estoy convencido son la piedra angular de la amplia libertad, éxito y grandeza de los Estados Unidos. He renunciado a varios años de mi propia libertad para asumir los riesgos que en WikiLeaks significa exponer públicamente la verdad. Pero me consuelo un poco con lo siguiente: Joseph Pulitzer, cuyo nombre lleva el galardón más preciado de la excelencia periodística, en 1909 fue acusado de haber publicado una supuesta infamia sobre el presidente Theodore Roosevelt y el financista J. P. Morgan en relación a un escándalo de corrupción en la construcción del canal de Panamá. La verdad lo liberó de la imputación.