Nací hace 63 años, fui la séptima hija de ocho hermanos hombres. Comencé a cantar a los siete años y, hace 35 años, me fui a México a descubrir quién era yo e hice una gran carrera. Vengo siempre a mi país. Ahora vine para compartir escenario con Cecilia Bracamonte y Julie Freundt en el concierto 'Divinas', hoy y mañana en el Gran Teatro Nacional. ,Soy de la generación que alcanzó a escucharte cantar La Contamanina… ¡Dios mío…! (Risas). Y oído tu voz 50 años después… Sí, la acabo de subir a Facebook, porque alguien subió la foto del disco de 45 que decía FTA La Contamanina. Escuché mi voz de niña y me puse a llorar. ¿Cómo ha evolucionado tu voz? Digamos que ha pasado por todas las etapas que he pasado yo. O sea, por momentos ha sido terriblemente cristalina, terriblemente ingenua, terriblemente cabrona. Y en estos momentos está mi voz en todos esos momentos. Y estoy fascinada. Yo creí que había notas que no podía ya recuperar… Dicen que con los años pierdes agudos. Claro, los pierdes y se van convirtiendo en graves. Pero yo tengo los graves que se me da la gana. Tengo 63 años y de pronto puedo cantar (entona con voz grave Te solté la rienda) y luego puedo dar… (y entona muy agudo Concierto para una sola voz). ¡No me lo explico! ¿Has sido de esas maniáticas que cuidan su voz como oro? No. Quien me conoce sabe perfectamente que me dediqué a vivir la vida con una enorme pasión, al filo de la navaja, sin cuidarme de nada. Simplemente dije: ¡tengo que vivir, porque si no vivo no puedo ser una intérprete! ¿Por eso te fuiste de aquí? Me fui porque quería ser yo. Quería asumir mi responsabilidad, mis errores, mis fracasos, mis triunfos, si llegaban. Entonces trabajé para eso, pero yo solita. Es que es terrible que alguien tenga tan cerca gentes que le estén diciendo cosas que a veces no son. Y a veces es la gente que la quiere. Claro. De repente te dicen que eres la más linda, la mejor cantante, que las demás son unas mierdas, y tú te la crees. Entonces decidí vivir sola para encontrarme, para descubrir quién era yo. Fue la decisión más sabia de mi vida. Pero hubo gente que no te perdonó. Ah, por supuesto. O sea, ¡¿por qué te vas si aquí te hemos dado todo?! ¡Si aquí te amamos! Yo no necesitaba que me amaran, sino que me dijeran quién era yo, si lo estaba haciendo bien o mal, que me dijeran en la cara que yo era una estúpida infantil, que no había madurado ni crecido a pesar de todo lo que había tenido al lado. Llegaste a ser un ídolo acá. Deja lo que fui a nivel popular. Tuve la suerte de tener al lado a todos los poetas, los grandes intelectuales, los grandes compositores, y no había madurado como intérprete. Me había convertido en una simple traductora de las ideas de ellos. Yo cantaba (entona con voz ingenua No, no, no de Andrés Soto). ¿Te sentías un poco como el papagayo de los poetas? Me sentía un poco esa cantante intermedia entre el sentimiento de los compositores y del público, pero no me sentía intérprete. Yo sentía que me faltaba madurez, me faltaba vivir… Ya tenías ideas socialistas, ¿no? Por supuesto. El primero de mayo, en la Plaza de la Unión, allá en el balcón, yo salía a cantar (entona Plegaria a un labrador, de Víctor Jara). Cuando yo cuento todas estas historias, nadie me las cree, pero tengo tres editoriales detrás de mí para que yo cuente mi historia. ¿Por qué no la has hecho? Yo no quiero una biografía. Yo soy parte de las miles de niñas que nacen en pueblos olvidados de toda América del Sur y que tienen historias que corresponden o al surrealismo mágico o al surrealismo trágico, como yo le llamo. ¿En tu caso fue el mágico o trágico? En caso fue el mágico, porque cuando nazco en el seno de una familia obrera, pero nunca sentí que yo era una niña pobre. Nunca me faltó aunque sea un caldo de huesos de pescado. Pero eso te marcó, me imagino. Lo superé cantando y contando. Alguna vez te oí decir que tu voz te ha sanado. ¿De qué dolor te ha sanado? Las separaciones en vida. No es lo mismo que se te muera alguien, porque sabes que ya está en un ataúd o en un cofre, pero las separaciones en vida son terribles, porque tú dices: ellos siguen viviendo sin mí, no fui tan importante. ¿Cuál fue la que más te ha dolido? Son muchas. Cuando decidí irme, me fui totalmente sola, sin recortes de periódicos, sin trofeos, sin los vestidos que yo usaba. Nada. Paco García, que fue tu pareja, me contó que llevaron un video que habían hecho ustedes y que fue como tu única carta de presentación. Sí, él fue conmigo a México y eso se vio allá, pero mi carta de presentación soy yo (risas). Y sigo siendo yo. A ti te puede llevar Almodóvar o Ennio Morricone, pero si tú no respondes no sirves para nada. La gente habla de la magia de tu voz. ¿No serás un poco bruja? No seré: ¡soy bruja! (Risas). Soy séptima hija de ocho hermanos… Imagínate, nací a cinco kilómetros del Señor de Sipán… ¿En qué más eres bruja? En mis predicciones, mis convicciones, mi coherencia, mi forma de ser… Sé cuando un disco mío va a pegar. Soy bruja en el sentido de que tengo tino para hacer las cosas, porque tengo una percepción muy exacta de lo que puede pasar… Tú que tienes premoniciones y dices que vas a ser longeva... Sí, mi madre murió hace poco, dos meses antes de cumplir cien años. ¿Qué te ves cantando a los cien? (Risas). No sé. Tal vez: cuando estoy triste elijo / mi cajita de muuusica / no lo hago para nadie solo porque me guuusta... ¿#MaricarmenMarín en la Casa Blanca o en la OEA? http://t.co/c7HSb1H3pT pic.twitter.com/LpiI0gPUqk — Ocio LaRepublica.pe (@OcioLaRepublica) julio 22, 2015