Artesanos cusqueños en triunfan en Argentina

HISTORIAS DE ÉXITO. Willy Quispe es un artesano cusqueño que emigró hace diez años a Argentina. Edith le siguió los pasos. Triunfan en lo suyo pese a la grave crisis argentina.,Artesanos cusqueños en triunfan en Argentina ,Artesanos cusqueños en triunfan en Argentina ,Jorge Jiménez Bustamante Cada mañana cerca del estadio La Bombonera, en el barrio La Boca en Buenos Aires, Willy Quispe coloca un parlante en la puerta de El Bar de Willy para atraer clientes. No es un bar como los peruanos donde se vende cerveza, sino una tienda de venta de souvenirs. Su letrero tiene los colores azul y amarillo del club Boca Juniors y en los bordes escudos de clubes de fútbol de todo el mundo, incluyendo los peruanos. El bar de Willy está detrás de una de las gigantes tribunas de La Bombonera. PUEDES VER: Peruanos en Argentina colaboran con damnificados Quispe es uno de los más de trescientos mil peruanos que migraron a Argentina en las últimos años en busca de nuevas oportunidades. Llegó desde el Cusco y ahora su negocio le permite mantener a su familia. A quinientos metros del bar está la galería comercial “El punto de Caminito”. Edith Cusipaucar, otra cusqueña, tiene su puesto de venta de camisetas, llaveros, chompas, alfajores, vino, materas y lo que cualquier turista busca como recuerdo de la capital bonaerense. El 90% de los comerciantes de esta galería son peruanos. Se conocen entre todos. La mayoría viste los colores de Alianza Lima. Se reúnen los fines de semana para bailar y tomar unas Quilmes, la cerveza más popular en La Boca. “La semana pasada acompañamos la procesión del Señor de los Temblores”, cuenta Edith Cusipaucar. Ella nació en el distrito de Santiago, en Cusco, pero al igual que Willy Quispe tiene acento argentino. “Somo artesanos, ¿viste? Mi trabajo lo hago en cuero. Me vine porque en mi tierra hay mucha competencia. Mi esposo Víctor fue el de la idea ¿viste?”, dice. Los Quispe y los Cusipaucar migraron hace diez años a Buenos Aires. Ahora su economía mejoró aunque la crisis argentina también golpea. “Mi enamorada Carmen Rosa Vilcanchaya vino y vio una buena posibilidad de negocio”, recuerda Willy con un gracioso acento gaucho. “Y nada, con la chispa y la onda que le ponemos aquí nos va bien, felizmente”, dice mientras va mostrando los cientos de souvenirs que cuestan entre 100 y 500 pesos argentinos, unos 60 y 300 soles. TRABAJAN DURO Willy sabe atraer turistas para ganarse su cariño y su dinero. Mientras cuenta su historia, aparece Joao, un brasileño hincha del Atlético Mineiro. Su cuñada Angélica, quien la acompañaba esa mañana, ama al Cruzeiro. En el parlante empezó a sonar el himno del Mineiro. Willy abrazó a Joao y se pusieron a cantar a voz en cuello y en buen portugués. El brasileño se emocionó y bebió un largo trago de la Quilmes en lata que llevaba en la mano. Luego empezó a escoger los objetos que compraría. “Escuchar aquí el himno de mi equipo me conmovió”, dijo Joao, pero al poco rato empezó a protestar porque Willy colocó el himno del Cruzeiro para que la dama también se sintiera feliz. “En Cusco trabajé de guía de turista, por eso conozco algunos idiomas y los sigo estudiando. Aquí tengo las banderas de todos los clubes. Te mostré la del Melgar y tus amigos se emocionaron con el himno, ¿sí o no?”, acertó. Por su buena atención vendió cerca de 200 dólares en souveniers en menos de diez minutos. En un buen día, su negocio es visitado por mil turistas. Sus vecinos no se quedan atrás. En otras tiendas hay estatuas de jugadores: Juan Román Riquelme, Lionel Messi y Diego Maradona con la copa de campeón del mundo en México '86. También una figura de Mafalda. En el ambiente hay olor a chorizo a la parrilla, calles coloridas, parejas bailando tango y los jaladores que ofrecen todo tipo de productos. Un plato de parrilla cuesta entre 60 y 80 soles. EXTRAÑAN SU TIERRA Los peruanos que tienen sus negocios en La Boca darían todo por cambiar un bife a la parrilla por un chicharrón de chancho con su ensalada de cebolla y hierba buena, un litro de mate por un caldito de cabeza bien caliente. “Se extraña la patria y a la familia, pero aquí estamos trabajando duro”, dice Alex. “Allá está mi familia, los extraño y les envío buenas vibras. Ojalá que mi Cienciano vuelva a primera ¿viste?”, agrega Edith.