Una próxima guerra no tan santa

De un tiempo a esta parte los movimientos religiosos fundamentalistas –católicos y evangélicos– tienen una mayor presencia en la política peruana. Hace unas semanas lograron lo que podría ser su primer triunfo: la censura por el Congreso del ministro Jaime Saavedra acusado de permitir actos de corrupción en su sector y de retraso en los Panamericanos pero también por incluir, como parte del currículo escolar, lo que estos sectores llaman la “ideología de género”. La ofensiva política de estos sectores tuvo como un hecho destacado un plantón que realizó el Movimiento Civil Profamilia Provida frente al ministerio de Educación. En el manifiesto que este movimiento publicó se decía que la “ideología de género” es “peor que el aborto” y que es parte de un “plan diabólico” que “mata el alma de los niños”. Luego de la censura al ministro Saavedra, estos mismos sectores fundamentalistas han continuado con su campaña. Hace unos días, el siete de enero, el Cardenal Juan Luis Cipriani en RPP, seguramente tras conocer el Decreto Legislativo 1323 promulgado por este Gobierno el cinco de enero que penaliza y sanciona, entre otros temas, la discriminación por identidad de género, por origen de raza, sexo y orientación sexual, dijo: “Queremos enseñarles a nuestros niños que las mujeres pueden ser hombres y los hombres pueden ser mujeres… Si seguimos en este engaño de que todo puede ser, que no cohíbas a los niños, entonces démosles de comer caca en vez de un pedazo de carne. O también démosles un poco de veneno”. Por su parte, el colectivo “Parajes reales” en un comunicado del 6 de enero y refiriéndose al mismo D.L. afirmó sin el menor empacho que “comenzó la persecución contra quienes se opongan a su agenda homosexualista” y que podían ser denunciados, procesados y sentenciados todos aquellos que se opongan a la “ideología de género”. Con ello lo que estaba diciendo es que no se debe sancionar la violencia familiar, la homofobia y el feminicidio, algo así como pedir una licencia para seguir maltratando y asesinando a mujeres y homosexuales. Para el Cardenal y para estos colectivos religiosos, en particular el conocido “Con mis hijos no te metas”, lo que se viene es una suerte de guerra político-religiosa en la cual hay que defender como sea una “vida cristiana” que unos ateos y apóstatas quieren destruir. No en vano el Cardenal habla de iniciar una cruzada contra esta “ideología de género”. Por ello, sus principales banderas son luchar contra la igualdad de género, entre hombres y mujeres, oponerse al derecho que todos los seres humanos tienen a ser reconocidos como dignos e iguales al margen de su orientación sexual y la defensa cerrada de la familia tradicional y del matrimonio exclusivamente entre hombres y mujeres. También frenar los avances que se están logrando tanto en el Poder Ejecutivo, que tiene entre sus hitos el Plan de Igualdad de Género el 2011, durante el gobierno de Ollanta Humala, y recientemente el D.L. 1323, como en el Poder Judicial al ordenar al RENIEC que reconozca el matrimonio entre Óscar Ugarteche y Fidel Aroche, dos ciudadanos del mismo sexo casados en México. A diferencia de ello es en el Congreso donde se expresan con más fuerza las posturas conservadoras. Que ello sea así no es nada fortuito. El Perú tiene el extraño “privilegio” de ser la cuna donde se inició la lucha contra la llamada “ideología de género”. Fue por los años de 1996 donde apareció por primera vez, en un documento de la Iglesia Católica en el Perú, el llamado a condenar y a luchar contra esta “ideología”. Luego esta posición se fue extendiendo en América Latina hasta llegar al Vaticano para convertirse en política oficial. Hoy, estos sectores conservadores, son una red nacional e internacional que está en la mayoría de países de América Latina, en Europa y EE.UU., como muestra un reciente informe de Carlos Bedoya en la Mula.pe: “¿Quiénes son Con mis hijos no te metas?”. Que mezclan política y religión, algo por lo demás explosivo y peligroso. Que manejan grandes sumas de dinero, que están asociados a iglesias, pastores, jerarquía eclesial, partidos de derecha, congresistas, empresarios y medios de comunicación. Listos a continuar una cruzada que iniciaron hace algunos años. Por eso creo que una “guerra no tan santa” es lo que se viene. ¡Que Dios no coja confesados!