Manutención de padres ancianos

Ellos son los responsables Benjamín Edwards, Director de agencia Tribal 121. La creencia que si yo le pago la salud, la educación y un techo a mis hijos, me da derecho a pedirle asilo en su casa o usar sus recursos cuando lo necesite, es un pensamiento inadecuado. Otra cosa es que ellos ofrezcan hacerse cargo de uno porque quieren o pueden sin que esa decisión no interfiera con la vida que han decidido llevar. El cariño no se devuelve con dinero. No quisiera hipotecar la vida de mis hijos con una deuda, un negocio mal llevado o una enfermedad. Es un deber tener una cultura previsional, ahorrar, tener activos, un patrimonio, pagar un seguro que nos permita vivir sin ser una carga para otros, incluso para el Estado. Ser buen padre y ciudadano también consiste en hacer todo lo posible para contribuir y no destruir. La labor del Estado debería enfocarse en aquellos con menos recursos para romper el círculo vicioso que establece un asistencialismo dañino. Es un deber familiar José Luis Mejía, Escritor y docente. En un mundo ideal, con sistemas de jubilación y de salud justos, los padres no deberían esperar que sus hijos los mantengan en la vejez; en el mundo real, donde las pensiones son propina, el sistema de hospitales públicos es un desastre, la medicina privada, un lujo y el acceso a la buena educación está limitado a la capacidad económica de los padres (que sacrifican posibles ahorros e inversiones para pagar mejores colegios y universidades para los hijos), la situación cambia. No se trata de apañar a adultos que dilapidaron sus ingresos y llegaron a la ancianidad quebrados, hablamos de seres humanos que se sacrificaron para que sus hijos tuvieran mejores oportunidades. Probada la inutilidad del Estado, solo queda a los miembros de las familias apoyarse unos en otros, como, en la práctica, ha venido ocurriendo desde hace generaciones en la tradición latina que privilegia la comunidad frente al individuo.