Buscando un enemigo común

Para el fujimorismo se ha vuelto terriblemente importante que todos ataquen al gobierno de Ollanta Humala, como prueba de no estar amarrados con él. Pedro Pablo Kuczynski viene repitiendo con paciencia que no tiene nexos con el humalismo, Pero Fuerza Popular no se convence, y sigue con las acusaciones. Primero fue la versión de que PPK era el candidato de Humala, y que este conspiró con él para ganar las elecciones de junio. Luego ha sido la protesta por el nombramiento de ministros y viceministros del pasado gobierno, e incluso de anteriores gobiernos. Hasta ahora FP no ha hecho cuestión de Estado con esto, pero sí una campaña de declaraciones. Hay por lo menos dos explicaciones para esto. Una es la percepción de que el antihumalismo podría ser la plataforma ideal para un acercamiento FP-PPK. Otra explicación es que la satanización del humalismo tendría como efecto una legitimación del pasado fujimorista, y de rebote de su actuación presente. Criticar al gobierno que acaba de salir es una práctica estándar, e incluso en muchos aspectos es inevitable para que el nuevo poder se cubra las espaldas. El proceso ya ha comenzado. Por ejemplo Alfredo Thorne, del MEF, ha venido detallando los problemas, muchos de ellos serios, que se ha encontrado, y no solo en su ministerio. Pero eso no es lo que FP parece tener en mente. Lo que quiere es una campaña de denuestos en forma como la que ellos sienten haber padecido a lo largo de estos años, y un proceso de investigaciones parlamentarias de tipo megacomisión, como las que alegremente llevó adelante el humalismo durante sus cinco años. Da la impresión de que por algún motivo FP necesita la colaboración del Ejecutivo para llevar adelante su campaña antihumalista. Como un unificador de la derecha y como una forma de ampliar la mayoría que ahora FP tiene en el Legislativo. De paso se buscaría esterilizar el potencial centro-izquierdista del nacionalismo. Por el momento nadie en el gobierno o en la oposición no fujimorista tiene muchas ganas de hacer leña de la familia Humala o de su gobierno. Tampoco, ciertamente, de asociarse con ellos. Salvo para hacer, como alguna vez dijo Mao Tse tung, “que el pasado sirva al presente”.