Keiko Fujimori está en un serio dilema. Tras 5 años de trabajar como jamás en su vida, recorriendo el interior del país llevando regalos, dádivas y amadrinando “donaciones”, el pan podría quemársele en la puerta del horno. Joaquín Ramírez, secretario general de su partido (de licencia), es sujeto de investigación de la implacable agencia antidrogas estadounidense, DEA. No es poca cosa y los fujimoristas lo saben. También saben que el hecho de que los agentes de la DEA hayan declarado ante cámaras para confirmar la investigación no es casual. La autorización para que declaren ante cámaras es algo que solo sucede pasando muchos y altos filtros. Y la DEA no investiga por gusto. Keiko Fujimori puede victimizarse todo lo que quiera, como cuando llamó arrebatada a Cuarto Poder a decir que la atacaban por ser mujer. Joaquín Ramírez podrá victimizarse todo lo que quiera, como cuando salió a decir que lo discriminaban por ser un cholo con plata. Solo que la victimización funciona si las denuncias son endebles o armadas. Y este, lo saben, no es el caso. Y aunque puede que el momento y la forma de hacer pública la investigación haya sido de laboratorio, el fondo de la denuncia, la materia de sospecha e investigación a Ramírez, es sólida, sustantiva y ellos, por supuesto, lo saben. Entonces, ¿por qué Keiko Fujimori blinda a Joaquín Ramírez? La respuesta se remite a la misma defensa que Alberto Fujimori hizo de Vladimiro Montesinos. Ciertamente, los tiempos y las circunstancias han cambiado desde ese fujimorismo hasta el de hoy. Las mismas sombras pero los perfiles del círculo íntimo están acorde al nuevo contexto del fujimorismo. Si Alberto tuvo su Montesinos, Keiko tiene su Ramírez. Montesinos fue el abogado que le resolvió corruptamente todos los chanchullos de sus propiedades a Alberto Fujimori y luego se convirtió en imprescindible para hacer y deshacer en todos los poderes e instituciones del país. Alberto compró la fidelidad de miles de peruanos postergados por todos los gobiernos anteriores (con la plata que nos robó a todos) para ponerles un caño, un colegio o una pista. Montesinos era su cajero con nuestra plata. Pero el fujimorismo lleva fuera del poder más de 15 años y el clientelismo (compra de conciencias con dádivas y regalos) que Keiko sabe bien fidelizó al núcleo duro de peruanos que ella ha heredado, debe continuar para su supervivencia más allá de su padre. Entonces entra en escena este congresista y financista que apareció en las noticias en febrero pasado agrediendo a los arequipeños en el aeropuerto (https://goo.gl/AuQrai). Entonces se supo que Joaquín Ramírez estaba siendo investigado en el Perú por lavado de activos. Y aunque Keiko Fujimori dijo en CADE 2015 (https://goo.gl/JtXK3U) que cuando Ramírez entró al partido en 2011 estaba limpio, siguió defendiéndolo pese a la investigación del Ministerio Público por su inexplicable patrimonio de 7 millones de dólares, 38 inmuebles y 34 vehículos. La historia del cobrador de combi que se volvió millonario no parece cuadrar (http://goo.gl/x8OUu4). ¿Qué provee Ramírez a Keiko que proveía Montesinos a Alberto? Plata. Aquí dos ejemplos de lo que en estos 5 años ha venido haciendo Keiko de la mano de Ramírez. Verano de 2014, inauguran una lujosísima iglesia en provincia gracias a la benevolencia de Joaquín y su familia. La madrina: Keiko (https://goo.gl/OBkc07). Otro botón de muestra: año 2015, otra vez Joaquín Ramírez inaugura una loza deportiva a todo dar en el centro poblado de Huacataz. La madrina: Keiko: https://goo.gl/OpHNuX. Las casas donde funciona el partido de Keiko, las decenas de autos que usa en campaña, y más. El problema es que todo ese dinero hoy en día está comprometido por la sombra de dinero sucio, lavado. Pero Keiko ha elegido serle leal a Ramírez. “Ramírez puede ser el hombre más importante del segundo fujimorismo. Y que haya “pedido licencia” mientras duren las investigaciones es otro capítulo de la farsa”, ha dicho César Hildebrandt. Una farsa que ya conocemos: como Alberto de Montesinos, Keiko no se desprenderá de Ramírez.