Mucho se ha dicho ya sobre los resultados de las elecciones del domingo pasado en el ámbito presidencial; prefiero por ello concentrarme en el Congreso. El próximo Congreso será un actor fundamental, independientemente de los resultados del 5 de junio. Fuerza Popular, con 72 congresistas, contará con el 55% de la representación, prácticamente lo mismo que obtuvo Cambio 90 – Nueva Mayoría en 1995, cuando Alberto Fujimori ganó en primera vuelta con el 64% de los votos. Esto significa que, si gana Kuczynski, necesariamente debe contar con el aval de FP para aprobar cualquier iniciativa; y si gana K. Fujimori, no tendrá excusa para decir que algo no puede ser aprobado por la falta de apoyo del Congreso. Incluso podría conseguir con facilidad los 87 necesarios para hacer reformas constitucionales. En otras palabras, su gobierno cargará con los pasivos tanto del Ejecutivo como del Legislativo. Se ha dicho, con razón, que para Kuczynski gobernar no sería fácil, con apenas 18 congresistas, menos del 14%, con representación en apenas 8 regiones del país. Además, ellos son parte de un “sancochado” armado para esta elección, cuya continuidad hacia el futuro es incierta: una típica “coalición de independientes”. Tienen por delante un gran reto de coordinación, la ventaja es que cuenta con liderazgos importantes. La bancada del Frente Amplio, con 20 miembros, podrá ser un actor muy relevante, con liderazgos importantes como los de Marisa Glave en Lima, Wilbert Rozas en Cusco y Alberto Quintanilla en Puno, por ejemplo. Y si bien solo tienen un 15% de la representación, tienen presencia en 14 circunscripciones (sobre todo en la sierra) y un activo fundamental: una mejor posibilidad de relacionarse con lo que la colega Carmen Ilizarbe ha llamado “el factor calle”, que no tiene representación partidaria, pero que resultará fundamental como factor de oposición a cualquiera de los dos posibles gobiernos, ya sea para confrontar la imposición de algunas reformas económicas o proyectos de inversión cuestionados como para levantar temas asociados a la lucha contra la corrupción y la impunidad, la defensa de los derechos humanos, derechos reproductivos, derechos de minorías, luchas contra prácticas de discriminación, etc. Tampoco será fácil un gobierno de K. Fujimori. ¿Será su bancada tan cohesionada como lo fue en los gobiernos anteriores? Si en efecto existe una división entre “keikistas” y “albertistas”, ¿logrará Keiko imponerse? ¿Cuáles son sus operadores políticos? Si de un lado se ponen Luz Salgado y Kenji Fujimori, ¿quién se pone al frente? ¿Úrsula Letona junto con los recién llegados Luis Galarreta y Lourdes Alcorta? Esas disputas y alineamientos serán cruciales.