Lesther Alemán, la voz de un país que se desangra

NicaraguaEl estudiante nicaragüense Lesther Alemán encaró públicamente a su presidente, Daniel Ortega, acusándolo de tirano y genocida. Esto le valió una denuncia por terrorismo y varias amenazas de muerte. Desde su refugio, conversó con Domingo sobre la grave situación de su país. ,La voz de barítono de Lesther Alemán Alfaro no se corresponde con su apariencia física. Por el auricular, uno se prefigura a un hombre grande, de unos cuarenta años, quizá un agitador político, incluso un líder militar. Si no lo has visto por las noticias, es imposible imaginar al dirigente estudiantil que aparenta menos de su edad real (20 años) y que por estos días se encuentra en un refugio junto a otros jóvenes universitarios, amenazado de muerte y denunciado por terrorismo. Desde que estalló la crisis en Nicaragua, a mediados de abril, este estudiante de Comunicación Social de la Universidad Centroamericana (UCA) no ha dejado de luchar, de alzar su voz en cada manifestación contra el gobierno de Daniel Ortega, mandatario al que encaró el pasado 16 de mayo durante una mesa de diálogo, instándolo a detener la represión y a cesar el fuego contra políticos, estudiantes y toda persona contraria a su régimen opresor. "¿Por qué estoy hablando y por qué me salto la palabra suya? Porque nosotros hemos puesto los muertos, nosotros hemos puesto los desaparecidos, los que están secuestrados", reclamó con firmeza, luego de interrumpir a Ortega. "Usted es el jefe supremo de la Policía Nacional y del Ejército de Nicaragua, por ello le pedimos que ahorita mismo ordene el cese de estos ataques, de la represión y de los asesinatos por parte de las fuerzas paramilitares, de sus tropas, de las turbas adeptas al gobierno", agregó. Pero ese acto temerario, con el que dio voz a un pueblo amenazado por la violencia de Estado, que lo convirtió en el rostro de una juventud disconforme, cansada de falsas promesas, también lo condenó al exilio, a ser perseguido como otros miles de nicaragüenses que no pasan un día sin sentirse amenazados. Una voz desde el exilio Desde la clandestinidad, desde un refugio en las afueras de Managua, su ciudad natal, Lesther Alemán habló en exclusiva para Domingo sobre su situación personal y la crisis social que atraviesa su país. No fue fácil ubicarlo, menos aún convencerlo de que no éramos miembros de las fuerzas paramilitares de Daniel Ortega, que no dejan de hostigarlo. -La situación de mi país es crítica. Desde que estalló todo (en Nicaragua) no podemos dormir tranquilos. Ya son varios cientos de muertos y desaparecidos que aumentan a diario porque el gobierno de Ortega no nos permite expresarnos. He tenido que dejar a mi familia por seguridad y solo puedo comunicarme con ellos por teléfono. Sin embargo, asegura que pese al exilio no ha dejado de luchar contra la opresión. Diariamente participa de reuniones en las que coordina actividades con sus compañeros de la UCA, con los que nunca imaginó vivir una situación como la actual, convertido en líder de la resistencia estudiantil. Curiosamente, y contrario a todas las acusaciones que recaen sobre él, Lesther no es militante de ningún partido político. Su liderazgo nace de sus buenas intenciones, de su estatus de alumno destacado y de esa potente voz de predicador que refuerza la coherencia de sus ideas y convicciones. "Soy cristiano y soy estudiante. No soy político", asegura. ¿Cómo llegó, entonces, a convertirse en el joven más buscado de su país? Fue por apoyar la reacción de los jubilados, que tras una serie de reformas gubernamentales aprobadas el 16 de abril, sufrirían un recorte significativo en sus pensiones, supuestamente destinado a garantizar la seguridad social de poblaciones menos favorecidas. "Cuando el pueblo tomó las calles, los estudiantes decidimos sumarnos. Yo fui a la manifestación pensando que sería pacífica. Dejé mi teléfono en casa, coloqué mi identificación en uno de mis calcetines y un billete de cien córdobas (moneda nacional de Nicaragua) en el otro. Nunca pensé que la manifestación se pondría violenta", recuerda. El estudiante elegido Desde aquel día, tanto el destino de su país, como el suyo, cambiarían drásticamente. Nada a volvería a la normalidad. Pero al menos tendría la oportunidad de enfrentar verbalmente a quien considera el principal enemigo de su nación, un presidente que tenía toda la confianza de su pueblo, pero que en los últimos meses se ha ganado a pulso el rechazo de las mayorías. Fue la Iglesia Católica la que se ofreció como mediadora entre el pueblo y el gobierno, llamando a una mesa de diálogo entre ambas partes un mes después de que estallara la crisis. Siendo un miembro activo de la iglesia, un misionero convicto y confeso, que nunca se perdía una jornada de ayuda humanitaria de su parroquia, Lesther vio en esa mesa de diálogo la oportunidad de increparle a Ortega toda su indignación contenida. Como ocurrió siempre, desde su etapa escolar, en la catequesis, en la universidad, la voz de Lesther fue elegida para representar a la de los otros jóvenes. "Cuando preguntaron quién debía representarnos y tomar la palabra, todos mis compañeros dieron mi nombre. No podía negarme, era una oportunidad inmejorable", señala. El momento crucial llegó luego de la oración en memoria de las víctimas y el pedido de paz para el país que hicieron los obispos católicos. Ni bien terminó de pronunciarse el "amén", y antes de que Ortega tomara la palabra, Lesther alzó su voz y descargó contra el mandatario toda la impotencia acumulada en los días previos, en los que muchos de sus compatriotas fueron violentados, desaparecidos y ejecutados. Uno de los puntos fuertes de su discurso fue cuando comparó a Ortega con el dictador Anastasio Somoza, y lo acusó de desbaratar su país en un mes, algo que al exgobernante le tomó varios años. "Nosotros conocemos la historia. Pero usted en menos de un mes ha hecho cosas que nunca nos imaginamos y que muchos han sido defraudados por eso", arremetió. Al final de su discurso, no pudo evitar calificar a Ortega de genocida: "No podemos dialogar con un asesino, porque lo que se ha cometido en este país es un genocidio y así será calificado". Le siguieron aplausos y el coro de sus compañeros: "No eran delincuentes, eran estudiantes", en alusión a los jóvenes muertos durante las protestas. Teme por su familia Mientras espera que la crisis termine, Lesther Alemán permanece atento a las noticias y teme por su familia, especialmente por doña Lesbia Alfaro, su madre. "Sólo podemos hablar por teléfono, pero temo que intercepten mis comunicaciones y puedan hacerle daño", confiesa. Mientras habla de esto, la voz de Lesther se quiebra por una fracción de segundos en el auricular. Parece recordar la promesa que hizo a los doce años, cuando doña Lesbia iba ser operada de un tumor y él se ofreció a servir a Dios si la salvaba. Así comenzó su activismo por causas que considera justas, su compromiso social y su rol como líder juvenil. Entre pausas prolongadas, a veces varias horas de silencio y desconexión (quizá por desconfianza), Lesther responde nuestra última pregunta: –¿Qué mensaje darías a la comunidad internacional? –No sé qué tanto pueda hacerse desde afuera, no veo muchas posibilidades de una salida pacífica. Lo único que espero que esta pesadilla termine pronto.