Mónica DelgadoCrítica de cine.,Hace unos días se realizó el primer Festival de Cine Hecho por Mujeres, gestionado íntegramente por chicas del cine, que reunió 70 trabajos de creadoras y ayudó a visibilizarlas, pero también sus nuevas tendencias y estéticas. Mónica Delgado, comunicadora social y ya un clásico de la crítica de cine de este país –la ejerce desde el año 98 y hoy es directora de la página de cine online Desistfilm–, fue una de las principales promotoras. Delgado también es una activa crítica pero del machismo reinante –en su twitter @criticademonica encontrarán todo tipo de revelaciones, como que en los libros de secundaria no se menciona a ninguna directora de cine, de Nora de Izcue a Claudia Llosa–, del que, por supuesto, no se salva el cine peruano. ¿Quién es o era “Bedoya boy”? Yo lo fui. “Bedoya boy” fue un término usado despectivamente para hablar de algunos críticos como súbditos de otros. No importó que yo fuera mujer. ¿Cuántas mujeres dirigen cine en Perú? Hay muchas pero no existen datos oficiales. Lo que sí es que en 2017 se estrenaron 53 largos, de los cuáles solo cinco fueron dirigidos por mujeres (cada año solo el 9 por ciento los son). Hay aún una brecha grande, de formación, de acceso a fondos (se presentan a concursos unos 70 films de hombres frente a 5 de mujeres, en promedio), y de promoción. La productora Nathalie Hendrickx ha indicado que en el Perú solo un promedio de once por ciento del mercado laboral audiovisual es ocupado por directoras y guionistas mujeres. ¿Es la industria del cine peruano machista entonces? El país es machista y clasista y los temas del cine no escapan a eso. Hay una falta de educación audiovisual y el cine comercial es reflejo del país. Por un lado, aún se cree que las mujeres pueden tocar solo temas femeninos, y por otro, prima la visión de pensar solo en consumidores hombres, o para espectadoras que solo les gustan los karaokes filmados y el romance básico. ¿Cuántas mujeres críticas de cine hay activas publicando en medios? No hay una sola crítica mujer que publique en los medios impresos grandes, lo que es dramático si nos comparamos con otros países de la región. Blanca Varela firmaba en Oiga como “Cosme”. Hace 40 años que los críticos son Isaac León Frías y Federico de Cárdenas. Debemos crear nuestras propias páginas, pero su alcance es escaso. También pasa con las revistas especializadas de cine, como Godard, donde los hombres son mayoría. Al igual que en la Asociación Peruana de Críticos de Cine, que es liderada por hombres. Solo lo forman los Godard, Cinencuentro y algunos freelancers. A mí me negaron entrar a ese gremio. ¿Por qué? Fui miembro fundador de la Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica, que pertenece a la Federación Internacional de Críticos de Cine, FIPRESCI; luego renuncié porque se mantuvo a críticos que tuvieron faltas éticas. En 2012 solicité mi reinserción porque quiero ser parte de la FIPRESCI, pero me lo negaron por haber cuestionado cosas del funcionamiento de la asociación. Hasta hoy. He tenido que acudir a FIPRESCI, porque ellos me reconocen como una de las críticas de cine más activas de Perú. Sin embargo, para este gremio de Lima eso no importa. ¿Hay mujeres curando, programando? En la gestión de festivales hay roles definidos, las mujeres tienen un papel de producción o de organización de eventos, mientras que la programación, curadurías o dirección siguen en manos de hombres. Hay excepciones como la batuta que tuvo Kathy Serrano en La noche de los cortos o el Fenaco, a cargo de Tonanieva Puertas hasta 2015, o la programación experimental de Andrea Franco en Lima Independiente. Hace poco el LUM hizo una muestra de cine homenaje por el Día de la Mujer. Sí, la curó un hombre. Es una práctica común que hombres se tomen como misión visibilizar el trabajo de las cineastas como si les estuvieran haciendo un acto de justicia, pero que revela que aún hay una indiferencia a reconocer otras dinámicas. ¿Cuántas películas dirigidas por mujeres reseñas? En Desistfilm hay una sección donde damos cabida al trabajo de nuevas cineastas mujeres de diversas partes del mundo, y es la página más vista. En cuanto a críticas, es inevitable que de diez películas comentadas, solo una sea dirigida por mujeres, es una brecha que se detecta en casi todo el mundo. Cuando reseñas cartelera peruana, ¿le haces el test de Bechdel (un método inventado por la escritora Alison Bechdel para medir la brecha de género en un filme)? Más que aplicar un test me detengo en los roles y estereotipos. Escribo sobre las mujeres histéricas en los films en Tondero, o sobre la única y última vez que apareció un personaje afrodescendiente protagónico femenino, en Coraje, en 1998. O sobre Django, sangre de tu sangre, record de nalgas en toda la historia del cine peruano. Acá Laura Mulvey encontraría muy vigente sus escritos sobre la mirada masculina del espectador. Seguimos en tiempos de cosificación dura. Dos casos recientes: Wiñaypacha y Sin vagina me marginan. En Sin vagina me marginan no aparece ni un solo plano de una vagina, pero la palabra ofende y esto impidió su estreno comercial. Wiñaypacha debe ser una de las películas peruanas más brillantes de los últimos años, pero dudo que eso atraiga a más exhibidoras porque es puneña, o porque trata de dos ancianos aimaras abandonados en las alturas. La exhibición es clasista, por eso el cine de regiones no llega a Lima. Hay revuelo porque dentro de la crítica feminista se incluya la crítica cultural, el análisis de películas o libros. ¿Quieren que hagas crítica de cine, pura y dura? Algunos creen que analizar los contextos o sentidos de los films no es hacer crítica de cine. A mí no me interesa quedarme solamente en el típico checklist (buena foto, buen guion, buenas actuaciones). Creo que la crítica establece puentes todo el tiempo entre públicos y películas, establece diálogos con contextos, no debe ser un “la película es buena”. Eso que lo decida el espectador, a mí me interesa dar pistas, hacer visibles las capas, detectar qué ideología manejan los filmes, qué prejuicios mantienen, no son objetos asépticos.