Héctor Lavoe, el milagro que nos dijo hasta siempre hace veinticuatro años

Mucho se ha dicho de Lavoe. De su adicción a las drogas, de su éxito, de su tragedia. Pero en verdad fue un tipo modesto, querendón, bromista y sincero al que la vida trató mal.,"Héctor se acaba de burlar de la muerte, como Tito Rodríguez, porque vive en la mente y en el corazón de todos nosotros" Héctor Maisonave, exmánager Como cada 29 de junio, los salseros de culto recuerdan a Héctor Juan Pérez Martínez. Héctor Lavoe para los bailadores. Detrás de la vida de Lavoe hay una serie de mitos y leyendas que, asociadas a su adicción a las drogas, lo convierten, para las voces populares, en una suerte de cantante talentoso pero irresponsable. Sin embargo, Lavoe no fue ese que Marc Anthony y Jeniffer López pintaron en su película "El Cantante". Lavoe fue otro. Un tipo cariñoso, querendón, bromista, humilde, al que la vida se encargó de hacer sufrir. A pesar de ello, Lavoe siguió trinando y encantando a su pueblo. A manera de homenaje, La República rescata pasajes del libro "Cada cabeza es un mundo"- libro de culto para los salseros- del periodista puertorriqueño Jaime Torres Torres. Este libro revela al verdadero Lavoe. Ese tipo que falleció en 1993 pero que sigue vigente 24 años después. El rey de la (im)puntualidad Una de las canciones que lo pinta de pies a cabeza. Desde su estatura y su peso hasta su mala costumbre de llegar tarde a todos lados. Héctor Lavoe dormía de día y vivía de noche. Se acostumbró a ese ritmo. Aunque no se puede negar que muchas de sus tardanzas fue por su vínculo con el mundo de las drogas, lo cierto es que hay un dato curioso que también explica este mal hábito: A Héctor Lavoe no le gustaba bañarse. Muchas veces, su esposa, Nilda Román "Puchi", tuvo que meterlo a la ducha a la fuerza, como si fuera su madre. Lavoe era un tipo que le encantaba dormir mucho. También era de los que se tomaban el tiempo justo para acicalarse y vestirse de acuerdo a la ocasión. No es raro verlo en sus distintas presentaciones de inicios de los setenta con coloridos ternos o con llamativas camisas. Vamos a reir un poco Héctor Lavoe nunca fue un tipo serio. Era extremadamente bromista así por dentro esté cargando una tragedia. Con sus bromas generaba un ambiente muy ameno en sus presentaciones. Esa es una de las razones por la que ha quedado como ídolo de multitudes. Lavoe bromeaba hasta de sus tragedias. Después del incendio en su casa que lo obligó a lanzarse por la ventana, Lavoe tuvo múltiples fracturas. Tras algunos meses fuera de los escenarios, Héctor regresó con varias prótesis en las extremidades por lo ocurrido. En una de sus presentaciónes, el Cantante ironizó. "Me rompí los dos brazos, las dos piernas, y gracias a Dios, no pasó nada. Estoy chévere (...)Tengo un tubo puesto desde aquí hasta allá, tengo otro tubo aquí, tengo otro tubo acá, tengo otro tubo allá. Cuando yo llegue tarde a los bailes, ustedes los que tienen que hacer es llevarse un imán y decir: ¿Héctor Lavoe dónde está? Sacan el imán y me jalan. ¿Okey? " (Oir a partir de 1:57) Mi gente Lavoe no podía estar sin su público. Su felicidad era complacerlos. Cuando pasaba temporadas fuera de los escenarios, regresaba y confesaba haber estado "enfermo de su pueblo". Esa cercanía con la gente fue un arma de doble filo. Lavoe eran tan humilde y tan "flojo de carácter"-según su hermana- que nunca supo decir no. Entre los recesos de sus presentaciones, Lavoe hizo de los baños su camerino. Allí bebía licor con la gente de a pie y también circulaban las sustancias que lo hicieron dependiente. Pero hasta el final de sus días, Héctor siempre quiso darlo todo para el respetable. No es casualidad que su frase más usada sea "Te quiero de gratis". De hecho, en una entrevista poco conocida durante su estadía en el Perú en 1986, con Hugo Abele, Héctor Lavoe confiesa: "Todo el mundo se ha portado muy bien conmigo. Toditos y para mí es una cosa que no pasaba hacía años conmigo. (...)Perú le ha devuelto a Héctor Lavoe y me ha dado un reconocimiento que yo creía que no existía. Me han revivido. Esto ha sido la inyección fantástica. ¡Perú me inyectaste! La fama Lavoe nunca buscó ser famoso. Solo buscó complacer a su público con su melodiosa voz. La Fama lo descolocó. Tal vez porque no estuvo preparado o porque nadie puede resistirse. Cuando Héctor Lavoe se dio cuenta que la fama lo había dejado sin nada, ya era muy tarde. Sus últimos días, los pasó como títere de representantes abusivos que lo sobreexponían sin importar su crítica condición. Los managers ganaban con la fama de Lavoe. Ganaron hasta después de su muerte. Antes de que Héctor Lavoe falleciera, David Lugo consiguió que Héctor le heredara parte de su patrimonio intelectual. Luego lucró con tamaña mercancía. Héctor Maisonave, su compadre y exrepresentante-lo dejó producto de su indisciplina- contó cuáles fueron las últimas palabras de Lavoe en su lecho de muerte. "Tocayo, yo he sufrido mucho. La vida me ha maltratado, pero el día en que yo muera, cuando usted me vea en la funeraria, verá en mi rostro una sonrisa porque, por fin, descansaré en paz". Y así fue. Maisonave cuenta que en la funeraria, Lavoe murió sonriendo. El Cantante " -¿Cuál es su disco favorito de los grabados con Willie Colón? "Wanted By FBI", el que tiene "Barrunto". -¿Por qué Willie se cansó? - Pregúntaselo a él, pero había mucho trabajo y estábamos locos.. El hombre se había divorciado, no se sentía bien, no aguantaba el empuje... Pero siguió ahí, produciendo mis discos... -¿Nunca te dijo porque grabó a Rubén Blades? No me lo dijo...Rubén es mi pana...El compuso "El Cantante", pero yo lo pegué...Pero, volviendo a tu pregunta, Willie nunca me habló de eso, pero yo sé porqué grabó a Rubén... - ¿Por qué? Porque Rubén besaba mejor que yo...jajaja.." El Cantante, la canción compuesta por Rubén Blades, pareciera que fue inspirada en la vida de Héctor. Calzaba a la perfección en Lavoe. El tema producido por Willie Colón es un sincero y sufrido canto a la vida de risas y penas. Entre 1986 y 1987, la vida de Lavoe se hizo añicos. Falleció su padre-su primera influencia musical-, su hijo murio desangrado en sus brazos-tras un confuso accidente con un arma-, muere su suegra -a la que él quería como una madre-, se incendia su casa-se lanza con su esposa y terminan malheridos-. Todo en menos de 15 meses. La vida trataba tan mal al jibarito que fue muy fácil que se fundiera en las drogas. En una entrevista concedida en Panamá en 1987, Lavoe no puede ocultar la cruz que carga por dentro. Confiesa que su año fue "un poco malo". Su voz claramente no transmite alegría. Pero ahí estuvo, para cantarle a su público. "Dios me dijo: Tú viniste aquí para poner el pueblo a gozar", dice Lavoe.