Recién en julio, como parte de la Feria Internacional de Libro de Lima 2022, la escritora y abogada peruana Clemencia Granados presentó ”Pangea” (Editorial Planeta, sello Crossbooks), novela de ciencia ficción juvenil, y desde ahora ya está anunciando la creación de la segunda parte de este entramado distópico que se asemeja por sus capas estructurales a la novela “Los juegos del hambre”, de la guionista estadounidense Suzanne Collins.
Granados nos confesó que desistió de continuar con su carrera de Derecho para expandir la historia de “Pangea” durante ocho horas diarias al frente de su computadora. Quienes velan por el control político de las masas, en el año 2375 de la civilización antigua, tratarán de vigilar las llagas de una sociedad sobreviviente de la tercera guerra mundial. Casi transformados en zombis, los habitantes de Palatino, la capital de este reino renacido de las cenizas, estarán bajo los efectos de la sustancia mutaxio, que domina las emociones y proyecta placeres no correspondidos a la realidad.
Entérate más detalles de esta nueva novela que promete incubar preguntas incómodas al interior de nosotros. ¿En verdad somos libres o es la ilusión del sistema de poder?
Presentación del martes 26 de julio de la novela Pangea en la FIL Lima 2022. Foto: Planeta / Facebook
—En tu novela, has adoptado características de “Los juegos del hambre”. Además de esos cimientos ficticios, ¿qué otros tópicos encontraremos aquí?
—Mi idea fue siempre en torno a la política desde que empezó la pandemia (COVID-19). Tuve un accidente en el pie. Estaba mucho tiempo en cama y pensé que la obra debería centrarse con base en la crítica social. Pero si me basaba en estos tiempos, la gente podía sentirse muy aludida, así que dije: “Voy a hacerla desde el futuro, después de la tercera guerra mundial”. La escribí geopolíticamente factible, no como algo irreal. Aquí también la izquierda del futuro se ensaña contra la derecha política antigua; y la derecha futurista hace lo propio contra la izquierda del pasado. Quiero criticar todo el aparato social en general, no solo enfocarme en algo específico.
En la segunda parte de “Pangea”, ya identificarán el sarcasmo, me burlo de nosotros mismos.
—También hay referencias a “Un mundo feliz” de Aldous Huxley y “1984″ de George Orwell. Escribes de la felicidad y cómo esta sensación controla a las masas.
—Quería que el Gobierno de Pangea sea autoritario. Usé la sustancia llamada mutaxio, que hace que las personas se vuelvan más felices de lo normal; entonces, cuando hay una especie de maltrato, no puedes reaccionar porque no lo sientes como tal. Distorsiona tu realidad. Aparte de ello, sí hay opresión del Estado, el gigante que lo controla todo, allí se parece a “1984″.
—La mutaxio te suprime las emociones, ese fuego interno de lucha. Comparando a esa droga con la realidad, ¿ese efecto ya se está aplicando a la sociedad actual?
—Yo creo que sí. Las redes sociales, muchas veces, te hacen vivir dentro de una burbuja. Lees a gente que piensa como tú y al comentar recibes feedbacks positivos. Al estar en esta burbuja, no reaccionas de manera imparcial a lo que ocurre. Cuando alguien opina diferente, es un choque mucho más fuerte.
A veces, cuando hay escándalos de corrupción, tú piensas: “Ah, bueno, esto está mal, me indigno, pero luego seguiré mi vida como si no hubiera pasado nada”. Nunca debemos perder la capacidad de reaccionar.
Clemencia Granados mostrando la maqueta de su novela Pangea en su presentación en la FIL Lima 2022. Foto: Planeta
—Pangea es un mundo de protagonistas jóvenes asumiendo el papel de adultos. Ahora sucede eso: los jóvenes trabajan desde temprana edad y tienen responsabilidades diversas a diferencia de épocas pasadas.
—Elegí que los personajes tuvieran entre 20 a 22 años porque son políticamente más activos. Ahora vamos a marchar, a defender causas sociales. Ha llegado un punto de tanto dualismo que los jóvenes están mucho más involucrados en todo. Estamos activos en redes sociales, independientemente de a qué nos dediquemos.
—¿A qué se debe este inicio del despertar político en los jóvenes? Antes, en promedio, se miraba a personas con más edad en las manifestaciones pacíficas.
—Por ejemplo, la marcha contra Manuel Merino y la que hubo de la comunidad LGTBI+ fueron gigantescas. El extremismo político, tanto de derecha como de izquierda, genera que la gente se sienta amenazada. Yo soy ambientalista, siempre trato de hablar en contra del calentamiento global. Si no salgo a levantar la voz, ¿qué futuro le dejaré a mis hijos o nietos?
—En la novela hay una desunión del tejido social. La gente de las siete ciudades de Palatino, la capital de Pangea, no puede decir a qué se va a dedicar, sino que allí les dicen cuál será su función y especialidad. ¿El ser humano estará condenado siempre a este divisionismo?
—Así es. Las ciudades tienen actividades específicas para que la gente no se inmiscuya en temas riesgosos como la política o la religión. A las finales, es innato que los humanos terminen eligiendo cuál es su tendencia política. Siempre va a suceder. Más adelante, se va a notar de que cuando los humanos son libres, van a seleccionar su postura y se juntarán con aquellos que piensan como ellos, es inevitable. Lo importante es no inclinarse hacia los extremos.
—“Orden, obediencia y esfuerzo”: explícanos un poco más sobre este eslogan omnipresente de tu libro.
—Tratan de decir: “Tú tienes que quedarte en el lugar en que te hemos colocado. Mientras no salgas de esos parámetros, no va a haber problemas”. El Gobierno ha dividido todo. Se pueden ver los símbolos de las ciudades en la tapa del libro. Sin embargo, si son más estrictos contigo, más rebelión habrá. Es como un efecto boomerang.
Clemencia Granados estuvo en la FIL Lima 2022, stand de Planeta, para firmar ejemplares de Pangea. Foto: Bruno Cueva / La República
—En Pangea hay sirenas que suenan en las mañanas, desde las calles, para despertarte a tiempo. ¿Ya nos están robotizando de esa manera?
—Creo que sí. Te dicen que debes trabajar de tal a tal hora, todo está mecanizado, incluso para mí. Estoy saliendo del mundo del Derecho para entrar en la literatura. Es un estatus, una escalera que debes subir, todos saben cuál es el siguiente paso. Ahora que estoy escribiendo, es distinto, pues tú ves tu horario.
—Cuéntanos más acerca de cómo la escritura de tu novela te ayudó a superar el mal físico que padecías. Lo mencionas en tu descripción biográfica.
—El doctor me dijo que iba a llevar terapia al menos un año para recuperarme de la lesión al pie. Al estar mal, fue difícil en el aspecto psicológico, y peor aún con la pandemia. Para relajarme, comencé a escribir. Recién allí descubrí esa pasión. No me había pasado con mi profesión. Acabé el manuscrito y me dije: “Quiero que esto sea para siempre, quiero ser escritora a largo plazo”.
—Específicamente en la página 53 leeremos esta escena: “En la recepción les dieron las llaves de sus habitaciones y les indicaron que todo lo que fueran a necesitar lo van a encontrar allí. De lo contrario, si no estaba, realmente no lo van a necesitar”. En internet nos bombardean de publicidad. Parecen dictarnos: “Esto te va a servir, esto no”.
—Toda mi vida he comprado cosas que no me iban a servir. Yo, abogada que no dibujaba nada, adquirí un iPad con lápiz. He reflexionado con esta pandemia sobre qué cosas necesito y cuáles no. Todo es más invasivo. YouTube e Instagram eran páginas divertidas. Ahora te descuidas un poco y sale publicidad y publicidad. Te saturan. Las operadoras te llaman todo el día por teléfono, encima es ilegal. Buscas algo en la web y ya te llega un correo de Google de eso. Es algo tremendo.
—¿Qué le dirías a las personas que vociferan ideas preconcebidas sobre la novela juvenil o de ciencia ficción?
—Que no encasillen a las novelas por temas específicos, porque a las finales hay matices. Cualquier novela que te haga reflexionar sobre la realidad es bienvenida, sin importar qué etiqueta le pongan las demás personas.
“Pangea, un espía en el Palatino”, se puede adquirir en todas las librerías del Perú.