Pedro Llosa Vélez. El autor ha publicado La medida de todas las cosas, libro de cuentos cuyos personajes viven pasiones y situaciones existenciales irresueltas.,Vestía deportivo, calzaba zapatillas, polo negro. Esperaba la hora para ir a la marcha contra el indulto de Alberto Fujimori y la corrupción. Es decir, Pedro Llosa Vélez, escritor que ha estudiado economía y filosofía, tenía tiempo para responder sobre su libro La medida de todas las cosas (Ed. Planeta), un conjunto de seis cuentos. Entre las historias del libro, un hombre, sacudido por los celos, se pregunta si debe replantear su relación con la pareja; otro se deshace de sus investigaciones de un libro por un dinero para vivir junto a su amada y olvidarse de ser un autor. También la historia de dos hombres cuyas vidas dependen de la basura de la ciudad. Si bien las historias son de sucesos cotidianos, en estas aparecen, están enhebradas, de maneras lógica y natural, con conceptos y teorías de filósofos y economistas como Adam Smith, Thomas Hobbes, Jerry Cohen y John Keynes. Los cuentos casi constituyen “lecciones políticas” ¿Irrumpió en sus cuentos su lado filosófico, economista? Sí, pues. Académicamente soy un perro chusco, tengo mezcla de todo. Muchas veces han permanecido separados en mi vida, en mi escritura también, pero creo que estos cuentos obedece mucho a mi experiencia en Holanda. No solo porque en muchos casos aparecen las locaciones, sino porque fui a estudiar una maestría de filosofía, pero con orientación hacia la economía, se llamaba “Filosofía de la economía”, una cosa rarísima. Tenía cursos que mezclaban temas filosóficos dentro de la economía. Ahí descubrí que mis compañeros, que eran muy pocos, porque era una maestría muy extraña, eran mis clones en el mundo. A pesar de que venían de carreras duras, les gustaban libros de ficción. Sus cuentos están salpicados de enunciaciones teóricas. Sí, parecen ensayitos... Pareciera verter lecciones de economía y filosofía. Lo que pasa es que muchas veces he pensado que hay una barrera, a veces innecesaria, entre lo que cuenta la ficción y el libro académico. El académico nunca se relaja para entrar a un campo cotidiano y en la literatura, los escritores temen muchas veces volverse densos, académicos. Eso más bien le juega en contra a muchos intelectuales, sobre todo a los críticos, que tienen un peso erudito y académico que no les permite la naturalidad del escritor. Yo creo que no tiene que ser así. Una de las cosas que a mí me provocaba hacer cuando estudié esta maestría fue poder desacademizar lo académico. Es decir, poner esos temas en dos o tres párrafos simples que pudieran llegar a cualquier lector y les resulte hasta seductor como la historia íntima de un personaje. Ahora te lo estoy tratando de poner en palabras, quizás nunca lo había articulado así, sino que al escribir los cuentos me permití la licencia de tratar de contar así. El personaje de “En una fotografía”, ¿es un hombre perseguido por los celos? No sé si son los celos. Por su puesto que el tema está ahí, pero creo que lo que imagino yo de este cuento es que el centro no está tanto en los celos mismos, sino en el hombre que se pregunta si tiene sentido tener celos por algo que ya pasó; puedo, este sentimiento de rabia, que me provocaría terminar con esta persona, darle una forma distinta, como ampliar la relación, como tener un amante y que la otra persona me lo autorice o tener los dos un amante o volvernos un poliamor. Que destape la posibilidad de decir por qué no ha habido otra fórmula, porque la monogamia está en crisis desde que existe. Sin embargo, recaemos en ella porque todos estamos en eso. Me parece que deberíamos plantearnos eso o por lo menos preguntarnos si esta es la forma que nos viene bien. De repente sí, o de repente no. Creo que podríamos vivir mejor si respondiéramos esa pregunta. En “La alborada”, la relación es asfixiante. Así es. Allí se lee “si la cercanía del otro no es una necesidad, no vale mucho la pena perseguirse una vida en pareja”. El otro resultará asfixiante. Por su puesto. Mi idea en este libro es que la política son los consensos, son los acuerdos. Pensamos en la política como esos acuerdos macros, el de un presidente con sus ministros, pero no, los habitantes de un edificio, los miembros de un aula de clases, y si lo vamos achicando, es la pareja, esa unidad política, es la que tiene que inventar esos discursos porque los problemas están allí. ¿Lo otro es solo discurso? Sí, porque en la pareja, entre dos personas casi siempre van a brotar los problemas del fango. La vida en sociedad, y la pareja, que es la sociedad más pequeñita, siempre va a ser terriblemente conflictiva. Por eso tú dices asfixiante, por supuesto que sí es asfixiante. Esa historia trata de una persona que ya no puede más, quiere salirse por la ventana, pero al mismo tiempo hay otra mitad de él que no quiere salirse por la ventana. Entonces, tiene que vivir con ese conflicto interno y la única manera de resolverlo es, creo yo, tratando de llegar a acuerdos con el otro. El cuento “Príncipe de la basura” parece un remake de “Los gallinazos sin plumas”. Es interesante lo que dices porque la idea parte, justamente, cuando estaba en Holanda, cuando en la facultad de economía había unos expertos en economía de la basura. Me pareció una parodia, pero eran doctores en “Waste Economics”. Estos tipos estudiaban haciendo cálculos sobre en qué casos es mejor el vertedero, incinerar, enterrar. Me explicaron una vez y me pareció genial que uno pueda hacer una carrera de vida siendo un experto en basura. Conversé con muchos de ellos. Mi idea era hacer un cuento en donde dos personajes tengan vínculos directos con la basura. Uno, desde el lado puramente académico y el otro, desde lado vivencial, de reciclador. Busqué “Los gallinazos sin plumas”, lo releí y extraje un epígrafe para el cuento. Su cuarto libro de cuentos. ¿Es un escritor solo de cuentos? No es un dogma, es el resultante final de una casualidad. Sí, así ha funcionado hasta hoy. Mi principio es que el formato debe ser el resultante de lo que quieres contar. Ahora escribo una historia que va más allá del cuento. Tampoco se trata de ser fundamentalista y decir que es un cuento o nada. El tema manda, el personaje manda. Sí, sobre todo tu corazón, lo que tú quieres contar. Tú dices esto quiero contar, esto no quiero contar, pero eso implica tener las herramientas necesarias. Nunca me he sentido seguro de algo para decir “ya sé cómo hacerlo, me va a salir bien”. Siempre paso por el momento de decir no creo que pueda hacer esta historia, pero días después, digo ‘no, vamos a tratar’. En ese conflicto, como el de los personajes, termina saliendo lo que sale.❧ “El Perú de hoy se sigue jodiendo, pero tengo esperanza” Como dice Zavalita, de Vargas Llosa, ¿se sigue jodiendo el Perú? Creo que sí, pero encuentro muchos espacios de esperanza que a veces no se ven a simple vista. ¿En la clase política? No, pienso que hay espacios a los cuales no todos tienen acceso a ver, donde puede haber esperanza. Por ejemplo, un buen profesor forma e ilustra bien a sus alumnos. Tengo la esperanza de que cuando ellos, los alumnos, tengan a cargo el país, el Perú esté un poco menos jodido, empiece a desjoderse en ese momento. De eso se trata... Tengo un rayo de luz de esperanza. ¿Que se desjoda el Perú? Sí, pero hoy se sigue jodiendo cada vez más. ¿Por eso va a ir a la marcha? Así es, aunque uno sienta que es un grano de arena que se va a perder en el mar. Pero algo tenemos que hacer.