Alberto Valdivia Baselli. El poeta acaba de publicar Wañuypacha/Partothötröl, libro en el que revisa el sentido de la muerte en el mundo andino y tibetano.,El poeta Alberto Valdivia Baselli recorre los senderos de la muerte entre dos orillas, en la concepción andina, wañuypacha y en el sentido tibetano, Partothötröl, libro escrito en sánscrito. Valdivia Baselli acaba de publicar Wañuypacha/Partothötröl (Ed. Sudaquia), en donde la muerte es mirada en un mismo tránsito, entre el mundo personal, privado como en los espacios sociales, históricos, donde reverbera la historia de nuestro país. ¿Cómo se ensamblan estas dos palabras? Están ensambladas en la lógica del lugar de los muertos. En quechua es wañuypacha y el libro de muertos del Tíbet es Partothötröl. La idea es jugar con un libro de muertos. Una tradición mundial del libro de los muertos y la tradición andina del paso hacia la muerte. El asunto es ver cómo ese proceso se realiza. Diálogo entre dos culturas en referencia a la muerte. Sí, diálogo entre dos culturas muy antiguas que han abordado la muerte de diferentes maneras. Ambas la han entendido como procesos en donde se requiere la palabra: la oral, en caso del mundo andino y la escrita, en la tradición india-tibetana. El libro también es una mirada a la muerte en el proceso de la historia del Perú. El libro está construido en capas. Es un libro funerario en ese sentido, hasta arqueológico, es decir, como el arqueólogo que excava y se encuentra con diferentes presencias culturales. En este caso he querido abordar la muerte no por separado, como espacio privado, por un lado y como espacio público –social, histórico–, por otro, sino sentirlo como un ámbito complejo en sí mismo, porque es la misma muerte, siempre, pero que tiene muchas reverberaciones. La muerte en su rol vivo. Sí. O sea, esta es la muerte viva. Claro, porque el poema está vivo y habla. La muerte habla. En alguna parte del libro digo que la muerte de los otros necesita de la voz de los vivos. Esa es parte de la tradición del libro de los muertos y es parte de la tradición andina también, no es que otros tienen que hablar por los muertos. Sin embargo, el libro no tiene esa asunción tanática en su sentido fatalista, sino en sentido de debate, de historia. No es una búsqueda de la muerte como un espacio de lamento y de dolor exclusivamente, sino ese dolor, ese proceso necesario que implica la muerte de un ser querido o de alguien que uno conoce, un ser que está vinculado contigo de alguna manera, o una muerte en un contexto social, internacional, termina siendo problematizado. Cuánto dice esto de nosotros como seres humanos y cuánto dice de nosotros cómo nos enfrentamos a la muerte. La manera en que nosotros enfrentamos a la muerte nos define como seres humanos. Si bien es un texto literario, tiene su lado antropológico. Como el libro de muertos tiene referencias a ese libro tibetano y a la muerte en el mundo andino. La idea es centrarse en dos cosas fundamentales: el hombre y el lenguaje. Cómo es que estos dos espacios de alguna manera tratan de comprender la muerte. Cada vez que el hombre se acerca a estas formas de la muerte hay una construcción encontrada, sea literaria, política, estética. Hay muchos matices que empiezan a construirse cada vez que el hombre toma una postura frente a esos procesos. Hablando de construcción, algunos poemas están planteados como rezos. Sí, hay una sección. Es adrede. Además, los libros de muertos están construidos como rezos porque el rezo, al margen de lo que se ha entendido en la tradición judeo-cristiana, en general, no es una forma de apelar al muerto o a la divinidad para que ayude al muerto a determinado camino, sino que fue una manera de no dejar solo al muerto. Vallejo decía: “Si después de las palabras no sobrevive la palabra”. Ese es la gran tragedia de la vanguardia en algún momento. Tú preguntabas qué pasa si el lenguaje en algún momento muere, si deja de tener sentido y eso lo hemos vivido en la posmodernidad. Vivimos ahora con la idea de la posverdad, donde da la sensación de que el lenguaje se está haciendo menos creíble, no significa nada, ha perdido su posibilidad de apelar. Ha perdido su ética y su política en muchos espacios. Ha perdido su capacidad de decir verdades y ha perdido la capacidad de significar en la boca del poder. Sabemos que ha perdido su fuerza y su significado en la boca del pobre y de las personas que no tienen poder. Pero ahora en la boca de los poderosos tiene inclusive menos poder, menos significado y menos peso. Entonces, de alguna manera la poesía, a diferencia de otras expresiones artísticas, siempre se ha mantenido fuera del mercado, se ha mantenido diciendo cosas. Puede decirlas mal, puede decirlo mejor, depende. De alguna manera está más libre. ❧