Del niño que tenía miedo a los perros al padre de familia que se retira como un mito del tenis. Dos décadas, casi día por día, separan la explosión de Nadal de su despedida: del triunfo fundacional en la Davis en Sevilla-2004 al emocionante adiós en la 'Final 8' de Málaga-2024.
"Los perros me dan miedo y los gatos no me gustan", confesaba un inocente Nadal, casi adolescente con 18 años, en la víspera de su gran día, el triunfo ante Andy Roddick, entonces número 2 mundial, ante 27.000 personas en La Cartuja de Sevilla -récord de público en un partido de tenis en la época- para encarrilar el triunfo en la final de la Davis ante Estados Unidos.
Su alineación aquel viernes 3 de diciembre de 2004 en la primera jornada de individuales, después de que su ya entonces mentor Carlos Moyá hubiera derrotado a Mardy Fish, había levantado ampollas en el equipo español.
El equipo técnico, liderado en pista por Jordi Arrese, había decidido que jugara Nadal en lugar de una estrella consagrada como Juan Carlos Ferrero, que había sido número 1 mundial y ganador de Roland Garros en 2003, o un tenista consolidado como Tommy Robredo.
"Cuando Rafa vino a verme y me dijo que estaba dispuesto a ceder su puesto en el partido contra Roddick a cualquiera de los otros dos, le dije que no, que era una decisión de los capitanes y que, en cualquier caso, contaba con toda mi confianza. Pero por dentro tenía mis dudas", reconoció Moyá sobre aquellos días en 'Rafa, mi historia', la biografía del jugador escrita por el periodista John Carlin y publicada en 2011.
Moyá, que había compartido habitualmente entrenamientos en Mallorca con el prodigio desde que tenía 14 años, ejerció entonces de hermano mayor en el equipo, pidiendo a Ferrero que no hiciera sangre de la decisión para mantener la armonía.
La arriesgada apuesta, un chico sin apenas experiencia (51º ATP entonces) contra el N.1 de Estados Unidos -campeón del US Open 2003, subcampeón de Wimbledon 2004-, salió ganadora. Nadal se impuso en tres horas y 38 minutos remontando tras perder el primer set para dejar a España a un punto de su segunda 'Ensaladera'.
"Me encontré a alguien demasiado bueno... Fue una locura, jugué a un buen nivel pero tuve enfrente a un jugador que estuvo demasiado bien", dijo Roddick tras una tarde en la que sus saques a más de 230 km/hora encontraban respuesta.
Nadal, melena negra, bandana blanca y amplia camiseta sin mangas, se impusieron a Roddick y a los calambres que le acompañaron durante gran parte del partido.
La fuerza de la naturaleza que era entonces había roto barreras físicas y psicológicas para firmar el primer capítulo de su leyenda.
"Desde que me lesioné el año pasado no me sentía así y me emocioné al final, pero creo que me lo merezco", señaló Nadal tras el duelo sobre la lesión en el pie izquierdo -cuatro meses de baja- que retrasó su impacto en el circuito.
Aquel fin de semana en Sevilla Rafa no volvió a saltar a la pista. Estados Unidos ganó el dobles el sábado, con su mítica dupla formada por los hermanos Bryan batiendo a Ferrero y Robredo, pero el domingo Carlos Moyá certificó el título para España ganando a Roddick.
Victorias épicas, lesiones y regresos triunfales durante las siguientes dos décadas hasta alcanzar los 22 títulos del Grand Slam. Una epopeya que enamoró al planeta tenis, expectante ante su último episodio: Nadal, la Davis y una 'Final 8' en Málaga para escribir la última línea de su palmarés.
pm/mcd