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Agencias

El Cairo, la ciudad que crece a costa de los muertos


larepublica.pe

El arquitecto egipcio Ahmed el Meligui se vio obligado a exhumar los restos de su abuelo 20 años después de sepultarlo en un cementerio histórico de El Cairo, que está siendo parcialmente arrasado para darle espacio a la expansión de la megaciudad.

"La muerte misma es una tragedia. Aquí revives esa tragedia de nuevo", lamentó el hombre de 43 años, que vio cómo 23 parientes fueron removidos de la tumba familiar en el cementerio conocido como la Ciudad de los Muertos en la parte antigua de la capital.

Miles de sepulturas han sido demolidas desde 2020 en el sitio, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco y uno de los cementerios más antiguos del mundo musulmán.

Se trata de la última parte histórica de El Cairo en ser demolida como parte de la agresiva remodelación de partes de la ciudad, un tradicional faro cultural para el mundo árabe.

El gobierno egipcio afirma que la destrucción del cementerio es necesaria para construir nuevas carreteras y puentes con los que esperan mejorar el tráfico en la congestionada y densamente poblada capital de unos 22 millones de habitantes.

Pero es una situación dolorosa para familias como la de Meligui, cuya tumba familiar de 105 años, construida con el tradicional estilo islámico de puertas grandes de madera y patio amplio, está marcada para demolición.

"Tuve que separar las osamentas de los hombres de los de las mujeres", contó Meligui.

"El momento más doloroso fue cuando encontré la mortaja de mi abuelo, que me crió, rota y deshilachada. Los huesos se cayeron, tuve que recogerlos del piso", recordó mientras mostraba una foto de sus abuelos maternos con sus cuatro hijos, tomada hace más de 50 años.

Hablando desde su casa lujosa en el oeste de El Cairo, Meligui dijo que hizo trasladar los restos en un coche fúnebre para ser enterrados en un cementerio nuevo en la provincia de Fayoum, a unos 100 km de distancia.

- "Dolor indescriptible" -

El gobierno egipcio ofreció sitios alternativos de inhumación afuera de El Cairo, pero son cementerios pequeños y remotos, según varias personas cuyas familias tienen tumbas allí.

Un funcionario del Ministerio de Planificación egipcio dijo a la AFP que el gobierno "entiende el dolor de los ciudadanos" pero que se trata de obras de "interés público".

Un puente masivo de concreto atraviesa ahora el cementerio, conectando el distrito capitalino oriental de Mokattam con el centro y oeste de la ciudad, reduciendo a la mitad el tiempo de traslado.

"Toda la zona ha cambiado dramáticamente", dijo Meligui, dueño de una empresa de construcción.

Cerca del sitio de su familia, el cementerio de Khayalah fue completamente arrasado en abril de 2020 y en su lugar se construyó una carretera de múltiples carriles.

Mokhtar, un joyero de 63 años que pidió utilizar un pseudónimo, dijo sentir un "dolor indescriptible" cuando exhumó los restos de sus familiares, incluida su hermana, enterrada hace apenas cinco meses.

"Imagine desenterrar los restos de sus familiares con sus propias manos y recoger sus osamentas en bolsas", expresó.

Mokhtar, quien visitaba el cementerio todos los meses, consiguió nuevas mortajas y un coche fúnebre para enterrar los restos de su familia materna en un lote otorgado por el gobierno.

- "¿A dónde voy"? -

Mokhtar dijo que el nuevo camino que atraviesa la tumba de su familia no vale su precio.

"Aunque sea más fácil, mi pérdida no puede ser sustituida", lamentó.

Pero la destrucción de los cementerios de El Cairo afecta no solo a los fallecidos y sus familias, sino también a miles de personas que viven en los camposantos.

Desde los años 1980, miles de egipcios se instalaron a vivir en cementerios debido a una severa crisis habitacional en el país de 107 millones de habitantes.

Uno de ellos es Sayyed al Arabi, de 71 años, quien durante décadas ha vivido y cuidado un cementerio en la parte vieja de la ciudad.

Su casa de una habitación, donde nacieron sus tres hijos, está rodeada ahora de pilas de escombros de las tumbas demolidas.

"Nos dijeron que removerían los cuerpos y demolerían el cementerio", relató en la habitación con un televisor colgado sobre dos camas dilapidadas y un abanico herrumbrado.

En el patio espacioso del cementerio construido en 1925, las nietas de Arabi jugaban bajo la vigilancia de su madre, quien lavaba ropa.

"Los dueños de las tumbas recibirán un reemplazo, ¿pero yo qué? ¿A dónde me voy", preguntó.

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