Del 2 al 13 de setiembre las alturas de la provincia de Yauyos fueron escenario de una expedición de espeleólogos de cuatro países, incluyendo a los peruanos del Centro de Exploraciones Subterráneas (CESPE), que descubrieron la caverna de Pumacocha, considerada la más profunda de América del Sur. A más de 4 mil metros sobre el nivel del mar el paisaje andino suele ser de una soledad inmensa y espectacular. Con páramos cubiertos de ichu salpicados de "ojitos de cielo" de aguas congeladas, bosques de rocas que forman enormes siluetas petrificadas y lagunas que reflejan el azul del cielo justo donde empiezan las nieves eternas de los picos cordilleranos. Pero en las alturas de la provincia de Yauyos, en el sur andino de Lima, la puna tiene otro ingrediente natural. Se trata de afloraciones de roca caliza erosionadas por los deshielos hasta formar cavernas conocidas como "tragaderos". Son lugares donde las aguas de los ríos se pierden en las entrañas de la tierra para formar cauces subterráneos, y que provocan aterradores mitos e historias de aparecidos y desaparecidos, de lugares donde nadie se atreve pues están habitados por Supay , el demonio de los Andes. Para los espeleólogos, sin embargo, estos "tragaderos" pueden ser el mismo paraíso. Y es que la espeleología (del griego spélalion : caverna) es una disciplina que estudia las temibles intimidades de la tierra y que requiere de una extraña especie de superhombres, una mezcla de científicos, exploradores y deportistas de primer nivel, expertos en geología, biología, fauna y flora que habita en las profundidades de la tierra. El inglés Nick Hawkes es uno de ellos. Durante la exploración que dirigió el año pasado por la zona de Yauricocha, en la zona altoandina de Laraos, en Yauyos, descubrió el sumidero o "tragadero" ubicado en el lecho seco de la laguna de Pumacocha. Sin perder tiempo inició el descenso hasta determinar, a más de 400 metros de profundidad, que se trataba de la caverna más profunda de América del Sur. El tiempo y el equipo no dieron para más y prometieron volver este año para continuar la exploración. Historia profunda "El Perú ha sido escenario de varias espediciones espeleológicas internacionales desde 1970 -nos dice el geólogo peruano Carlos Morales Bermúdez, integrante de CESPE- en cavernas de Cajamarca, Huánuco, Junín y Pasco. Pero a partir de 1985 los peruanos decidimos dejar de ser simples espectadores y logramos descubrir y explorar ambientes subterráneos en las provincias de Bagua, Rodríguez de Mendoza, Jaén y en la zona occidental de Huánuco". Los integrantes del Centro de Exploraciones Subterráneas del Perú también destacaron por la exploración total de las célebres cuevas de Huagapo, en Tarma. "Sin embargo, añade Morales Bermúdez, las serranías de Yauyos siempre fueron un enigma por los misteriosos tragaderos que pudimos ubicar durante las investigaciones geológicas realizadas en las zonas altas de la cuenca del río Cañete". Fue así como Nick Hawkes contactó con los espeleólogos peruanos de CESPE para integrar el equipo de exploración del sumidero de Pumacocha. Esta vez, Hawkes volvió con un equipo de nueve espeleólogos ingleses, canadienses y australianos que integran el club británico Bristol Exploration y la Asociación de Espeleología de Albertad, en Canadá. Los peruanos, por su parte, no hubieran podido participar de no ser por el auspicio que brindó el Proyecto Hidroeléctrico del Platanal La sima de Pumacocha está ubicada a 4,400 metros sobre el nivel del mar en la provincia limeña de Yauyos. El pueblo más cercano es Laraos, donde sigue una carretera de uso minero que pasa asciende hasta la puna y que pasa muy cerca de la laguna de Pumacocha. Se trata de una caverna casi vertical con un desnivel de 638 metros, ciento cincuenta metros más profunda que la Gruta Centenario, en Brasil, considerada hasta la fecha como la más profunda de América del Sur. La sima o "tragadero" de Pumacocha es una garganta que se abre como una boca de piedra rodeada de paredes de casi tres metros de altura. "La primera parte del descenso es un pozo sinuoso y húmedo órecuerda Morales Bermúdez- al que sólo se puede ingresar ërapelandoí, es decir, atado a una cuerda y tanteando en las paredes rocosas siguiendo una ruta casi vertical con bóvedas y galerías". A casi 200 metros de profundidad se detuvieron debido a un violento golpe de aire helado que brotaba de dos galerías subterráneas situados casi frente a frente. A ese nivel el descenso continúa por un escalofriante pozo donde las potentes linternas no sirvieron de nada ante la densa neblina que asciende desde el abismo: "esta es una buena señal ónos dice Morales Bermúdez- la neblina nos advirtió la existencia de un curso de aguas subterráneas". El descenso siguió por una galería con cierto ángulo de inclinación que hizo menos difícil el trayecto. Luego continuaron por una zona a la que bautizaron "pozo amonites" por la numerosa presencia de estos fósiles en forma de conchas en espiral, conocidas en la antigüedad como los "cuernos de Amón". "Lo más impresionante del pozo amonites fue su caída vertical de casi cien metros, con escasas repisas, donde nuestras vidas dependen literalmente de un hilo o, mejor dicho, de una cuerda", añade Morales Bermúdez. Por el sendero luminoso... A más de 300 metros de profundidad la expedición se topó con la temida cascada, donde el equipo de Nick Hawkes pudo continuar el recorrido instalando anclajes en las paredes rocosas del abismo. Algo que les llamó la atención fue la presencia de mechas y detonadores lanzados por los mineros que trabajan en las zonas altas de Yauyos. Habían tantos que Hawkes bautizó esta zona como "Shinning Path" (Sendero Luminoso). Desde aquí los espeleólogos extranjeros lograron superar la peor parte del trayecto gracias a su experiencia y sus equipos de última generación. Ellos se encargaron de "puntear" (liderar) la exploración con jornadas de diez horas de descenso para luego turnarse y subir a la superficie, donde reponían fuerzas con alimentación especial y varias horas de descanso. Al sexto día de exploración llegaron a una profundidad de 430 metros, el máximo desnivel de la exploración realizada el año pasado. El descenso continuó, ésta vez, casi colgados de las paredes para evitar las aguas heladas y torrentosas, las sucesivas cascadas y tanteando en el escaso margen de luz que permiten sus potentes linternas. Fue así como llegaron hasta un nivel donde la galería es interrumpida por enormes bloques de piedra donde sólo se podría continuar con equipos de buceo. Sin embargo, hallaron una pasaje en la parte superior y continuaron por unas pequeñas galerías donde apenas podían pasar arrastrándose. Cuando los instrumentos marcaron 638 metros de profundidad y un total de 931 metros (casi un kilómetro) de recorrido decidieron detenerse para continuar la expedición en una próxima oportunidad, ésta vez, con equipos que les permitan pernoctar al interior de las galerías subterráneas. Para Carlos Morales Bermúdez esta fue la expedición más importante del Centro de expediciones Subterráneas del Perú. "Más allá de la aventura y de la experiencia lograda, la misión de los espeleólogos peruanos fue estudiar la topografía y la geología de esta cavidad. Todo nos hace sospechar que el curso de estas aguas subterráneas desembocan en un manantial que brota al pie de la carretera en el cercano cañón de Alis, ubicado 15 kilómetros al norte de Pumacocha, justo donde se va a instalar el proyecto hidroeléctrico de El Platanal. Las guas de este río subterráneo no afectarán la construcción de la represa". Las mayores cavernas del mundo: Las mas profundas (en vertical) - A nivel mundial: sima Krubera , Caucaso occidental ó1,710 m. - En Europa: sima Lamprechtsofen, Austria -1,632 m. - En América: sistema Huautla, Méjico -1,475 m. - En Sudamérica: sima Pumacocha, Perú -638 m. CONTACTOS: Centro de Exploraciones Subterráneas del Perú (CESPE) E.mail: cespeleo@yahoo.com www.geocities.com/cespeleo fono: 4634722 - 9946350 De profesión, espeleólogo Son pocos, pero son, se internan en tenebrosas cavernas que el resto de mortales sólo se atreven a ver de lejos, con ese miedo ancestral que producen las cuevas, los ríos y abismos subterráneos, los sumideros y otras tenebrosas puertas a lo desconocido. Son pocos, pero en todo el mundo se cuentan por miles a los espeleólogos siempre en busca de nuevas y atrevidas aventuras en las intimidades del planeta. Ellos forman un selecto grupo de turistas, mitad científicos, mitad deportistas, que el Perú puede atraer con sus innumerables circuitos de cuevas y grutas horizontales, simas profundas, tragaderos altiplánicos y complejos sistemas de laberintos subterráneos ubicados a lo largo y ancho de nuestro territorio. A diferencia de otras disciplinas deportivas, los espeleólogos son algo así como astronautas, pero al revés, porque a sus conocimientos científicos se suma su excelente estado físico. Pero por sobre todo su capacidad mental para soportar encierros y situaciones límites de aislamiento en un entorno que no respeta referencias temporales y espaciales. La espeleología también va de la mano de otras disciplinas científicas. Geólogos, ambientalistas, ingenieros, biólogos, arqueólogos y otros especialistas integran estas expediciones que pueden hallar en el Perú un paraíso para sus investigaciones y exploraciones de alta aventura. Para esto cuentan en nuestro país con un selecto grupo de espeleólogos peruanos agrupados en el Centro de Exploraciones Subterráneas del Perú, una organización integrada por profesionales con amplia experiencia en el descubrimiento y exploración de cuevas y simas nacionales. Además ofrecen su archivo de documentación y biblioteca especializada. Entre los precursores de la espeleología en el Perú se suele citar a Alexander von Humbolt y Antonio Raimondi, pero fue el viajero francés Paul Marcoy el primero en realizar observaciones científicas en cavernas peruanas. Entre los peruanos sobresale el biólogo Salomón Vílchez Burga, natural de Cutervo, en Cajamarca, quien en 1947 fundó la primera asociación de espeleólogos aficionados. Y el recordado César Morales Arnao, quien en 1969 dirigió la primera expedición oficial a las cuevas de Huagapo. Hoy en día, las grutas de Huagapo figuran entre los atractivos turísticos más visitados de la provincia de Tarma, sin embargo, no se han tomado en cuenta las recomendaciones de los espeleólogos para evitar la acelerada depredación de sus galerías subterráneas. Algo similar sucede con la célebre Cueva de las Lechuzas, en Tingo María, convertido en destino obligado de los turistas que visitan este bello rincón del departamento de Huánuco. Pese a que cuenta con pasarelas que hacen más fácil el ingreso de los visitantes, aún no se ha descartado la presencia del hitoplasma capsulatum, un germen que produce la "fiebre de Tingo", advertida por los espeleólogos que investigaron sus profundidades. Muchas son las cuevas, grutas y otras obras de la geología que se ofrecen como destino turístico en los circuitos de la selva alta peruana, pero antes deberían contar con el visto bueno de estos profesionales, los espeleólogos, con suficiente formación científica y aptitud deportiva como para generar nuevos destinos para el turismo de aventura.