Ordenan reponer a Zoraida Ávalos en el Ministerio Público

Dina Boluarte y la hoguera de las vanidades, por Pedro Castro Balmaceda

"Tal vez lo único que les suena a estos políticos en su cabeza hueca sea esa estrofa que cantaba Soda Stéreo en los ochenta: “Tengo el bolsillo agujereado, pero al menos tengo un Rolex, lo he logrado”

En la escena final de la película “El abogado del diablo”, un periodista se le acerca al joven abogado (Keanu Reeves) convertido en una estrella tras un mediático juicio. Y, tras ahuyentar a los demás reporteros y halagar al jurista, consigue una cita para una entrevista. Mira a la cámara, se transforma en el “diablo” (Al Pacino) y termina con una oración memorable: “Vanidad, definitivamente, mi pecado favorito”. Una frase tan corta, pero que engloba tanto lo que somos como clase política, como electorado irresponsable. A nivel macro, como país; pero también a nivel micro, como ciudades que repiten los mismos patrones de corrupción, donde esa guerra de egos, vanidades y soberbia resulta siendo la trampa perfecta para perderlo todo, justo en el preciso instante que se contemplaba el paisaje desde la cima. 

El caso de los Rolex de Dina Boluarte es degradante y obsceno. Si fuera inocente, al día siguiente hubiera salido a dar explicaciones, hubiera entregado los relojes y no rehuiría a la prensa, pero sobre todo a la Fiscalía. Pero más infame es el caso de sus (ex) ministros de Estado, salir en coro gritando “¡Kausachun Perú!” con la convicción de un café descafeinado, solo por mantener el puesto y que al día siguiente te boten sin mayor explicación demuestra que la sobonería tiene un límite.

En la otra orilla de frivolidad, el Congreso de la República, las facciones de derecha lideradas por Keiko Fujimori, César Acuña y Rafael López Aliaga elucubran los argumentos más disparatados con tal de seguir asidos como sanguijuelas al poder. Entretanto el resto del Perú es un barco a la deriva, con una clase media empobrecida y una recesión económica acentuada por una crisis política perpetua.

Y mientras todo esto pasa en Lima, en Piura podemos respirar aliviados, al parecer porque el Fenómeno El Niño se ha disipado, un milagro nos ha salvado. Ya que las famosas “Defensas Ribereñas” del exgobernador Servando García, que debían durar cien años, se empezaron a descascarar a los cien días y no hubieran resistido caudales superiores a 3,000 m3.

A lo anterior le sumamos las paupérrimas obras ejecutadas por el ministerio de Vivienda, “liderado” aún por Hania Pérez de Cuéllar, quienes nos han dejado obras inservibles, pero nos sirven de memes para el imaginario popular. Y como colofón de la trivialidad, nuestro alcalde Gabriel Madrid gastándose cerca de 15 millones de soles en un innecesario parque de las aguas del presupuesto de una ciudad que necesita pistas, veredas, servicios básicos y de la cual ni siquiera ha podido ordenar ni limpiar las cuadras adyacentes al municipio, las cuales lucen mugrientas, descuidadas y tomadas por la informalidad. 

Tal vez lo único que les suena a estos políticos en su cabeza hueca sea esa estrofa que cantaba Soda Stéreo en los ochenta: “Tengo el bolsillo agujereado, pero al menos tengo un Rolex, lo he logrado.”

Pedro Castro Balmaceda

Piurano, Comunicador Social y Administrador. Fui periodista más de un lustro y desde hace una década trabajo en Relaciones Comunitarias, pero siento que entre ambas profesiones existe una similitud: la sensibilidad social. Me gusta leer y escribir, tengo cuentos sin publicar y una novela a mitad de camino por falta de inspiración y valentía.