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El largo camino de la justicia, por Marisa Glave

“La impunidad se ha vuelto una práctica común en el país, pero, aunque demore, se abrirá paso a la justicia. Mientras tanto, la memoria del valiente dirigente que fue Huilca seguirá viva en el pueblo”.

Pedro Huilca fue asesinado hace 31 años y hasta el día de hoy no hay nadie preso por este crimen. Nadie. Le dispararon frente a su esposa y a una de sus hijas.

Los senderistas supuestamente culpables fueron absueltos años atrás por la justicia. Este martes, cerca de la medianoche, cual verdadero Halloween, dos de tres jueces decidieron absolver a Montesinos y al grupo Colina. Los muertos vivientes que aún celebran el régimen fujimontesinista han lanzado sus dardos venenosos contra la familia Huilca. Son indolentes, antes que solidaridad con quienes perdieron brutalmente a un familiar y aún no obtienen justicia, lo que hacen es perseguirlos como si ellas y ellos fueran los criminales.

La muerte de Huilca no fue fortuita, fue un acto criminal planificado. Su objetivo era debilitar el movimiento sindical peruano. Solo como dato, el año 91 se presentaron 1941 pliegos de negociación colectiva en el país. El año pasado solo se presentaron 433.

Pedro era incómodo, en particular para el fujimontesinismo. Tras el golpe del 92 pocos se atrevían a criticar al régimen. Uno de los pocos que lo hicieron y con firmeza fue Huilca. Denunció a Fujimori ante la OIT, organizó la resistencia social al régimen y lo interpeló en el CADE, reunión de empresarios, el año 92. Fujimori le respondió equiparando a la dirigencia de la CGTP con los cabecillas de Sendero Luminoso. Lo amenazó públicamente.

El juez Percy Pascal Ruiz, el único que votó en contra de esta absolución, señaló con mucha claridad las razones por las que discrepaba de la sentencia. Resalto a continuación algunas que podrán usar el fiscal y el abogado de la parte civil para pedir la nulidad de la sentencia.

Para empezar, sí habría claramente un móvil. A lo ya señalado hay que añadir que, días previos a su asesinato, Huilca encabezó una movilización contra Fujimori en el centro de Lima, como preparación al paro nacional que convocó desde la CGTP. En segundo lugar, Colina no operó únicamente hasta noviembre del 92 como dice la absolución. Operó incluso entrado el 93 y algunos de sus asesinatos fueron ese año. En tercer lugar, tampoco es cierto que Colina solo atacara a grupos subversivos, realizó operativos de reglaje y persecución a opositores del régimen, recordemos el seguimiento a Diez Canseco, Simon y Hildebrandt o la muerte de Barreto.

Remarcó también, en su voto discordante, que los testimonios de exagentes de inteligencia que señalan con detalle la manera en que Martín Rivas reclutó agentes para el asesinato de Huilca son válidos y que sus “retractaciones” se hicieron en el contexto de un indulto otorgado por el propio Fujimori. Es decir, para el juez el indulto pareciera condicionado.

La impunidad se ha vuelto una práctica común en el país, pero, aunque demore, se abrirá paso a la justicia. Mientras tanto, la memoria del valiente dirigente que fue Huilca seguirá viva en el pueblo.