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Domingo

Namora, la ciudad de los maestros de la guitarra

El turismo se reactiva en Cajamarca y nuevas rutas se abren para deleite de los viajeros, entre ellas la que conduce a Namora, cuna del carnaval y ciudad de artesanos hacedores de guitarras.

Francisco y Segundo Romero, padre e hijo, maestros lutieres de Namora. Foto: Karla Espinoza.
Francisco y Segundo Romero, padre e hijo, maestros lutieres de Namora. Foto: Karla Espinoza.

Segundo Romero (69) dice que los llamaban “guitarreros”, “los guitarreros de Namora”. Eso era en la época de su abuelo, don Buenaventura, el primero de la familia en el oficio de la fabricación de guitarras, y también en la de su padre, don Feliciano. Hace tiempo que ya no los llaman así, pero hoy en día todo músico de Cajamarca sabe que para conseguir un buen instrumento de cuerda hay que acudir donde ellos. Los lutieres de Namora. Los maestros de la guitarra cajamarquina.

–Esta es la tierra de la guitarra y del capulí– dice don Segundo sobre su pueblo. Tiene la vista disminuida, oye con dificultad, pero sigue confeccionando los instrumentos como le enseñó a hacer su padre cuando tenía 12 años. Lo ayuda su hijo Francisco (44), quien ha heredado el oficio familiar y lo ha llevado más allá, ampliándolo con nuevos modelos, como las eléctricas y las electroacústicas.

Namora es un distrito de aproximadamente diez mil habitantes situado a 40 minutos al este de la ciudad de Cajamarca. Sus habitantes se dedican principalmente a la agricultura y la ganadería, pero desde hace varias décadas la fabricación de instrumentos musicales es su sello de identidad.

Rocío Llatas, subgerente de Cultura y Turismo de la Municipalidad de Namora, dice que nadie sabe cómo empezó la tradición de la lutería en el distrito, pero que hay indicios de que en los años veinte del siglo pasado ya había algunas familias haciendo guitarras, como los Romero, los Flores y los Chávez.

En la década de los cuarenta, cuando el padre de don Segundo aprendía el oficio del abuelo, José María Arguedas visitó Namora. Llegó para el carnaval, cuando la pequeña plaza de armas se llenaba de familias que cantaban sus coplas al ritmo de las seis cuerdas.

“Aquí están los cholos del norte, vestidos de blanco, con sus sombreros de paja, cantando en castellano, en la plaza de su pueblo”, escribió el antropólogo y novelista en una crónica publicada en el diario argentino La Prensa, en 1941. “La plaza, que es todo el pueblo, vibra; en el pampón, junto a las ramadas, a la puerta de las tienditas, o llegando de los caminos de entrada y cruzando con paso solemne todo el pampón, cantan todos fuerte. Y con guitarra”.

Arguedas quedó sorprendido con la imagen de jinetes emponchados que en plena fiesta entraban al galope a la plaza “con las guitarras en alto”. “Este espectáculo no se ve nunca en el sur y por eso nos sorprende y nos cautiva”, escribió.

Hoy en día, la plaza sigue siendo pequeña, pero luce mucho más moderna con las esculturas de una guitarra y un violín que un antiguo alcalde mandó colocar hace algunos años.

La ciudad de los maestros de la guitarra

Segundo y Francisco Romero en la plaza de armas de Namora. Foto: Karla Espinoza.

–Tenemos registrados 56 talleres de guitarra y por los menos 120 lutieres– dice Rocío Llatas. –No solo hacen guitarras, sino otros instrumentos de cuerdas, como violines, charangos, mandolinas o ukeleles.

A Namora llegan músicos de toda Cajamarca y de varias partes del país, atraídos por la fama de sus guitarras. Hace un par de semanas, los Romero recibieron la visita de un músico mexicano, quien les contó que había conocido la calidad de sus guitarras gracias a un amigo y que quería llevarse una a su país para cantar sus rancheras. Otros músicos les piden el instrumento para tocar baladas, huaynos, música criolla y el infaltable carnaval. El propio don Segundo usa de vez en cuando sus guitarras para acompañar sus coplitas durante la fiesta.

Un circuito musical

Namora, tierra de la guitarra y el capulí, es parte de un nuevo circuito que Promperú y la Dircetur de Cajamarca están ofreciendo a los visitantes nacionales y extranjeros como parte de la reactivación del turismo en esta región del norte del país.

Para quien quiera recorrerlo, el circuito comienza por la mañana en el pueblo de El Rosario de Polloc, donde se erige el Santuario de la Virgen del Rosario, un imponente templo mandado construir por el sacerdote italiano Alessandro Fachini, con una decoración de estilo bizantino en la que participaron los niños y niñas del taller de arte de la congregación.

A media hora de allí está Namora, donde se puede recorrer los talleres y tiendas de los maestros lutieres. El mediodía es un buen momento para visitar la Laguna de San Nicolás, un hermoso espejo de agua en el que empresarios como José Ordóñez, de Sumaq Wasi, ofrecen alojamiento, almuerzos y paseos en balsas de totora.

La ciudad de los maestros de la guitarra

Laguna de San Nicolás, donde se puede almorzar, avistar aves y pasear en balsas de totora. Foto: Karla Espinoza.

Almorzar en la laguna es un buen plan, pero también lo es aguardar unos minutos hasta llegar a alguno de los restaurantes del distrito de Jesús, cuyos platillos a base de cuy son famosos en toda la región. La tarde puede terminar en La Colpa, hacienda dedicada a la crianza de ganado vacuno, donde el turista puede participar en el tradicional “llamado de las vacas”.

Pedro Terán, guía de TM Travel, dice que este nuevo circuito ofrece a los turistas la posibilidad de hacer un full day, algo que no era muy común en Cajamarca, donde los sitios turísticos tradicionales son de visitas de mediodía, con intervalos para almorzar en la capital.

Para algunos, la joya de este recorrido es la Laguna de San Nicolás. Para otros, los amantes de la cultura viva, lo es Namora. Conocer el arte de los Romero, los Pérez, los Zelada o los Flores es ser parte de una tradición que se ha mantenido viva a través de varias generaciones.

Como a don Segundo, a Tolentino Zelada (37) le enseñó a hacer guitarras su padre, cuando era un niño. Él y sus tres hermanos son lutieres, aunque algunos de ellos han abierto sus talleres en la ciudad de Cajamarca y en Lima. Él permanece en la casa familiar, en el barrio de Chilacat, en las afueras de Namora ciudad, y desde allí abastece pedidos de todo el país. Solo en el último mes ha producido y vendido más de sesenta instrumentos, entre guitarras, requintos y mandolinas.

–Nuestras guitarras son especiales por la calidad del sonido, por la acústica que tiene el instrumento y por la dedicación que le ponemos nosotros– dice.

La ciudad de los maestros de la guitarra

Tolentino Zelada en su taller de guitarras en el barrio de Chilacat. Foto: Rocío Llatas.

Los saberes y conocimientos asociados a la producción de guitarras son tan representativas de la cultura y la tradición de Namora que la municipalidad ha solicitado al Ministerio de Cultura que las declare Patrimonio Cultural Inmaterial. Rocío Llatas dice que en el nuevo envío del expediente, están ampliando la solicitud a los saberes y prácticas vinculados a toda la tradición de lutería del distrito, incluyendo otros instrumentos de cuerda, como violines, charangos y mandolinas.

–Se dice que en esta tierra nació el carnaval de Cajamarca– dice. –Y en Namora la guitarra está muy ligada al carnaval. Desde la época en la que vino Arguedas, se ve que la guitarra es parte de nuestra identidad.

Reportero. Comunicador social por la UNMSM. Especializado en conservación, cambio climático y desarrollo sostenible. Antes en IDL Reporteros y Perú.21. Premio Periodismo Sustentable 2016. Premio Especial Cáritas del Perú. Finalista del Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación 2011.