El Bicentenario del 2020

Según el cada vez más popular Yuval N. Harari, el COVID-19 ha colocado a la humanidad toda en un “agujero de gusano histórico”. Con ese nombre se conoce a los atajos que se producen en el espacio y el tiempo y que conectan dos puntos que estarían mucho más distantes si siguiéramos un camino “normal” (es decir, sin agujero de gusano). Si lo que Yuval Harari propone es real, las reglas que están gobernando este tiempo para la humanidad, son dos básicas: “Lo imposible es lo ordinario” y “la magnitud es la aceleración”. Siguiendo con la lógica planteada por Harari, los escenarios futuristas que nos habíamos hecho han llegado ya. Por ejemplo, la adopción de la digitalización como una norma de vida está, desde hace dos semanas, abriéndose paso entre nosotros y a codazos.

“Teletrabajo”, “Telemedicina”, “Teleeducación”, “Parlamento Virtual”, “reuniones virtuales” son la nueva normalidad. Pero, además, este tiempo de lo imposible está reformateando al Perú. El altruismo se está convirtiendo en la “nueva normalidad”. Sea porque surge por conveniencia o espontáneamente, la amenaza acelerada de este virus nos está obligando a despreciar la mezquindad y ensayar formas de solidaridad impensables. Y me atrevo a pensar que todos estamos proponiendo el elemento crítico que el Perú del siglo 21 nos demandaba a propósito del Bicentenario del 2021. ¡Pero ya estamos viviendo el Bicentenario! El Bicentenario del 2020. Y todo indica que el altruismo de los peruanos es el sino que nos salvará la vida y el futuro.