Gamers al poder

La “legitimidad” es ese esquivo proceso por el cual se sincronizan las demandas subjetivas de la gente con las ofertas objetivas de las organizaciones políticas. Esta sincronización, en pleno siglo 21, es compleja de lograr en el Perú y en el mundo occidental en general. La explicación se encuentra en la gran segmentación de opiniones y en verdad de comunidades que se están forjando gracias a la digitalización. Se habla de “burbujas” de opinión en las redes sociales, o de “ciudadanos monotemáticos”. Tal vez lo correcto sea hablar de microsegmentación de comunidades, para explicar que hay espacio para todo tipo de prácticas en los “infoductos”. Entonces, si existen más de dos millones de peruanos entre 18 y 35 años –78% varones– jugando a “Dota 2”, resulta atractivo tratar de buscar sincronicidad con esta comunidad. Como los gammers, hay otras comunidades relevantes que están por ahí dando vueltas en la “cholósfera”, esperando ser convocadas. Por ejemplo, los movimientos libertarios de Internet como los “código abierto” y “software libre” –parecidos pero distintos respecto al alcance de la libertad que promueven en la creación y propiedad de material digital–. Estos movimientos digitales tienen un correlato político en los llamados “partidos piratas” –de origen nórdico y con presencia en varios países–. Más allá de la anécdota de si Virgilio Acuña logró o no capitalizar apoyo de los gammers, lo interesante es saber si alguien de verdad puede sincronizar con la moderna filosofía de las distintas comunidades digitales locales, que aún son invisibles para muchos. En un país tan fragmentado, ninguna comunidad es marginal. Y eso ya se demostró en las elecciones de enero pasado.