Esta es la historia de José Antonio Godoy Iraola, un artista plástico exagenario del Centro Histórico de Lima, quien narra su historia repleta de arte y vida.,No es novedad que la Alameda Chabuca Granda albergue tanto arte popular. Entre el apuro cotidiano, el comercio de plazuela y el turismo casual, se abre paso el arte al aire libre; pícaros cómicos ambulantes, maestros de ceremonia, pintores, malabaristas y retratistas erigen y colorizan la alameda al compás de la música bulliciosa que armoniza con el paso de los transeúntes. PUEDES VER: Hallan nuevos vestigios de la cultura incaica en Túcume De todos los artistas plásticos, “El Especialista” despertó nuestra curiosidad. Ese apelativo, quizá pretencioso, debía ser de un hombre exquisito y su veterana edad anunciaba ser un baúl histórico esperando ser abierto. Nos aventuramos a iniciar una conversación y espolearle con respeto. Su primer esbozo artístico fue a los seis años, una copia de La Gioconda en acuarela era parte de su obra. “Todo lo que sé y puedo expresar ahora es gracias a un maestro francés. Acabé el colegio y seguí estudios de arte con él. Soy artista profesional desde los 15 años, pero amante del arte toda la vida”, aseguraba con ternura. Retrato de personajes Ser retratista de la calle no le ha prohibido aventurarse a retratar en un prestigioso hotel limeño al mismísimo tenor peruano, Juan Diego Flores, de quien guarda mucha admiración. Sin embargo, las condiciones laborales no son las mismas en un pomposo hotel de la capital que en su establecimiento en el Centro de Lima, aunque él acepte ambas locaciones con igual simpatía. Narra apenado e indignado que la delincuencia no discrimina edad, género, ni profesión. Por las noches, la alameda transmuta arte y concurrencia por delincuencia y misterio. En más de una vez ha sido hostigado por “pirañitas”, como refiere. “El serenazgo solo está aquí para botar a los ambulantes; o sea, que los que tienen derecho a ganarse la vida son expulsados, pero los ladrones son acogidos. He visto cómo a personas mayores los han arrastrado con todas sus cosas, y no es así”, reflexiona acerca de la labor de la seguridad ciudadana. Trato efímero No obstante, no toma como pretexto oportunista el adueñarse transitoria y efímeramente del espacio público. “Hay mucha gente que viene foránea, te toma una foto, le cobras una cuenta y cuando regresas ya no está. No hay un crédito, y eso a nosotros nos genera un descrédito porque ya piensan que estamos de paso”. El arte, para reafirmarse como tal, necesita ser constante y duradero, el artista de la calle necesita ganarse el crédito de su obra. Bajo este concepto, lleva ya 20 años instaurado en la Alameda Chabuca Granda con el debido permiso municipal. Dos décadas en las que se ha hecho un nombre, gracias a la reputación de sus retratos y a su calidad humana, “La gente me ha denominado “El especialista” porque ven mi trabajo, les gusta y confían en que el resultado será muy bueno, al sentarte aquí no solo obtendrás un retrato, sino que además ganarás una grata experiencia y un buen amigo”. El retrato es un ente emisor, te muestra la realidad, además la preserva en el tiempo. Nosotros somos entes receptores. Godoy retrata para, de alguna manera metafísica, él mismo reafirmarse en el tiempo y perpetuarse en su obra. “Bendito y dichoso aquel ser que vive del don que dios le ha dado. Para mi familia, mis nietas, que sepan que su abuelo fue un artista y que el mundo lo admiraba de repente y que dejó obra”, sus palabras sentenciosas conmueven. Lamentablemente, el hombre no es eterno en términos físicos, nuestro retratista compungido a sus 63 años lo advierte. Por esta razón, pide que se ponga en la mesa de discusión gubernamental el cuidado de los artistas de la calle que le han dedicado la vida a la cultura popular y de a pie, abierta para el público sin restricción, exclusividad o discriminación. (Texto y fotos enviados por Gabriela Ampuero, Silvia Cáceres, Jairo Bravo y Aldair Guerra mediante el WhatsApp de La República 941 000 000).