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¡Póngase las pilas Vizcarra!

“Nos interpela como sociedad que en los cuatro temas mencionados (salud pública, transporte, inseguridad y corrupción) estemos peor que hace 25 años”.

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Hay que olvidarse de un Vizcarra reformista. No va por allí, quizás no le interese o tal vez simplemente no sepa qué hacer. Santo y bueno. Después de todo, no forma parte de su equipaje de promesas ni de su abanico de expectativas. Pero de lo que sí no puede escabullirse es de la mínima obligación gubernativa de desplegar algunas políticas públicas básicas en las que hasta el momento su gobierno viene fallando y que supondrían un cambio cualitativo en la calidad de vida de los peruanos.

Si nos atenemos a lo que las encuestas señalan, son por lo menos cuatro los temas vinculados a servicios públicos que generan hartazgo ciudadano: seguridad, salud, políticas anticorrupción y transporte público. En todos ellos, nada necesita pasar por una ley del Congreso o una reforma constitucional. Depende únicamente de que el Ejecutivo les dé la prioridad que merecen. Puntualmente, depende de la voluntad presidencial.

Todos ellos golpean la línea de flotación de cualquier sociedad que se pretenda moderna y liberal. Son un factor potencial de disidencia. La inseguridad afecta principalmente a los más pobres, les quita recursos significativos; sin salud pública no hay convivencia social pacífica sostenible: quien va a un centro público es tratado como hijo ilegítimo del Estado; el transporte colectivo es de los pobres, y es infame, no hay posibilidad de carros particulares ni taxis que resuelvan la pérdida cotidiana de seis o más horas; la corrupción es el peor mecanismo de trasvase de los pocos recursos de los pobres a favor de los ricos (que son los que tienen más dinero para corromper y torcer el flujo de recursos a su favor).

Mientras no se resuelvan estos cuatro problemas, el Perú estará siempre al borde del estallido social. La informalidad extendida y el desfogue político que ha logrado Vizcarra al enfrentarse y derrotar al fujiaprismo han logrado patear el asunto para más adelante, pero no lo han resuelto. A corto plazo es imperativo que este gobierno acometa la tarea de enfrentar estos problemas, que ya parecen crónicos en nuestro país y que son altamente combustibles.

Nos interpela como sociedad que en los cuatro temas mencionados (salud pública, transporte, inseguridad y corrupción) estemos peor que hace veinticinco años, cuando comenzó el “milagro peruano”, la espiral de crecimiento económico que nos ha permitido reducir la pobreza a niveles inimaginables. Hoy somos más ricos que hace dos décadas y media, pero cuestiones esenciales como las mencionadas no solo no han progresado a la par sino que se han deteriorado críticamente.

Vizcarra tiene las condiciones políticas propicias y posee además el tiempo suficiente para empezar el camino. Para que a los peruanos no los asalten todos los días, no se les mueran sus hijos en la espera de una cita médica, no les birlen su patrimonio los corruptos o no tengan que pasar un tercio de sus vidas trepados en ruinosos servicios de transporte, no hace falta otra cosa que decisión y claridad estratégica.

-La del estribo: Volver a ver: conmovedora película. Y una lástima que el establishment la haya castigado de esa manera colocándola en salas y horarios casi imposibles. Ojalá se recapacite y se permita que el público pueda recordar el infierno que transitaron cientos de miles de peruanos en los tiempos del conflicto armado interno. Respira: obra de teatro que hace casi una década fue vetada por el entonces ultraconservador directorio del Británico. Hoy se reestrena en el Marsano, con un elenco notable y una solvente dirección.

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