Los 12 distritos que fueron declarados en emergencia por 60 días

El colapso de la seguridad y del transporte

Sin diálogo ni estrategia, el transporte público y la actividad social y económica de los peruanos están al borde de la destrucción.

Es lamentable la incapacidad del Gobierno para enfrentar una crisis tan cantada como la del transporte público. Sus operadores —hoy en conflictos— no pudieron vislumbrar que, sin diálogo, la paralización era inminente. Esta situación demanda la intervención de interlocutores válidos que respondan a las necesidades del gremio, que no piden nada más elemental que políticas de seguridad para sus vidas y que les permitan garantizar que su actividad económica se realice sin la amenaza constante de la extorsión y el sicariato.

Las iniciativas del Gobierno han sido tardías y nada claras. Son 100 efectivos policiales, cuya especialización y estrategias se desconocen, los que van a tener la responsabilidad de enfrentar en la primera línea al crimen organizado. Al día de hoy, es poco lo que se sabe acerca de su labor, debido a que la difusión de los operativos que ya deberían estar realizando, y de los lineamientos de su estrategia inicial, es nula.

Cabe recalcar que la protesta de los choferes no le conviene a nadie. Ni siquiera a los propios transportistas que viven del día a día, por la gran informalidad en la que se mueve esta actividad económica. Al respecto, datos conservadores señalan que el 60% del transporte de pasajeros es informal. En la actualidad, las líneas perjudicadas por la extorsión han dejado de circular, básicamente, porque su personal no quiere salir por miedo a los disparos de los motociclistas encapuchados que los atacan en las calles.

En menos de dos meses, cuatro choferes han sido asesinados por estos delincuentes que exigen pagos de cupos. En ese mismo periodo, dos pasajeras también han sido víctimas de las balas perdidas.

Los transportistas que marchan hoy pertenecen a 33 líneas que ya anunciaron su adhesión. La motivación de todos es la misma: inacción del Gobierno para permitirles trabajar. A ellos se suman otros sectores a los que directamente afecta el paro: educación, empresa privada, etc. Y la incapacidad del Estado para frenar a quienes roban la paz, la tranquilidad cotidiana y, con ello, la posibilidad de construir un futuro esperanzador. La hora de tomar acciones estratégicas por la patria es ahora.

La República

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