¿A cuánto está el DÓLAR HOY?

Nuevo día de protestas

Sigue el enfrentamiento y la violencia en distintos puntos del país.

¿Qué reclaman quienes –en 18 regiones del país– se enfrentan a la Policía? Básicamente que el Gobierno de Dina Boluarte anuncie que se va y que también lo haga el Congreso actual. Se trata de una agenda básica que incluye también el adelanto de elecciones y otros puntos menos consensuados, pero que van creando una plataforma unificada de demandas no atendidas.

La protesta de Lima que congregó a una enorme cantidad de movilizados no fue la única. Se mantuvieron los condenables asedios a los aeropuertos del sur que siguieron la tónica de los anteriores, con violencia desmedida y un saldo doloroso de muertos y policías heridos, que hay que rechazar y sancionar.

La desaparición de los partidos políticos tradicionales y representantes congresales, que también tienen responsabilidad en este descalabro, ha sido clamorosa. Es una ausencia total de vocerías que genera aún más la sensación de descontrol y que nos induce al error de que no existe otra respuesta viable que no sea la represión, hecho que se confirma con la declaración de emergencia para nuevas regiones.

La explicación de un rebrote terrorista como respuesta general y unívoca de parte del Gobierno para analizar la situación de convulsión social falla porque es poco creíble y parece zozobrar ante la extensión que ha alcanzado la protesta. Un país que ha soportado la insania terrorista y que la ha derrotado no podría encontrar símil con el ejercicio constitucional de un derecho que no puede ni debe conculcarse.

La presidenta Boluarte, en horas de la noche, ha mantenido la versión de una minoría política articulada y sincronizada que tiene como objetivo la toma del poder. Pese a que convocó al diálogo con los manifestantes, en especial a los del interior, no ha dejado en claro el mecanismo para abrir esa negociación.

Urge establecer un punto medio para de allí generar un espacio desde el que escuchar y hablar. La continuidad de las protestas, el clima permanente de convulsión no puede mantenerse, mientras se apuesta tercamente porque así se calmarán las aguas. Vamos deslizándonos hacia un clima de ingobernabilidad en el que se desconoce la autoridad, se incrementa la represión y se va normalizando la anomia y el caos. Y ese ya es un escenario autoritario del que no hay retorno.

La República

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