Una relación tóxica en un triángulo
“Cerrón le aporta a Castillo la capacidad de estrategia que él carece, y votos para salvarlo o hundirlo, no tanto hasta para una vacancia para la que no hay apoyo en el congreso, pero sí para hacerle la vida difícil, como disparar al gabinete”.
El vínculo entre Pedro Castillo y Vladimir Cerrón está tenso, pero pueden equivocarse los que se adelanten a pronosticar la ruptura definitiva, pues, como en toda relación tóxica que se prestigie, o en eso que llaman matrimonio mal avenido, aunque las partes sufran y se dañen, es difícil escapar por el nexo de dependencia que implican.
El despido del Ministerio de Energía y Minas de un protegido suyo, sin consultárselo, molestó tanto a Cerrón, que lo motivó a poner los nueve votos suficientes para censurar a Betssy Chávez, una protegida de Castillo.
La censura a Chávez se justifica porque sus políticas eran una trituradora de empleos sazonada con lemas a favor del pueblo que, en la práctica, implican todo lo contrario. Como todo lo que hace Castillo, lo que explica que la ya exministra sea tan cercana a él.
Es cierto, sin embargo, que su reemplazo puede ser incluso peor, como casi todos los relevos ministeriales en la presidencia de Pedro Castillo.
Pero el pleito en este servinacuy mal avenido que se (sobre)vive en Palacio no tiene nada que ver con las políticas públicas, sino con cuotas de poder. Cerrón cree que ser el secretario general del partido que ganó la elección, Perú Libre, le otorga –como en Cuba– el derecho a cortar el bacalao en el gobierno, mientras que Castillo a veces se acuerda que es presidente y le dan ganas de gobernar, aunque hasta ahora nadie se dé cuenta.
Castillo y Cerrón pueden llegar a pelearse con dureza, como en una relación tóxica, pero hay factores que refuerzan la dependencia.
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Cerrón le aporta a Castillo la capacidad de estrategia que él carece, y votos para salvarlo o hundirlo, no tanto hasta para una vacancia para la que no hay apoyo en el congreso, pero sí para hacerle la vida difícil, como disparar al gabinete.
Castillo aporta a Cerrón nombramientos en el estado y acceso al presupuesto que él necesita para su campaña y planes. Hay, sin embargo, una nube gris en su camino: Guillermo Bermejo, quien ayer le dijo que era un gallinazo que aparece cuando hay muertos.
Cerrón y Bermejo compiten hoy en seducir a Castillo, en un triángulo no muy amoroso sino tóxico que hoy se vive en palacio de desgobierno, pero los tres se necesitan desesperadamente.
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