Razones para el optimismo hoy en el Perú, por Augusto Álvarez Rodrich

Estando hoy el Perú cerca del abismo, crecen los motivos para el optimismo pues, por su propia mediocridad y corrupción, se está acercando el final del gobierno de Pedro Castillo.

Aunque algunos aún no quieran darse cuenta o reconocerlo, el Perú está al borde del colapso, como lo precisó Efraín Gonzales de Olarte anteayer en este diario, y el gobierno ha decidido dar un paso adelante en esa dirección desde que Vladimir Cerrón retomó su control gracias a la subordinación que le ofrecen Castillo y Aníbal Torres.

Todo lo cual está acelerando el desborde de la insensatez que, por un lado, deteriora las condiciones básicas de funcionamiento del país; y, por el otro, desnuda las verdaderas intenciones de las alucinaciones de Cerrón.

Eso incluye el lanzamiento de una asamblea constituyente apoyada con ingenuidad por quienes creen –con razón– que se necesitan algunos cambios en la carta magna, pero sin darse cuenta de que así le hacen, en este momento, el juego a Cerrón, quien lo usa como pata de cabra para polarizar más al país y propiciar ‘el choque de dos mundos’ que busca desde hace tiempo.

Pero eso solo es parte del desmadre de estos días, pues ahí están el intento de recapturar Petroperú –para propiciar la renuncia de su presidente y hasta del ministro de economía–; promover el narcotráfico en el Vraem retirando de ahí a las fuerzas del orden; o usar recursos públicos para promocionar la asamblea constituyente, todo con la complicidad del deambulante presidente Castillo y del embustero Torres.

El congreso, por su parte, colabora cotidianamente con el plan, como ayer con la aprobación de otra ley corrupta –con los votos de Perú Libre, Fuerza Popular, Acción Popular y Renovación Popular– para debilitar más a la Sunedu.

Todo lo cual está exacerbando el deterioro nacional y haciéndolo más evidente ante la opinión pública, la cual será el verdadero actor del derrumbe de la podredumbre instalada en el país.

Aunque siendo eso motivo para el optimismo de que este desastre acabe pronto, debe lamentarse que será imposible tener un soft landing (aterrizaje suave) de este vuelo turbulento, siendo lo más probable que se esté acercando un final de horror que termine con este horror sin final en el que está el Perú.

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