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¿Qué aprendieron los partidos del 5 de abril?

“Uno de los factores que jugaron a favor del apoyo a la disolución del Congreso fue el encuentro entre el sentir ciudadano, de rechazo hacia los partidos, y el discurso antipartido...”.

¿Qué nos dice el 5 de abril sobre la relación de la ciudadanía con los partidos políticos? Muchos critican el populismo de Pedro Castillo, diferente al populismo de Alberto Fujimori, pero no advierten que el apoyo ciudadano al populismo, de cualquier tipo, se alimenta de la falta de confianza y percepción de corrupción en los partidos, de la resistencia de estos al cambio.

Uno de los factores que jugaron a favor del apoyo a la disolución del Congreso, el cinco de abril de 1992, fue el encuentro entre el sentir ciudadano, de rechazo hacia los partidos, y el discurso antipartido que sostuvo Alberto Fujimori. El País, cubriendo el discurso de Fujimori en la OEA (18 de mayo de 1992), consignó: “De los tres cuartos de hora que duró el discurso de Fujimori, el mandatario peruano consumió casi media hora en una diatriba contra los partidos políticos…”. El discurso fujimorista cristalizó y potenció, desde el poder, una idea ya instalada en la población. Una encuesta de Apoyo Opinión y Mercado (hoy Ipsos), hecha en Lima y difundida a los pocos días del golpe, registró que el 81% apoyaba la medida.

Buena parte de esa actitud estaba relacionada con el desmanejo del primer gobierno aprista, pero no fue la única motivación. En parte, la derrota del Fredemo estuvo vinculada al error del movimiento Libertad de aliarse con el Partido Popular Cristiano (PPC) y Acción Popular (AP), que eran vistos como partidos tradicionales.

En diferentes oportunidades, Ipsos ha preguntado si todavía se piensa que la medida fue o no necesaria. En el 2012, el 47% dijo que sí y en el 2017 un 50% opinó lo mismo, en ambos casos, encuestas realizadas a nivel nacional. Es cierto que esto último puede ser más un indicador de apoyo al fujimorismo que la identificación con el rechazo a la “partidocracia”, por lo que vale la pena recordar qué paso en setiembre del 2019, cuando Vizcarra disolvió el Congreso. Siempre según Ipsos, el 85% de la ciudadanía aprobó la medida. Vizcarra también encontró en el discurso antiCongreso (una variante del antipartido) una forma de ganar las simpatías de la población. Pero convocó a una comisión, liderada por Fernando Tuesta, para promover una reforma política que planteó diversos cambios en la manera de gestionar las agrupaciones políticas. ¿Qué hicieron estas?, deformarla y tomar solo algunos aspectos.

El rol que jugó en ese momento Rosa Bartra (en aquellos años, fujimorista) fue esencial para desdibujar una propuesta que seguro se puede mejorar, pero a partir de un debate que debe evaluar el conjunto de las medidas.

¿Treinta años después se puede hablar de una partidocracia? ¿Cuál es la actitud de los partidos frente a la reforma? Desde el lado ciudadano, ante la actual situación de inestabilidad política, un 74% pide que se vayan todos (Ipsos, febrero de este año). En la Comisión de Constitución del Congreso, el fujimorismo y otros partidos como Perú Libre se dedican a dar normas que solo apuntan a temas que se acomoden a sus intereses. El Ejecutivo compra favores en el Parlamento, a lo Montesinos. No sabemos si algún día aparezcan videos. Ninguna intención por abordar, integralmente, temas de fondo.

Sagasti ha planteado una movilización para adelantar elecciones, pero vinculándola a una reforma política que dé sentido a la medida. Y los actuales parlamentarios ya salieron a decir no a lo primero y a dejar en el aire lo segundo. Las reformas legales no son por sí solas una solución. Basta mirar, por ejemplo, la calidad de los parlamentarios de Acción Popular, elegidos bajo el sistema de un militante, un voto (que no es lo que plantea la reforma, pero se acerca), para ver que el tema legal es solo un aspecto. Sin embargo, es parte de lo que se necesita hacer para que el 5 de abril no siga siendo un recuerdo de cómo se puede usar el rechazo a los partidos para canalizar intereses antidemocráticos.

(*) Psicólogo social, Facultad de Comunicación, Universidad de Lima.

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La República

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