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Europa entre la guerra y la paz

“Putin ha dicho que no desistirá en defender sus ‘líneas rojas’ de la OTAN: es decir, que no le apunten desde países fronterizos con misiles...”.

El martes 15 de febrero, después de más de cien días de tensión en torno a una inminente invasión rusa a Ucrania, Europa dio un paso importante para recobrar el protagonismo de su política de seguridad regional y soberanía energética al dejar en evidencia la estrategia estadounidense de propiciar un conflicto bélico en el corazón de Europa, con el fin de continuar siendo parte de la ecuación de poder en esa región.

La última movida de este partido de ajedrez geopolítico, que pudo desencadenar una guerra mundial, estuvo a cargo del mandatario alemán Olaf Scholz, quien, durante su reunión el día anterior con el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, dijo que la incorporación de Ucrania a la OTAN, eje central de las confrontaciones, no estaba en agenda en el corto plazo. Con ello no solo sorprendió a Zelenski, sino también a Estados Unidos y al Reino Unido, principales promotores del conflicto y suministradores de armamento.

Putin anunció entonces el retiro de parte de sus tropas desplegadas en su territorio en la frontera con Ucrania. Durante la reunión con el presidente ruso, en Moscú, Scholz señaló que “para nosotros, los alemanes, pero también para todos los europeos, está claro que la seguridad sostenible no puede lograrse contra Rusia, sino solo con ella. En esto estamos todos de acuerdo en la OTAN y la Unión Europea”. Por ello, dijo, debe ser posible encontrar una solución, por muy difícil y grave que parezca la situación actual.

La desescalada de las tensiones bélicas representa una doble derrota para el presidente Biden, en un contexto en el que necesitaba desviar la atención de la crisis económica, del desmanejo de la pandemia y de sus bajos índices de aprobación en un escenario en que este año se realizarán las elecciones congresales de medio término de su mandato. En primer lugar, quedó por fuera de la solución. Su gobierno y medios de comunicación configuraron un ambiente de pánico mundial al cambiar la sede de su embajada, evacuar a sus diplomáticos e instar a abandonar de inmediato a sus ciudadanos de Ucrania, actos que fueron seguidos por unos 40 países. Estas acciones han dado lugar a innumerables pérdidas económicas en Ucrania y en el mundo: incremento de precios del petróleo y gas, caída de las bolsas, suspensión de vuelos civiles en Ucrania, que desconcertaron al propio Zelenski, quien desconocía las fechas probables de invasión que anunciaban las autoridades estadounidenses y se irradiaban al mundo a través de los medios de comunicación.

Además, es muy probable que entre en funcionamiento el gasoducto Nord Stream II que transportará gas por el Mar del Norte desde Rusia a Alemania. Este proyecto fue saboteado desde tiempos del expresidente Trump, pues su puesta en marcha reducirá las ventas de gas natural licuado en barcos procedentes de EEUU, mucho más caro y contaminante. Por eso, conocido el anuncio de Putin, Biden dijo que la invasión rusa a Ucrania “es aún perfectamente posible” y que no habían conseguido verificar la veracidad del anuncio de Moscú del inicio de una retirada de las tropas desplegadas en la frontera entre ambos países.

Putin ha dicho que no desistirá en defender sus “líneas rojas” de la OTAN: es decir, que no le apunten desde países fronterizos con misiles, lo cual implica que Ucrania y Georgia no sean miembros de la OTAN. Si bien no hay un documento escrito, en 1990 el expresidente George Bush le prometió a su par ruso Mijaíl Gorbachov que dicha organización no incorporaría a los países que formaron parte del disuelto Pacto de Varsovia, lo que no se cumplió. El embajador de EEUU en la ex-URSS Jack F. Matlock (1987-1991) ha señalado que fue un hecho equivocado el haber incorporado a exmiembros de esa organización militar a la OTAN y que, si se respetara la demanda del presidente Putin de exigir que no se incorpore a nuevos miembros, específicamente a Ucrania y Georgia, no existiría base para la crisis actual. La construcción de una institucionalidad en Europa debe incluir a Rusia y no ser dirigida por Estados Unidos.

Ariela.

Ariela.

La República

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