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El estado de la cuestión

“A medio año de gobierno hemos llegado a un punto donde sería sumamente complicado defenestrar al presidente. Pero al mismo tiempo el presidente y su voluble entorno no tienen la menor capacidad de llevar adelante algún tipo de proyecto propio”.

A medio año de gobierno hemos llegado a un punto donde sería sumamente complicado defenestrar al presidente. Pero al mismo tiempo el presidente y su voluble entorno no tienen la menor capacidad de llevar adelante algún tipo de proyecto propio. Los grandes cucos del año pasado eran tigres de papel.

Para cuando llegó Pedro Castillo, hacía años que Sendero Luminoso había liquidado a la izquierda como opción real y popular. Algo parecido ya le había pasado a la derecha con el desmoronamiento político de Alan García a partir del 2016. La política de los tercios se volvió la de dos falsas mitades, y luego nada.

Con Odebrecht se puso en evidencia que la corrupción no ha estado robando dinero, sino sustituyendo todas las formas de vínculo entre peruanos por la relación mercantil (cash nexus). Liquidados los partidos, los negocios de la ilegalidad se hacen solos. Ahora todo parece estar totalmente sustituido.

Así, pues, ni izquierda ni derecha, sino la posibilidad de que el enclave comercial ilegal anuncie un nuevo modelo social a las puertas, en la forma de la mina delictiva, el reducidor urbano, la universidad bamba, el gobierno local. Todo operado por políticos de ternos lustrosos y dedos pegajosos.

¿Hemos estado ahí antes? Si los libros de historia algo nos dicen es que en el fondo siempre hemos estado ahí, unas épocas más disimuladamente que otras. La gran prosperidad de los últimos dos decenios puso todas las oportunidades de la ilegalidad sobre el escaparate y fueron esas oportunidades las que barrieron, y siguen barriendo, con el frágil tinglado institucional (normas y privilegio) que habíamos heredado del siglo XIX.

El estado de la cuestión parece ser hoy el de una intensa anomia, de la que no vamos a salir en un buen tiempo. En la implícita parálisis hay un obvio debilitamiento. Quizás los problemas comenzarán aquí cuando Rusia haya resuelto la actual agenda geopolítica en sus fronteras con Europa.

Qué papel va a tener la presidencia de Castillo en este panorama, probablemente lo que veamos sea una versión chotana de dejar hacer, dejar pasar. Para Castillo parece haberse inventado la frase “sin pena ni gloria”. El tiempo no quiere saber nada conmigo, y para mí siempre son las seis de la tarde, dijo el sombrerero de Alicia.

La República

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