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Cambio climático 2022: aquí y allá

“La declaratoria de emergencia climática, dada finalmente el jueves y opacada por el desastre en La Pampilla, debe ir de la mano con acciones correspondientes al nivel de urgencia y con darle un significado en nuestra política exterior”.

Los dos años de pandemia han tenido un efecto oscilante en la cobertura del tema del cambio climático (CC): desde una profunda ausencia en primeras planas hacia una recuperación de terreno como una crisis que no deja de crecer, pero que no abordamos de forma sistémica como el que ha asomado a menudo con la COVID-19.

El Perú —donde el CC está menos en la mira pública que en los países desarrollados— tampoco escapa a esta dinámica: debemos evitar esperar a otro “Niño” para que el CC sea un pilar de la agenda pública que se debata con nexos tangibles con la recuperación económica pospandemia.

En el plano global, 2022 asoma como un año para resolver cuentas pendientes, como la falta de financiamiento climático para países en desarrollo a la altura de los desafíos actuales y por venir, y prestar más atención a la adaptación y a la biodiversidad, temas clave para el Perú. Asimismo, las elecciones en Australia y Brasil, países muy a contracorriente del Acuerdo de París, pueden dar la hora en cambiar la balanza en el plano multilateral dando fin a la expansión del carbón y la deforestación desenfrenada.

Mientras en el vecindario latinoamericano, entre las pocas ideas compartidas, está el impulso a beneficios fiscales en el espacio multilateral (como mecanismos de “deuda por acción climática” promovidos por Argentina y Colombia), el Perú no está jugando un rol político visible tanto a nivel internacional como regional.

Si bien el presidente manifestó en campaña su apoyo a medidas como la ‘siembra y cosecha’ de agua y existen herramientas técnicas desarrolladas en los últimos años, la ausencia de Castillo y el ministro Ramírez en la reciente COP26 de noviembre, en contraste con un mayor protagonismo de otros líderes de la región, trae a reflexión la necesidad de una exposición al exterior más agresiva; no hacerlo significa desperdiciar tanto los espacios para influenciar el debate como las oportunidades de atraer apoyos hacia el país para enfrentar una crisis cada vez más urgente.

La declaratoria de emergencia climática, dada finalmente el jueves y opacada por el desastre en La Pampilla, debe ir de la mano con acciones correspondientes al nivel de urgencia y con darle un significado en nuestra política exterior.

La República

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