¿A cuánto está el DÓLAR HOY?

¿Tercer gabinete?

“Por momentos da la impresión de que Castillo está contento con sus ministros, juntos y por separado, y que si por él fuera los mantendría en el cargo todo lo posible. Tal vez solo se pone en movimiento cuando los problemas en las carteras amenazan afectarlo directamente a él”.

Desde hace por lo menos dos semanas circula la volada de un cambio ministerial para el fin del año. Las versiones van desde “es inevitable” hasta “no hay nada”. En unas se va todo el elenco, en otras solo un par de ministros. En verdad, Pedro Castillo ha emitido señales de todo tipo, que vienen siendo interpretadas desde y para todos los gustos.

Una persona entusiasta en el tema es Vladimir Cerrón, que quiere sacar a los caviares del Ejecutivo a tuitazos. No tiene argumentos más allá de su nerviosa urgencia polémica. Su objetivo parece ser palanquear a Mirtha Vásquez para llenar el gabinete de sacha-bolcheviques. El deslenguado cuadro que puso la vez pasada tuvo que ser sacado a paso de polka.

Hace ya más de un mes apareció el rumor de que las presiones del centro parlamentario iban a obtener un nuevo premier y varios ministros claves. Circularon nombres, pero todo quedó en nada, por lo menos hasta el momento. Quizás de esa parálisis salió la censura al ministro de Educación, que todavía no ha sido reemplazado, quizás para ser despedido en paquete.

La semana pasada Castillo mismo dio un mensaje que apunta a un deseo de cambiar por lo menos un ministro, al convocar a cuatro extitulares del MEF (ortodoxos todos), sin invitar a Pedro Francke. Hay la versión de que a un par de ellos les ofreció el cargo, y que estos declinaron. Pero en otra versión Francke sigue durmiendo tranquilo, arrullado por la confianza del presidente.

A pesar de tener la experiencia de un gabinete reemplazado y varios ministros sustituidos, no hay forma de discernir qué criterio sigue Castillo para realizar sus cambios. Lo único claro es que se toma su tiempo, y actúa cuando el problema ya ha pasado a mayores. Se nota que a la hora de cesar, como a la hora de nombrar, a veces escucha consejos, pero no los suficientes.

Por momentos da la impresión de que Castillo está contento con sus ministros, juntos y por separado, y que si por él fuera los mantendría en el cargo todo lo posible. Tal vez solo se pone en movimiento cuando los problemas en las carteras amenazan afectarlo directamente a él. De esos problemas hay ahora varios.

La República

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