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La hora de la timidez

“Ni APP ni los demás partidos del centro desean que su auxilio a Castillo sea visto como inicio de una alianza, y menos de un cogobierno. Quizás están esperando a ver cómo reacciona Castillo a la pasada votación”.

A pesar de que sus votos fueron decisivos para frenar la moción de vacancia, César Acuña no se considera un aliado de Pedro Castillo. Más aún, le endosa esa condición a otros partidos que votaron como el suyo. Algunos de estos han rechazado de plano la imputación. Parece que nadie quiere ser aliado de Castillo. ¿Por qué?

Probablemente porque Castillo ha demostrado no ser un socio confiable. Además porque sin una mayoría sólida en el Congreso las alianzas con el Ejecutivo siempre son radicalmente asimétricas. Pero quizás el argumento más importante es que, hasta donde se sabe, Castillo no le ha ofrecido aliarse a ningún partido.

Aunque las votaciones le imprimen carácter a las relaciones políticas. Castillo está en deuda con diversos partidos, más al centro que a la izquierda, de la que espera un apoyo automático. No está obligado a pagar esa deuda, ni existe un patrón para hacerlo. Pero es obvio que volverá a necesitar a esos acreedores, más temprano que tarde.

El único entendimiento estable de Castillo hasta el momento es con Nuevo Perú, expresado en un puñado de ministros y funcionarios. Acuerdos adicionales se tendrían que traducir en nuevos cambios ministeriales. Pero al parecer ningún grupo quiere ingresar al gabinete tal como está conformado ahora.

En consecuencia ni APP ni los demás partidos del centro desean que su auxilio a Castillo sea visto como inicio de una alianza, y menos de un cogobierno. Quizás están esperando a ver cómo reacciona Castillo a la pasada votación. ¿Se sentirá frágil o blindado? ¿Comprometido o libre? ¿Arrinconado por los centristas o cómodo junto a ellos?

La cruzada vacadora de la extrema derecha, las críticas de los medios y las quejas del sector privado van a continuar. Por tanto, una parte importante de la situación no va a cambiar si Castillo no presenta un gobierno diferente, y aun así. Eso podría exigirle nuevos acuerdos y nuevas políticas en varios sectores.

Acuña nos dice que su gesto antivacancia no ha sido un salto a la piscina oficialista. Quizás debemos creerle, ya que ese salto realmente no depende de él. Mientras tanto se puede consolar con la satisfacción del deber cumplido, y resistir los embates de la extrema derecha que lo considera un oficialista al 100%.

La República

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