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Cazafantasmas

“A una parte de la extrema derecha le molesta la normalidad, tensa y relativa, a la que ha entrado el país. Quizás para ella, paradójicamente, los grandes culpables de esa suerte de nueva normalidad son los sectores y las figuras del centro político”.

El panorama de la extrema derecha se está enturbiando todavía más. Las acometidas contra hogares y los tumultos frente a presentaciones de libros se han hecho habituales, y ahora han recrudecido las amenazas a los periodistas que informan sobre la composición, organización y actuación de diversas bandas paramilitares.

No está muy claro qué busca, o qué puede lograr, esta lamentable actividad, más allá de expresar un desagrado, de los participantes o de quienes los contratan. Su discurso habla de una suerte de gritería de castigo a quienes no están en la derecha (aunque en algunos casos esto resulta discutible), y son calificados de plano como comunistas. En eso son cazafantasmas.

Por su tono y su mensaje, las bandas son herederas directas de las denuncias de fraude que salpicaron los pasados resultados electorales, y es probable que haya un entronque con los activistas de aquel momento. Pero también son respuestas automáticas al discurso prepotente del ala radical de Perú Libre.

El efecto de los incidentes es ir creando una imagen de cierta brutalidad en las calles, lo cual produce publicidad para sus protagonistas, a la vez que refuerza el clima de desorden en la política del país. Todo esto en un grado muy limitado, pero de todas maneras preocupante, pues la dinámica de la violencia es impredecible.

A una parte de la extrema derecha le molesta la normalidad, tensa y relativa, a la que ha entrado el país. Quizás para ella, paradójicamente, los grandes culpables de esa suerte de nueva normalidad son los sectores y las figuras del centro político. Allí están, calculadamente, los blancos de la agresión en casas, librerías, calles, y redes sociales.

La temperatura de la opinión pública ha servido para moderar algo al gobierno, pero no lo ha arrinconado contra una crisis terminal. Eso se le puede atribuir, como mérito o como defecto, a la actitud de centro, y parte de la explicación de por qué las bandas no se lanzan directamente contra miembros del archipiélago oficialista, moderado o extremo.

Mientras tanto el periodismo en el Perú se encuentra entre dos fuegos. Al oficialismo no le gustan las críticas de la prensa. A las bandas de extrema derecha no les gusta la publicidad que con tanto entusiasmo buscan a través de su actuación.

La República

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