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Cuestión de prioridades

“Es imprescindible un replanteamiento de prioridades, compartidas por nuestras autoridades y orientadas a la impostergable atención de causas ciudadanas que aguardan respuestas”.

Al inicio de esta semana el Gabinete presidido por la premier Mirtha Vásquez compareció al Congreso de la República en busca del voto de confianza. La circunstancia lamentable del fallecimiento de un señor congresista obligó a la reprogramación de la sesión, que muchos hubiéramos esperado se concretara en el tiempo más breve, aunque ello hubiere implicado la modificación de la agenda del Legislativo. Sin duda, la trascendencia de la investidura de la premier y su gabinete lo ameritaba, más aún, en atención al momento político que exige responsabilidad y acciones claras en aras de la estabilidad y la gobernabilidad del país. Sin embargo, la fecha señalada fue el 4 de noviembre, 10 días más tarde, lo que abre un necesario análisis y reflexión sobre lo que se está entendiendo como prioridades.

Este ejercicio se hace aún más necesario cuando hemos podido evidenciar que una de las razones que, aparentemente, sustentaban esta reprogramación era la celebración de una sesión descentralizada del Pleno del Congreso en la ciudad de Cajamarca, cuyo desarrollo ha causado una serie de reacciones. No solo por el casi nulo contacto que tuvo nuestra representación con la ciudadanía, una oportunidad perdida que desvirtúa la naturaleza de actividades de este tipo, sino también por la escasa presencia en la agenda de proyectos de ley dirigidos a atender problemáticas específicas de la región, y, por supuesto, también porque en ella se concretó la aprobación de iniciativas dirigidas a la contrarreforma política, como la suspensión de las elecciones primarias del 2022 y la suspensión del pago de multas de los grupos políticos. Aprobadas sobre la base de solicitudes sucesivas de reconsideración, en busca de la cantidad necesaria de votos. Este lamentable retroceso en el camino iniciado hacia la reforma política no hace más que frenar la urgente demanda ciudadana de mejorar la calidad de nuestra representación y, por ende, de nuestra democracia.

Nuevamente, este hecho nos obliga a preguntarnos qué se está entendiendo como prioridades y por qué en la lectura que se hace de ellas son las aspiraciones de la ciudadanía las que parecen terminar groseramente postergadas.

Asistimos a un momento en el que la emergencia sanitaria, económica, social, alimentaria, educativa, etc. da lugar a una larga lista de acciones tangibles e inmediatas que demanda la ciudadanía de sus autoridades y que son cruciales para definir el ritmo de la recuperación.

Para ello, es imprescindible un replanteamiento de prioridades, compartidas por nuestras autoridades y orientadas a la impostergable atención de causas ciudadanas que aguardan respuestas. Como ciudadanía nuestra responsabilidad será visibilizarlas y hacer incidencia en busca de cambios.

La República

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