Sombrero de ala ancha en Nueva York

Ojalá que el viaje de hoy a Estados Unidos exponga al presidente Pedro Castillo a ideas que le den un nuevo aire a su gobierno, encerrado en una gestión tan mediocre como corrupta, lleno de indecisiones justificadas con doctrinas anquilosadas.

La pascana previa en México no le debe haber servido, pues la VI Cumbre de Celac se convirtió en un esfuerzo de los presidentes chavistas de la región por defender su modelo estatista en lo económico y autoritario en lo político.

En Nueva York y Washington –adonde llega hoy– será otro el ambiente, el cual lo puede llevar a empezar a repensar, si esto aún es posible, sobre el rumbo incierto y de deterioro acelerado en que está el Perú por su responsabilidad.

Castillo señaló en México que “el gobierno que presido se ha propuesto iniciar una nueva etapa en la vida de la república, dos siglos después de proclamada nuestra independencia”, para lo cual su gobierno pretende “hacer las reformas que las mayorías del país exigen” (…) “para corregir los defectos en su estructura política, social y económica” dentro del “marco del estado de derecho, del sistema democrático y su institucionalidad”.

Es un discurso sin correlato con el desmadre en marcha en el Perú por su responsabilidad y absoluta carencia de liderazgo, empezando por el esfuerzo de recolectar firmas para una asamblea constituyente que no solo es inconstitucional sino absurdamente inoportuna para un país que hoy necesita estabilidad en vez de turbulencia.

Aunque sectores alrededor de la izquierda local en todos sus matices se esfuercen por camuflar los graves problemas del gobierno de Castillo, el mismo está conduciendo al Perú a un desastre, ahuyentando la inversión privada –que, en el mejor de los casos, no crecerá en 2022–, lo cual deteriorará aún más el empleo; y llenando el sector público con simpatizantes del Movadef –incluyendo el consejo de ministros y la bancada de Perú Libre–, así como con gente que integra mafias con tarifario.

Ojalá que Castillo, quien desde que armó su gabinete, hasta hoy, no ha dejado de perder oportunidades para enmendar la ruta al desastre en que está el Perú, no desaproveche –ahora sin Vladimir Cerrón marcándole el paso– esta visita a Estados Unidos.

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