¿A cuánto está el DÓLAR HOY?

La tentación del maniqueísmo

“En esas condiciones, es imprescindible resistir y continuar pensando y exigiendo. Si, como dice la Biblia, la verdad nos hará libres, la mentira, como dice el escritor Javier Cercas, nos hará esclavos”.

Vivimos un periodo peligroso y desafiante. El miedo, esa emoción primaria de la humanidad, se ha apoderado de una mayoría. La pandemia y la consecuente crisis económica son dos flagelos aterradores. La pobreza en nuestro país ha aumentado de manera considerable, pese a que ya antes era insufrible para muchas personas. Las vacunas que llegan –siempre nos parecerá que el proceso es muy lento, pues es durísimo esperar cuando la muerte acecha– nos traen esperanza, a pesar de todo.

Entonces aparece en escena la política y todo se pone peor.

Como en esas pesadillas en las que es inútil correr o pelear (fight or flight), pues el cuerpo no responde y nos invade la angustia, el panorama electoral nos exige elegir entre un terremoto y un tsunami (las alusiones no son casuales). Tomar decisiones bajo el imperio del miedo es una de las situaciones más complejas que existen. Por eso es que la política del miedo suele ser utilizada por quienes pretenden imponer su criterio a los demás: porque funciona.

Esto ataca aquello que nos convierte en seres humanos: nuestra capacidad de pensar, comunicar, decidir. Entonces surge la tentación poderosa del maniqueísmo. El señor Manes, nativo de Persia en el siglo III de nuestra era, fundó una religión basada en la distinción sin matices entre el bien y el mal. Algo muy similar hacen los bebés: me gusta o no, me duele o no, me asusta o no, me tranquiliza o no, etcétera. Y esto es precisamente lo que está sucediendo hoy en nuestra sociedad.

Confrontados a la alternativa de dos autoritarismos, conservadores y amenazantes para los derechos fundamentales, lo primero que el miedo aconseja es definirse y aniquilar a quienes piensan diferente. O simplemente dudan. El encono se intensifica y se estrecha el margen de maniobra. La sociedad civil, cuyo papel en esta disyuntiva sádica es esencial, se ve acorralada. En momentos en que lo urgente es exigir a ambas candidaturas garantías democráticas, el miedo –un consejero tan nefasto como la culpa o la cólera– se precipita y vocifera. Los medios de comunicación masiva fracasan en su misión informativa y analítica, pues sus dueños los obligan a tomar partido.

En esas condiciones, es imprescindible resistir y continuar pensando y exigiendo. Si, como dice la Biblia, la verdad nos hará libres, la mentira, como dice el escritor Javier Cercas, nos hará esclavos.

La República

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